Fanático de la banda de Jagger y Richards desde chico, viajó por toda América y hasta fue a Inglaterra para verlos. Asegura que su vida gira en torno a ellos y confiesa: “Sueño con poder conocer a los cuatro”.

Por JAVIER RUBINSTEIN

Aunque a quien se conoce mundialmente como el quinto Rolling Stone es al corista Bernard Fowler, si hubiera que elegir a un escobarense para ese mote seguramente nadie reuniría más condiciones y entusiasmo que Junior Claret, un fanático con todas las letras y en mayúscula.

Sus padres nunca hubieran pensado que el simple hecho de haber viajado a Brasil escuchando a la mítica banda británica transformaría a su hijo mayor en un fanático empedernido, hasta límites inimaginables. Los mil y pico de kilómetros hasta las playas cariocas a bordo de su casa rodante despertaron en aquel niño de 8 años una pasión difícil de explicar.

“El fanatismo que tengo lo heredé de mis viejos, pero yo los sobrepasé”, le cuenta Junior a DIA 32 en su casa, donde no faltan detalles alegóricos en ningún ambiente.

Junior nació en Italia, en abril de 1992. Al año se mudó a Argentina y en 2006 pudo ver por primera vez a sus ídolos. Fue en el estadio de River, junto a sus padres Claudia Maraggia y Gustavo, su hermana Mara y sus tíos Bety Maraggia y César Ranne. A partir de ese día, su locura de seguir a los Stone no paró más.

A los 20 años decidió irse solo a Estados Unidos para ver dos shows. “Fui a un hostel en Nueva York y conocí a varios argentinos, toda gente enferma como yo que viaja por el mundo viéndolos”, relata, con total sinceridad y mostrando la frescura de sus 24 años.

Sus aventuras siguieron en 2013, junto a su hermana, yendo a Londres para estar en el mítico Hyde Park, de donde es oriunda la banda. Fueron dos recitales que juntaron 600.000 personas y allí estaban ellos dos, que aprovecharon para visitar las casas en las que se criaron Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts, hoy habitadas por familias anónimas, y cada bar donde tocaron en sus comienzos en la década del ‘60, cuando eran casi desconocidos.

Pero eso no fue todo. Dos años después, el quinto stone escobarense hizo un periplo de cinco conciertos en Estados Unidos que abarcó Raleigh, Buffalo, Detroit, Indianápolis y Kansas. “Conocí una página para viajeros donde podés ser hospedado en casas de familia, no pagué en ningún lado. Conocí una cultura bien variada, fue espectacular. Y eso es lo que me gusta: no solo ver a los Rolling sino intercambiar cultura”, explica. Además, como habla muy bien en inglés no tiene problemas para comunicarse en el exterior.

En lo que va del año Junior siguió de gira: como un rolling más, viajó por Sudamérica y estuvo en los tres shows de La Plata, más Chile, Uruguay, Brasil -Río, San Pablo y Porto Alegre- y Cuba.

Su fanatismo, por supuesto, le lleva tiempo y dinero. Si bien al trabajar con su padre no tiene trabas laborales, económicamente es un esfuerzo no menor. “Me la gasto toda en ellos. Mis amigos me dicen que estoy loco, pero no gasto tanto… Vivo con nada, pateo, camino kilómetros para no gastar en taxis, trato de ahorrar y voy siempre a campo”, cuenta, orgulloso de su raid.

A la hora de las preferencias, se declara admirador de Richards: “Él es el rock, el alma del grupo, y Jagger el marketing. Se complementan”, afirma, con el conocimiento que le da haber leído biografías -autorizadas y no- de todos los miembros de la banda de rock con más historia del universo.

Por ahora tiene solo una foto con el baterista Watts, que consiguió en un teatro de Londres, aunque no pierde las esperanzas de conocer personalmente a los demás: “Hay días en que creo que es imposible, pero lo voy a lograr, me tengo fe. Cuando salgan de gira, yo voy a estar. Mi vida funciona en torno a ellos”, confiesa.

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