Una decisión familiar buscando otra forma de vida, más contacto con espacios verdes y lugares con agua hizo que se forjara el destino deportivo de Eugenia de Armas (24). De otra manera, hubiera sido muy difícil que se destacara como lo está haciendo en el esquí acuático, donde su derrotero de logros es apabullante.
Nacida en el barrio porteño de Núñez, se inició en el wakeboard a los 5 años para darle fuerza a su hermana mayor, Victoria (27), que no se animaba a meterse al río si no era sobre una tabla. Así empezó a relacionarse con el vértigo en el agua.
“En Capital tenía mi casa, mi colegio, mis amigos, todo… Los fines de semana nos íbamos a esquiar, a la altura de Tigre, pero cada vez había más gente y entrenar era más peligroso. Por eso, de a poco, nos fuimos yendo más para el norte”, le cuenta Eugenia a DIA 32.
Eso, finalmente, desembocaría en su llegada a Belén de Escobar: “Cuando terminé el secundario, la familia dejó todo para irnos al CUBE (barrio náutico), a vivir con mucho verde y tener una pista privada para entrenar”, explica.
El wakeboard es una disciplina acuática que mezcla el surf y el esquí, donde la persona se desliza sobre el agua en una tabla, sujetada a un manillar que conecta una cuerda (palonier) a la lancha que la arrastra. Con la velocidad de ese impulso, el deportista debe hacer trucos y piruetas sin perder la estabilidad ni soltarse del manillar.
Eugenia De Armas empezó a destacarse en esta actividad y se animó a competir en diferentes torneos nacionales y sudamericanos. A los 16 años se transformó en profesional y desde entonces los logros se sucedieron uno tras otro.
Fue medalla de oro en los Juegos Suramericanos Cochabamba (Bolivia) 2018, campeona en los Juegos Panamericanos Lima 2019 y, ese mismo año, campeona del Mundial de Italia y tercera en el Mundial de wakeboard (IWWF), disputado en Abu Dhabi.
Después del parate y las restricciones por la pandemia de Covid-19, volvió al agua con todo: en 2022 ganó los Juegos Suramericanos de Asunción (Paraguay) y obtuvo el segundo puesto en los Juegos Mundiales de Birmingham (EE.UU).
Además, es la primera y única mujer capaz de realizar un doble giro completo en wakeboard, un hecho histórico.
Por todo esto, el Círculo de Periodistas Deportivos la distinguió con el Olimpia de Plata en esquí náutico en 2017, 2019 y 2022.
La última consagración
Del 20 de octubre al 5 de noviembre se llevaron a cabo los Juegos Panamericanos 2023 en Santiago de Chile, donde la escobarense logró una nueva medalla de oro, mostrando su calidad y enorme capacidad técnica.
Con un puntaje de 83.11, superó a la estadounidense Mary Morgan Howell (80.56) y a la chilena Ignacia Holscher Castillo (64.89) -segunda y tercera, respectivamente- y volvió a colgarse la máxima presea, como lo había hecho en los Juegos de 2019.
“Estoy feliz… Ya el hecho de haber sido seleccionada para representar al país era un orgullo. Y haber cumplido el sueño de defender mi título de campeona fue la cereza del postre”, afirma la joven deportista, que disfruta de unos merecidos -aunque pocos- días de descanso.
“Hubo mucho esfuerzo y muchos nervios para que se pueda lograr este objetivo, así que estoy feliz de poder disfrutar la medalla de oro”, señala, aún emocionada haberse consagrado bicampeona panamericana.
“Vivo fuera de Argentina de abril a noviembre y cada vez que llego al aeropuerto no veo la hora de estar en El Cazador”.
Eugenia de Armas es auspiciada por la empresa Red Bull, algo que le da más posibilidades y gran cartel internacional. En la actualidad vive un poco en Escobar y gran parte del año en Orlando (Estados Unidos), meca de esta disciplina náutica, para poder entrenar y estar siempre en la elite del esquí acuático.
En los primeros días de diciembre arrancará la pretemporada de cara a todo lo que se le viene en 2024. En su agenda están los Juegos Latinoamericanos y Mundiales de Wakeboard, desafíos en los que será protagonista y candidata a estar en el podio.
Más allá de sus continuos viajes y su vida algo nómade, la joven no se olvida de Escobar y su gente, al contrario: los añora cuando está en el exterior. “Venirnos a vivir acá fue la mejor decisión que hemos tomado en familia”, asegura.
“Yo vivo fuera de Argentina de abril a noviembre y cada vez que llego al aeropuerto no veo la hora de estar en El Cazador, ir a la (verdulería) La Colorada, comprar chipá en la panadería, esas cosas… Ni hablar de la vegetación hermosa que tiene, lleno de verde y flores por todos lados. Me encanta”, confiesa.
Una deportista súper destacada, reconocida a nivel mundial y que a través de las aguas del CUBE supo formarse en una actividad que hoy la tiene en el mejor momento de su carrera.
Una verdadera acróbata sostenida del manillar, que hace piruetas increíbles sobre una tabla.
ENTREVISTA
“Estar arriba de la tabla es pura felicidad”
-¿Hubo un momento bisagra para pasar de ser amateur a wakeboarder profesional?
-Creo que lo que me abrió la cabeza fue ir a mi primer mundial en 2011, en Italia. Tenía 11 años. Ahí fui la peor de todas. Recuerdo que hice mi pasada completa, que es ida y vuelta, sin caídas, pero me ganaron todas. Y ahí pensé: “Ah, no sos tan fantástica como dicen todos en Argentina”. Ese torneo me abrió la cabeza. Y también ayudó que desde 2014 cuento con el apoyo del Comité Olímpico Nacional, la Secretaría de Deportes de la Nación y el ENARD. Gracias a eso empezamos a hacer doble entrenamiento en el año: un tiempo acá y otro en Orlando, Florida.
-¿Sentís mayor presión por el apoyo de entidades?
-No, los resultados que me piden, entre comillas, son premios para mí, ya sea en plata o más entrenamiento. No me exigen nada. Además, yo misma tengo en mi cabeza subir a los podios.
-¿Cómo vivís las cosas cuando se complican por algún motivo? ¿Te frustrás?
-No soy de angustiarme. Mi hermana Vicky es mi referente. Ella tuvo una experiencia con el wake un poco difícil, con varias operaciones y nunca se quejó. Es mi ejemplo y la admiro muchísimo. Y cuando la estoy pasando mal, significa que hay que parar. Pongo el freno, dejo de esquiar un tiempito y pienso qué me pasa. Porque tirarte al agua con cara de culo, no va.
-¿Tuviste alguna lesión?
-Sí, me operé una vez la rodilla derecha, el ligamento interior. Ya estaba medio roto y lo operaron para ajustarlo, nada más. Y se regenera solo, por suerte.
-¿Cuál dirías que es tu talento?
-El power que le meto. Los latinos tenemos una garra diferente. Cuando vamos a un torneo, tenemos otra onda.
-¿Te ponés nerviosa el día previo a competir?
-La noche anterior es la más brava. Y sí, ¡me pongo nerviosa en todas las competencias! No me da vergüenza decirlo. He estado toda contracturada por los nervios. De chiquita tuve una situación en la que me quise hacer la canchera y me salió mal. Fue en una competencia nacional. Dije que no estaba nerviosa y no paré de caerme. Entonces, mejor aceptar los nervios, aceptar que es una competencia que te importa y que no la tenés atada. No ir sobrada a ningún lado, porque después llega la realidad y duele más.
-El wakeboard profesional tiene fecha de vencimiento, ¿hay planes a futuro?
-Exactamente, tiene fecha de vencimiento. Me quedan diez años como mucho para competir, pero siempre voy a querer hacer este deporte de algún modo. Doy clases también, algo que mantendré en el tiempo, y soy jueza internacional de wakeboard.
-Tenés apellido fuerte, de Armas, ¿te gusta?
-Me encanta. De hecho, el año pasado, me tatué un arma, en honor a él, disparando margaritas, que son las flores preferidas de mi mamá. Me gusta cuando viajo al exterior y lo traduzco: “Of the weapons”. Muchos se quedan helados (risas).
-¿Qué sensación tenés o qué sentís cuando estás arriba de la tabla esquiando?
-Es una mezcla de volar en el aire -porque todo el tiempo estoy saltando y haciendo piruetas- con estar conectada con el agua. Es una combinación de un montón de cosas. Es mucha libertad. Todavía no sé expresar todo lo que siento. Sí, voy resolviendo mis problemas o voy cantando. Y sin duda, es algo más: felicidad pura.
*Extracto de una entrevista publicada en Viva / Clarín el 28 de febrero de 2023.
SU PARTICIPACIÓN EN CIELO GRANDE
Doble de riesgo en Netflix
Por su gran destreza, Eugenia de Armas participó como doble de riesgo en la serie argentina Cielo Grande (2022), de la plataforma Netflix, donde hacía las escenas de acción del personaje que interpretaba la actriz Pili Pascual.
Una curiosidad es que la persona que manejaba la lancha en el rodaje era nada menos que su padre, Adolfo. “Fue muy loco, nos divertíamos mucho, pero no me tocó compartir tanto tiempo con los actores porque teníamos días distintos”, comenta sobre esa experiencia, de la que también participó su hermana, Victoria. La serie, filmada en 2021, cuenta la historia de un grupo de adolescentes que trata de salvar un hotel especializado en deportes acuáticos. Durante la aventura, rememoran recuerdos de la infancia, develan secretos familiares y se enamoran.
VICTORIA DE ARMAS
La misma sangre, la misma pasión
Eugenia y Victoria de Armas son las mejores deportistas de esta disciplina en Argentina. Las hermanas practican desde hace dos décadas y, aunque la menor es la más reconocida mediáticamente, “Vicky” también tiene una trayectoria impresionante.
Fue medalla de oro en los Juegos de Playa 2014, de plata en Cochabamba 2028, de oro en Playa (Rosario) 2019, de plata en los Panamericanos de esquí acuático México 2021, cuarta en Asunción 2022 y este año se consagró en los Juegos de Playa de Santa Marta (Colombia). Además, es integrante del equipo argentino. Otra artista del agua y la tabla.