Generalmente, cuando se habla de derechos vulnerados en nuestro país la lista es interminable: salud, educación, alimentación, libertad de expresión y hasta la vida misma son algunos de los nombres que se reiteran desde hace setenta años, momento en que la ONU decidió darles status jurídico en la Declaración Universal de 1948. Sin embargo, hay un derecho humano inalienable que no aparece nunca y, paradójicamente, resulta ser condición sine qua non para que se puedan garantizar muchos de estos: el acceso al agua potable y los servicios de saneamiento, algo que en el partido Escobar terminó por convertirse en privilegio de unos pocos.
No se trata de una expresión subjetiva ni mucho menos. Por el contrario, se basa en un dato estadístico tan real como alarmante: en promedio, el 80% de los habitantes del distrito no cuenta con esos servicios básicos. Esto quiere decir que de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires, Escobar es el tercero con menos acceso a las redes de agua corriente y cloacas, según un informe publicado recientemente por la denominada “Plataforma del Agua”, una iniciativa impulsada por organismos públicos y privados con el objetivo de “guiar los procesos de planificación estratégica de políticas e intervenciones relativas al agua”.
A nivel local, el 77,23% de los hogares no tiene acceso a redes públicas de agua en zonas urbanas. Desde la década del ochenta y hasta ahora, los únicos que sí gozan de este derecho son los vecinos del barrio 24 de Febrero (ex Fonavi), en Garín, y del casco céntrico de Belén de Escobar y alrededores. El resto, en su gran mayoría (68,97%), accede al vital suministro por una perforación en su terreno. Comparativamente, solo dos comunas están en una situación más desfavorable: Malvinas Argentinas (90,21%) y Ezeiza (85,18%).
El coeficiente empeora cuando se toma en cuenta el acceso al sistema de desagües cloacales, un servicio del que carece el 82,28% de la población escobarense, estimada en poco más de 243 mil personas. En una línea similar se encuentran distritos vecinos como Tigre (80,48%) y Pilar (80,41%), aunque los últimos municipios del ranking son Malvinas Argentinas (93,53%) y José C. Paz (93,37%).
En el área urbana de Escobar el 48,11% de los vecinos cuenta con saneamiento a través de una cámara séptica y pozo ciego, el 33,59% solo con este último y un 0,58% vierte sus desechos orgánicos a un pozo hecho en la tierra.
A contrapartida, el mejor acceso a estos servicios básicos lo tiene Vicente López, con solo 1,02% y 2,48% de sus habitantes sin agua de red y cloacas, respectivamente. En estos aspectos, también se destacan Coronel Rosales (4,18% y 6,18%) y Tres Lomas, donde hay un 13,75% de población sin agua potable en zona urbana, pero un 0% en materia de desagües cloacales.
A nivel provincial, el panorama general dista de ser bueno. El mapa interactivo de la “Plataforma del Agua” reveló que el 45% de los bonaerenses no posee cloacas y que 239.000 hogares tienen serios problemas de saneamiento, ya que no acceden a este ni a otro sistema como el pozo ciego o la cámara séptica. En cambio, si solo se toma en cuenta la conexión a la red cloacal, 7,6 millones de personas están aún privadas del servicio.
Esta importante herramienta virtual impulsada por el programa SedCero, arrojó que el 29% de los hogares no tiene agua potable en sus canillas y el 22% debe apelar a los pozos y perforaciones para poder acceder al H2O, con todas las consecuencias negativas que eso podría acarrear a la salud (ver recuadro).
Red en marcha
En 2011, a partir de un convenio firmado entre el Municipio y Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) durante la primera intendencia de Sandro Guzmán, las localidades de Ingeniero Maschwitz, Garín, Maquinista Savio y Matheu fueron incorporadas al área de concesión de la empresa pública. Un estricto acto de justicia, teniendo en cuenta que el agua “cruda” que abastece a la planta potabilizadora “Juan Manuel de Rosas” es extraída del Paraná de las Palmas en la zona ribereña de Escobar.
La Etapa 1 de la red primaria de agua corriente, que consiste en la colocación de un acueducto de 120 centímetros de diámetro a seis metros de profundidad en Maschwitz, Savio y Garín, conectado a la planta potabilizadora de Dique Luján, comenzó a realizarse en 2014 y debería haberse terminado en 2016. Sin embargo, esta vital obra se interrumpió el 30 de junio de 2017 por el famoso caso Odebrecht (ver recuadro) y quedó ejecutada en un 77%.
No obstante, la empresa quilmeña COSUGAS (Compañía Sudamericana de Gas) inició en enero el tendido de la red secundaria en el barrio El Triángulo y en el centro de Maschwitz, en el área delimitada por El Dorado, el arroyo Garín y las calles Fernández, Maipú y Colectora Este. Una buena noticia a medias, ya que hasta que no se termine el 23% restante de la obra, fundamentalmente el tramo que debe vincular el acueducto a la planta potabilizadora, no se podrá habilitar ninguna conexión domiciliaria (ver recuadro en página 17).
Igualmente, como para no seguir atrasando el reloj, en abril se inició la segunda etapa de la red primaria. El trazado del acueducto abarca un área de Belén de Escobar que no tiene el servicio y su extensión hasta Matheu a través de la ruta 25. El proyecto original contemplaba un plazo de ejecución de 20 meses, por lo que se calcula que podría estar terminado en noviembre de 2019, en el mejor de los casos.
Por su parte, el secretario de Obras Públicas de la Nación, Daniel Chaín prometió que “en 2023 el 100% del partido de Escobar va a tener agua corriente y cloacas”. Lo dijo en noviembre de 2016, al participar en la firma del traspaso de la concesión local de ABSA a AySA, donde acompañó al presidente de la empresa, José Luis Inglese, y al intendente Ariel Sujarchuk.
Entre otros anuncios, el funcionario también había señalado que en 2019 se vería “el pico de las obras” para conectar a cinco de las seis localidades del distrito -Loma Verde quedaría para más adelante- a la red troncal de la compañía. En cuanto a las cloacas, por ahora no se produjo ningún avance.
Las alarmantes cifras escobarenses en el ranking de SedCero no son una novedad, pero cobran mayor relevancia al ser puestas en contexto comparándolas con los otros 134 municipios. La situación es pésima y nadie lo puede negar, aunque las obras que se están llevando a cabo permiten ilusionarse con que este derecho humano tan esencial tenga alcance universal en los próximos años.
El caso Odebrecht pone trabas y dudas a la extensión del servicio
La construcción del acueducto que atraviesa Ingeniero Maschwitz y se debe conectar a la planta potabilizadora de Dique Luján venía avanzando lentamente pero a paso firme desde 2014. Hasta junio del año pasado, cuando un motivo impensado obligó a detener la marcha: la constructora Odebrecht, conocida por los casos de corrupción que protagonizó en varias partes del mundo, fue separada de la obra por una presunta estafa al Estado argentino.
La firma brasilera formaba parte de una Unión Transitoria de Empresas (UTE), junto a Benito Roggio e Hijos SA, José Cartellone Construcciones Civiles SA y Supercemento. Las cuatro se habían adjudicado esta mega obra, cotizada en $2.300 millones, incluyendo la edificación de la planta potabilizadora y de los acueductos necesarios para poder distribuir el vital elemento a distintos puntos de la zona norte.
Conocida la resolución judicial, Odebrecht decidió vender su parte en lo que restaba del contrato para, por lo menos, no perder más dinero. De esta forma, cada uno los socios argentinos se quedaría con el 33% de las acciones de la UTE. La decisión se oficializaría en los siguientes días y se descontaba que AySA aceptaría oficialmente ese cambio de composición interna tras el guiño de la Casa Rosada.
Pero el juez federal Sebastián Casanello consideró que las licitaciones fueron direccionadas de antemano para que ganara el consorcio liderado por el gigante brasilero. Además, los investigadores acusaron a los directivos de AySA de haber aumentado el presupuesto injustificadamente y de demorar los plazos de la obra para aumentar sus costos y así beneficiar a las compañías.
Tras ordenar la declaración indagatoria de 28 personas, la causa arrojó novedades en mayo: el magistrado ordenó el procesamiento de 19 imputados, entre los que se encuentran el ex presidente de AySA, Carlos Ben; el ex gerente de Licitaciones y Contratos, Carlos Di Somma, y los empresarios Tito Biagini (Cartellone Construcciones) y Aldo Benito Roggio (Roggio e Hijos).
Todos están acusados de haber sido parte de una maniobra que defraudó al Estado: los directivos de AySA como autores de la estafa y los empresarios como «partícipes necesarios», según informaron fuentes judiciales.
El problema para los escobarenses es que el acueducto que estaba construyendo esta UTE aún no está conectado con la planta potabilizadora, ya que por las inestables condiciones del suelo el tramo que corre paralelo a la ruta 26 quedó para el final. Así las cosas, hasta que el litigio se resuelva y ese trayecto de la red se concluya, no habrá más agua para nadie.
Los riesgos del agua de pozo para la salud
El listado de elementos y microorganismos que pueden contaminar el agua que utilizamos a diario para cocinar, lavar, bañarnos y, principalmente, consumir es tan largo como preocupante. Desde arsénico -produce cáncer-, hasta manganeso -Mal de Parkinson-, pasando por bacterias -enfermedades diarreicas-, sarro -cálculos renales-, virus, hongos, parásitos, nitritos y nitratos, entre otros tantos.
La composición química del agua de pozo varía según la región, formación geológica y contaminación medioambiental del lugar donde haya sido realizada la perforación, ya que puede recibir o no vertidos tóxicos de explotaciones industriales o agrícolas, como fertilizantes y plaguicidas. Además, puede ser beneficiosa, perjudicial o simplemente indeseable. Por ejemplo, cierta cantidad de flúor es deseable, mientras que el hierro es totalmente indeseable.
Igualmente, la mayoría de los riesgos de su consumo están vinculados a las bacterias que traen consigo los desechos orgánicos. Tal es el caso de la mal afamada Escherichia coli (E. coli), proveniente de la materia fecal humana y que puede causar desde infección urinaria hasta, en menor medida, infecciones respiratorias o meningitis en el neonato.
En 1998 un estudio de las napas de agua en el partido de Escobar concluyó que estaban contaminadas con E. coli. Esto demostró que los desechos de los pozos ciegos se habían filtrado hacia las napas subterráneas.
Nadie puede vivir sin consumir agua, eso es una verdad científica. Pero vivir absorbiendo agua que no es potable puede llevar a la muerte, inexorablemente. De hecho, hace algunos años la contaminación del agua en una escuela pública de Garín provocó una epidemia de hepatitis que se extendió rápidamente y causó la muerte de una niña.
Por eso, hasta que la red de agua corriente se haga realidad, los especialistas recomiendan una serie de acciones para prevenir cualquier tipo de enfermedad: filtrar el agua -si no está cristalina-, usar lavandina o hervir el agua, desinfectar el pozo y el tanque con cloro u otro método similar y realizar la perforación para el agua lo más profunda y lejos posible del pozo ciego.