Se llamaba Antonio, pero todos lo conocían como “El Tono” Lambertuchi. Le tocó hacer todo de cero, como quien se lanza al mar sin haber subido nunca a un barco. Sin embargo, fue un hombre prolífico, que supo abrirse caminos, incluso atravesando fuertes tormentas, tanto porque el país era un hervidero como por sus problemas de salud.
Fue el primer intendente del partido de Escobar y ejerció el cargo durante dos períodos: de 1960 a 1962 y de 1963 a 1966. Las dos veces ganó las elecciones con el 60% de los votos. Y en ambas oportunidades tuvo que dejar la Intendencia antes de tiempo debido a golpes de Estado.
Hasta 1960 Escobar no había tenido intendente porque no existía como partido. Cuando en 1959 se independizó de Pilar y Tigre, varios pobladores comenzaron a organizarse para participar en las elecciones del 27 de marzo. Hasta entonces, la comuna estaba dirigida por un comisionado municipal.
A pesar de que el justicialismo aún estaba proscripto, Lambertuchi se ocupó de formar un frente vecinal con una fuerte base peronista -había sido uno de los fundadores del Partido Peronista de Escobar, en 1945-, que incorporaba a otras fuerzas políticas como la Democracia Cristiana, la Unión Cívica Radical Intransigente, la Unión Conservadora y vecinos independientes.
El “Tono” tomó el cargo el 5 de mayo de 1960.
Isleño de cuna
Hijo de un matrimonio radicado en las islas, nació el 16 de abril de 1914. Su familia se dedicaba a la producción de maderas blandas y al cultivo de cítricos y frutales. Se casó a los 23 años con Edita Patrone y tuvieron cinco hijos.
Durante los primeros tiempos se instalaron en una estancia del río Carabelas, donde comenzó trabajando como peón, pero rápidamente ascendió a capataz. Logró comprar una isla e impulsar su propia industria forestal. Allí colaboró de todas las formas posibles para ayudar a los isleños.
Ya instalado en el pueblo de Belén de Escobar, su primera actividad sería en el rubro inmobiliario. Años más tarde fundaría la empresa de colectivos La Isleña, con dos coches.
Una de sus hijas, Nelly Lambertuchi, cuenta que su padre era un hombre solidario, visionario, buena persona, querido por todos. Siempre ayudando y dando a los demás hasta lo que no tenía. “En la parte de arriba de casa había armado unas oficinas que eran para llenar bolsas con ropa para los más necesitados. Toda la familia se ocupaba de eso”, recuerda en una reciente entrevista con el programa ADN Escobarense.
El sitio preferido de “Tono” en Escobar era la plaza San Martín, donde se sentaba y hablaba con la gente. Pasaba más tiempo ahí que en su oficina.
Antes de llegar a la Intendencia había actuado activamente en distintas instituciones: fue vicepresidente de la primera comisión directiva de Bomberos Voluntarios de Escobar, presidente del Club Independiente, cofundador de la Sociedad de Fomento El Cazador y Río Luján, presidente de la Cooperadora Policial -compró el primer patrullero- y de la Comisión Pro Destacamento Policial de Islas, para el cual cedió una propiedad suya. También integró la comisión Pro Fiesta de la Flor.
Los avatares políticos, el exceso de trabajo y los problemas que no podían resolverse hicieron estragos en su salud. En el ‘66 sufrió un ACV que lo dejó hemipléjico. Y si bien logró reponerse en parte, su recuperación nunca fue del cien por ciento. Incluso después de haber viajado a Rumania para someterse a un tratamiento médico. En aquel viaje, la gran sorpresa fue haberse encontrado con Juan Domingo Perón.
El 28 de marzo de 1979, a los 65 años, mientras caminaba por la avenida Tapia de Cruz, cayó desvanecido y falleció. En reconocimiento a su labor y a su calidad como persona, desde abril el parque de la estación de Escobar lleva su nombre.