Según las siete profecías mayas propagadas en los medios masivos de comunicación, el viernes 21 del corriente mes y año pueden acontecer, como destino ineludible, dos posibilidades: la muerte total de todos los seres vivos del planeta, desde la ballena azul pasando por nuestro variopinto bestiario mamífero hasta el más pequeño de los microorganismos; o un cambio de consciencia que a nivel global dé cuenta de la crisis ambiental, económica y militar que pone al hombre en peligro de extinción y nos lleve a un mundo de paz y amor.
El cordero de dios
Un dato es cierto: de acuerdo al calendario maya, el 22 de diciembre de 2012 es el primer día del decimotercer baktún. Se trata de una especie de año nuevo. En dicho calendario hay varias formas de medir el tiempo, una de ellas se llama baktún y equivale a 144.000 días. El día 21 termina un baktún (el número 12 de 20) y comienza otro.
Según explica Tomás Pérez, del Centro de Estudios Mayas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el estudio de los jeroglíficos mayas (de unos 15 mil conocidos) apenas dos glifos nombran el año 2012 como un año nuevo más del calendario. En ninguna inscripción dice que se acaba el mundo. ¿Cambio climático, cambio de polaridad (el norte por el sur), un cometa destructivo, alineación galáctica? No existe nada de eso en inscripciones jeroglíficas.
El único documento legible que registra esta fecha es el número 6 de Tortuguero, localizado en Tabasco, México. Este glifo indica que el presente año se manifestará el dios maya BolonYokte, un dios de la guerra.
Las siete trompetas
Durante la segunda década infame aparecieron programas de TV (de producción estadounidense) que hacían una interpretación moderna, antojadiza y para nada fundamentada sobre los glifos de la cultura maya. Uno puede establecer puentes entre cosas diferentes, hasta puede encontrar relaciones entre la vida sexual y reproductiva del elefante con el cultivo de hongos champiñones, pero el absurdo es el mismo.
El citado arqueólogo opinó que las “Profecías Mayas” son parte de la crisis en la que están los sistemas religiosos occidentales. Cuando comenzó a descifrarse la escritura maya y se vio que, entre otros aspectos, se refería a fines de ciclos, se hizo una interpretación fácil desde la perspectiva del pensamiento occidental, ligando esto a una visión apocalíptica sobre el fin del mundo.
El pensamiento mesiánico occidental “tergiversó la cosmovisión de antiguas civilizaciones, como la maya”. Los profetas mediáticos y modernos empezaron a vaticinar el supuesto fin del mundo a partir del concepto de fin de una era y el comienzo de otra. Mezclas absurdas entre ideas apocalípticas de la biblia con cosmovisiones de las culturas mesoamericanas. Por supuesto que los mayas tenían una numerología (habían descubierto el número cero mucho antes que Europa), pero la comparación entre números y calendario maya con nuestros modernos 01234… numerales arábigos y nuestro calendario gregoriano distan entre sí casi un mundo.
Jinetes del Apocalipsis
La esfera de las creencias pertenece, en cada caso, al mundo personal. Hasta las mínimas esperanzas, ilusiones, sueños y fantasías nos sirven para empujar hacia adelante y planearnos felicidades a futuro. En nuestro país, la identidad sigue en disputa y el sincretismo religioso es ley. Con perdón a Umberto Eco, somos apocalípticos, porque desde el siglo veinte que nos sobrevuelan las fantasías del fin del mundo, e integrados, porque dichas ideas provienen de una cultura mediática que vende su propio humo utilizando términos vaciados de contenido tales como los aquí ya mencionados.
Entre tanta mentira, podemos estar seguros de que algo va a cambiar a partir del próximo viernes 21 y es la temperatura, porque empieza el verano.