En tacos altísimos y con la banda cruzándole el pecho, Catalina Velocci (25) se mueve por el predio de la Ciudad Floral como si fuera su propia casa. Saluda a todos por su nombre, señala dónde están las oficinas y le indica a un visitante cómo llegar a los diferentes pabellones. Abre la heladera y sirve unas bebidas para empezar la entrevista con DIA 32.
La joven acaba de ser coronada Reina Nacional de la Flor, aunque no es la primera vez que forma parte del séquito. En sus dos postulaciones anteriores fue electa Miss Simpatía (2012) y primera princesa (2015), por eso está tan familiarizada y adaptada a todo lo que implica su nuevo rol.
“Por reglamento podés presentarte hasta los 25 años, esta era mi última oportunidad, así que me presenté de vuelta”. Asegura que no le importaba salir reina, pero sí seguir siendo parte de las cinco elegidas porque para ella significa “un orgullo enorme apoyar y colaborar con la fiesta, desde el lugar que sea”.
Las críticas de buena parte de la sociedad a este tipo de concursos es un tema inevitable en la conversación. Al respecto, ella hace una distinción: “Esto no es un concurso de belleza, donde creo que sí se cosifica a la mujer. A nosotras nos evalúan por un montón de otros valores”.
“Yo siento que puedo expresarme como quiero, me siento cómoda y transmito un mensaje que tiene un valor cultural”, aclara. Y explica que su misión es “contarle a la gente que visita esta bella exposición cómo es el trabajo tan sacrificado que hay detrás de lo que se ve”.
Del barrio de la flor
La flamante reina no sólo es de Belén de Escobar sino que desde chica vivió con su familia sobre la calle Gelves, a tres cuadras del predio ferial. Ahí “mamó” la fiesta y también es por eso que se siente tan de la casa. Ya no vive allí, se mudó a Villa Alegre con su novio.
Actualmente la sucesora de Celeste García -la reina de la Flor electa en 2017, de Garín- trabaja de administrativa en una clínica en Pilar, estudia Terapia Ocupacional y es profesora de danzas clásicas, su desconexión, su cable a tierra junto con ir a pescar.
Durante sus experiencias como Miss Simpatía y princesa pudo conocer fiestas que se realizan en diferentes partes del país y del interior de Buenos Aires. Una de las que más le gustó fue la del Ave de Raza, en Rauch. “La gente es amorosa y el trabajo que hacen, increíble”, afirma.
Confía que durante su reinado podrá viajar más, para conocer las costumbres y tradiciones de otros lugares. Y eso la entusiasma: “Viajar te abre la mente”.