Un oficio milenario en boca de un apicultor de Ingeniero Maschwitz que se pone el mameluco y se transporta. Como las abejas, siempre en busca de las flores. Un trabajo duro que da satisfacciones.
Sofía Moras
Los puentes de la Panamericana empezaron a transformarse con coloridos murales que les otorgan una alegre identidad. Es una iniciativa del Municipio y el artista que realiza estas obras es de San Fernando.
Naturaleza, espiritualidad y belleza arquitectónica se combinan en las 14 hectáreas de un complejo casi oculto en la calle Mendoza. La historia de su fundador, el espíritu original y un presente multifacético.
Hace 15 años dedica su tiempo a rescatarlos de la calle para curarlos, llevarlos a vacunar y procurarles un hogar. Además, en su casa convive con 34. Asegura que son una de las mejores cosas que le pasaron.
Frecuenta por largas horas la barranca de El Cazador, los ríos y el bañado fotografiando pájaros de manera artesanal, con llamadores, comederos y posaderos. “Me apasiona lo que hago”, afirma. Y advierte que la población aviar disminuyó 70% por el avance inmobiliario.
Buscadores de soluciones pacíficas, guardianes del Arroyo Garín y socialmente inclusivos, un grupo de vecinos de Ingeniero Maschwitz le pone el cuerpo a cuestiones que tocan de cerca a toda la comunidad.
Un mercado en Maschwitz que busca sustentabilidad, vecinos que ofrecen productos naturales y cada vez más personas adhiriendo a la propuesta del comercio justo y el consumo responsable.
Una pareja de voluntarios españoles llegó en 2014 al Colectivo Cultural con una beca de nueve meses de la Unión Europea. Pero la experiencia les resultó tan fascinante que decidieron quedarse a vivir en Ingeniero Maschwitz.