Alrededor de 1.900 mujeres y 2.500 hombres de todas partes del planeta se encontraron en la ciudad de Port Elizabeth para participar del Mundial Ironman 70.3 de Sudáfrica, una prueba de máxima exigencia que comienza con 1,9 kilómetros de natación, sigue con 90 de ciclismo y finaliza con 21 de trote. Entre esa multitud hubo tres deportistas escobarenses: Gabriela Vona (52), Yanina Minaglia (36) y Oscar Giroto (51).
El sábado 1º fue la carrera femenina, con pleno sol y un clima ideal para salir a correr por las calles de la ciudad, entre cientos de curiosos y turistas que se agolparon en las inmediaciones para ver el espectáculo.
Minaglia se destacó con un registro de 5 horas, 22 minutos y 28 segundos, siendo 52° entre 204 chicas de su categoría (35/39 años) y 307° en la clasificación general. “En el agua me fue mejor de lo que esperaba. La peor parte fue la de ciclismo, me costó, encima me caí porque me desconcentré y seguí de largo en una curva”.
Durante el segundo recorrido cuenta que la penalizaron por arrojar un sachet de gel en la ruta. Y en el tramo final se vio extenuada: “Estaba muy cansada de la cabeza por lo que había pasado, pensé en caminar en una subida pero seguí. Y cuando llegué a la mitad de los 21k, lo único que quería era llegar”.
Insólitamente, hasta último momento su participación corrió peligro. Estuvo varada varias horas en el aeropuerto de San Pablo junto a su hijo, por un asunto burocrático que se pudo subsanar pero le costó un desgaste emocional importante. “Perdí dos vuelos por un tema de papeles. Y al llegar a Sudáfrica me habían perdido mi bici, que apareció una hora antes de la prueba. Estaba que corría y que no, desesperada, llorando sin saber qué iba a pasar”, recuerda, ya como una anécdota tragicómica que no olvidará. Así y todo, cumplió con el tiempo estipulado con su entrenador Ezequiel Benvenuto.
Para Vona la situación fue mucho más normal, sin sobresaltos ni llegadas sobre la hora. Con un tiempo de 6:48:08, terminó 114° en su categoría (50/54 años) y 1201° en la general, a puro sacrificio y fuerza mental. “Me costó un poco la bici, me penalizaron con 5’ porque dijeron que hacía drafting (ir en pelotón), algo que no fue así pero no pude hacer nada. En pedestrismo hice el mejor tiempo de todas las argentinas que participaron: 1 hora y 55 minutos. Fue una experiencia imborrable, una carrera con mucho nivel y me sentí muy cómoda”, aseguró.
A nivel deportivo le llamó la atención la organización y la amabilidad hacia las competidoras. “En la largada estábamos muy relajadas, no te apremiaban con el tiempo, todo muy tranquilo. Estuve también en el desfile de las delegaciones y la gente del lugar es muy cálida”, expresó, más allá de la parte competitiva.
Al día siguiente fue la cita masculina, donde a Giroto le tocó correr con lluvia en un día gris. Para él no era la primera experiencia mundialista: ya había estado en Australia 2016, en otro Ironman 70.3, y buscaba mejorar esa performance, que no había sido de las mejores.
Lo negativo fue que no le funcionó el chip de la organización y sus tiempos no quedaron asentados oficialmente, pero dados sus registros personales terminó 97° en su categoría (50/54), entre 387 competidores, con un tiempo de 4 horas y 59 minutos. “Las partes del agua y de la bici las hice bien, y en el trote, que es mi fuerte, tuve un ritmo parejo. Viendo los parciales, donde más diferencia me sacaron fue en la bici. En ese sentido, los europeos tienen otro tipo de bicicletas, superiores, que los ayudan, aunque no me quejo de la mía”, señaló.
“Fui a disfrutar y sabía que no iba a lograr un podio, mi expectativa era bajar las cinco horas y entrar entre los 100 de mi categoría, cosas que conseguí”, confesó el más experimentado del trío en este tipo de competencias, disfrutando de un deporte que lo llevó a conocer varias ciudades del mundo.
Vivencias en un país excéntrico
Los tres escobarenses viajaron a tierras que difícilmente hubieran visitado de no ser por el deporte, a miles y miles de kilómetros de distancia y con una erogación económica importante en una época difícil. Por eso aprovecharon para conocer un poco más de un país tan lejano como particular.
“La geografía allá es parecida a la nuestra. Sí hay otra idiosincrasia y es muy cosmopolita, hay gente de todos lados. Se preparan mucho para recibir al turismo. Cuando fuimos a retirar el chip me pidieron sacarse una foto conmigo para que se la mande a Messi, me decían”, cuenta Vona, entre risas, narrando la inocencia de los chicos sudafricanos. También aprovechó la estadía para practicar otra de sus pasiones, el kayak, donde se metió en las cuevas de un estuario.
Para Giroto lo más llamativo fue la diferencia de clases sociales entre negros y blancos, el nivel económico de cada uno y la desigualdad: “Uno escucha Sudáfrica, el apartheid, Mandela y pensé que la cosa estaba un poco más equilibrada, pero el empleado raso es negro y ellos son la clase media baja. Hice muchos kilómetros en auto, pasé por muchos pueblos y no encontrás un blanco. Tienen los dos extremos, en Johannesburgo, donde viven los blancos, hay mucha plata, concesionarias de autos de lujo y muchos barrios privados”, detalló.
Vona y Minaglia aprovecharon también para conocer reservas y parques naturales propios del lugar, donde pudieron ver de cerca la fauna africana, con leones, jirafas y elefantes como principales atractivos. “Vimos todo tipo de animales. Haciendo no más de 800 kilómetros te encontrás con ballenas, pingüinos… es una fauna muy amplia”, señala sorprendida Minaglia, que también visitó Ciudad del Cabo, al sur de donde se corrió el triatlón, y pudo sacar conclusiones generales sobre los habitantes de este país, que tiene salida a dos mares, el océano Atlántico e Indico. “El africano es muy buena onda y amable, muy parecido a los cariocas”, afirma.
Los desafíos que vienen
Después de tamaña experiencia, el trío de escobarenses seguirá exigiendo su físico y buscando nuevos desafíos dentro del triatlón, con más participaciones internacionales. En noviembre Giroto y Vona viajarán a Estados Unidos para correr el Ironman de Florida, que tendrá distancias olímpicas y dará clasificaciones para el Mundial de Hawaii 2019.
Por su parte, Minaglia hará lo propio el mismo mes en Nordelta (Tigre), lugar de una fecha del Ironman 70.3 en nuestro país y que da boletos al Mundial del año próximo, que se hará en Niza (Francia).
Tres claras muestras de adrenalina y pasión, con objetivos que se renuevan permanentemente y nuevas metas por cruzar, en el país que sea y ante las adversidades que la vida y el deporte les deparen.
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