Después de ocho años al frente del hospital Erill, el reconocido médico admite no haber logrado sus metas y explica el porqué. “Tiene que haber un nuevo planteo para la salud pública”, sostiene.

Por JAVIER RUBINSTEIN

Es jueves a la mañana y Carlos Ramos recibe a DIA 32 en su consultorio particular de la calle Estrada, antes de empezar con sus maratónicas rutinas de atención. De hecho, para la entrevista hay algo menos de una hora hasta que llegue su primer paciente. Mate de por medio, con su característico hablar pausado y reflexivo, el reconocido médico escobarense se predispone a hacer un repaso de sus ocho años de gestión a cargo del hospital Erill.

“Cuando uno estudia medicina y vive en un pueblo como Escobar, uno de sus objetivos es dirigir el hospital. Quisiera que su hospital califique como un gran hospital y pone toda esa carga que fue generando durante años cuando llega a la gestión. Pero me tocó trabajar en una época donde la salud no cotiza en bolsa para los políticos”, sostiene Ramos, a modo de introducción.

¿Antes se le daba más importancia a la salud pública desde el Estado?

Antes había orden y se resolvían distintas cuestiones, algo que no pasa hoy. Ahora hay agresiones, cierran servicios, se falla en los resultados, hay mal estado general, paros, los médicos están en la calle. El mundo ha evolucionado y la medicina es una sola. Se debe tratar igual un infarto, por ejemplo, en un servicio público o privado. No hay dos tratamientos. Hace veinte años ese tratamiento era accesible y hoy es distinto porque los costos y los hospitales públicos hoy no tienen, quedaron retrasados. Debería existir una inversión grande en salud. En mi gestión no la tuve y cuando iba y lo planteaba me contestaban: “No tenemos, no hay”. Así el hospital público empieza a desmerecerse en la sociedad, porque no se encuentra la solución que tendría que haber.

¿Por eso mucha gente recurre al hospital como último recurso?

Sí. Y, pese a todo, lo básico lo encontrás en un hospital pero no en lo privado. En la guardia activa del hospital tenés clínico, cirujano, pediatra, ginecólogo, obstetra, anestesiólogo, traumatólogo, bioquímico, técnico de rayos… Andá a una clínica y fijate cuántos de estos que te nombré están… Tenés un clínico, un pediatra, un ginecólogo y un terapista, cuatro personas. En un hospital hay 25, 30 profesionales de guardia. El factor humano del hospital sigue siendo el que le pone la diferencia. Empezamos a fallar cuando faltan elementos de alta complejidad y es necesario el traslado.

¿Qué balance hace de su gestión al frente del Erill?

Dentro del contexto y de lo que se pudo hacer con los pocos elementos que teníamos, mantuvimos un hospital abierto con todas las guardias en funcionamiento, sin cerrar ningún servicio y dependiendo de un presupuesto que era antiguo desde 2012. Todo aumentó y debías pedir una ampliación demostrando a qué se debía para que puedas llegar a fin de año. Dentro de todo eso, haber terminado la gestión con el hospital en funcionamiento, de alguna manera, me deja conforme. Pero cuando acepté la dirección lo hice para que el hospital hoy sea otro y no lo conseguí, de ninguna manera.

¿Cuál cree que fue su mayor logro?

Haber tenido diálogo con los equipos de trabajo, lograr discusiones en el buen sentido de la palabra, con respeto y fundamentos, no en vano ni por capricho. Fue una dirección abierta. No creo en las conducciones personales.

¿Y su mayor frustración?

Hay mucho por resolver, desde los insumos diarios hasta los anestesiólogos, que son un problema para la salud pública porque están contratados a través de la Asociación Argentina de Anestesia. Eso repercute negativamente y pone inconvenientes entre los cirujanos y la gente que va a operarse. Hay una lista de espera para la anestesia de cirugía programada de cuatro pacientes por día.

Aunque ya no es director, sigue trabajando en el hospital. Ahora que lo ve desde otro lado, ¿le cuesta desligarse de su antigua función?

No es fácil desligarte después de ocho años y en tan corto plazo. Yo presenté mi renuncia el 1º de febrero y a los pocos días decidieron poner la nueva dirección. Ya habíamos hecho un consenso para que eligieran a quién querían y así se eligió a los doctores (Fernanda) Bigliani, (Eduardo) Morales y (Marcelo) Castellano. Gente que se merece tener la oportunidad de tomar las riendas del hospital y que ojalá tengan la suerte de que esta nueva administración provincial le de lo que necesitamos.

Cuando uno va al hospital advierte enseguida un deterioro edilicio llamativo, desde lo más básico, como las sillas, las luces, los baños, los bancos, las paredes, el ascensor… ¿Cuesta tanto mantenerlo en condiciones?

Cuando no hay plata tenés que fijar prioridades. Sin dudas que sentía cierta vergüenza de ser el director de un hospital donde los baños no funcionaban, tardaban en cambiar los vidrios rotos o había lugares que se llovían. Los baños públicos los arreglamos mil veces y al otro día volvían a estar rotos. La gente se llevaba los picaportes, las canillas… lo metálico ahí no dura nada. ¡Se han llevado hasta las piletas del baño! Así es muy difícil. Además, el hospital no cuenta con el personal de seguridad necesario.

Si fuera un paciente, ¿qué diagnóstico tendría el hospital?

Estaría en una situación crítica, con riesgo de vida. Pero si alguien se da cuenta a tiempo, tiene todo para salvarse, sin dudas. El tema es que la solución no tiene que ser para el hospital de Escobar y no pasa por si alguien quiere ayudar al hospital, sino con un planteo nuevo para la salud pública. Mientras no exista eso, no vamos a tener lo que el hospital necesita.

Elección de vida

Dejando atrás su paso por el cargo de máximo responsable del nosocomio local, Ramos también habló de la oncología, su trabajo de todos los días tratando pacientes con diferentes tipos de cáncer. Una tarea difícil, chocante para muchos y con un diagnóstico que nadie quisiera escuchar en su vida. Pero pasa, e indefectiblemente se debe afrontar.

“La oncología es algo apasionante y en continua actualización. Uno siente que realmente está haciendo medicina. Quiere tomar decisiones y salvar a los pacientes. No es lo mismo que curar anginas, otitis o pediculosis. Ahí no sentís lo más profundo que tiene la medicina. Algo parecido debe sentir el cirujano o el cardiólogo, son situaciones donde el médico se siente reconfortado por poder ayudar”, señala, marcando su pasión por esta compleja especialidad.

¿Cómo hace para decirle a una persona el problema que tiene?

Hay capítulos enteros de libros que dicen cómo explicarle a la gente la situación que vive. La mala noticia existe, nadie la toma con calma, pero la oncología ha avanzado mucho y muchas enfermedades hoy tienen solución. Muchos se curan y otros pasan a la cronicidad de la enfermedad. El resultado ya no es la muerte, como era antes. Hoy es la rama de la medicina que más avanzó en tratamientos, con drogas y procedimientos. Cuanto antes se diagnostique, más chances hay de curarlo.

Nuevo gobierno y futuro personal

Como vecino de Escobar, además, se refirió al cambio de gestión en el municipio y la llegada de Ariel Sujarchuk a la Intendencia. “Hay que esperar que se acomode, tras una gestión larga como fue la de (Sandro) Guzmán, Sujarchuk tiene que armar un equipo nuevo. Hay que darle tiempo, las cosas no se logran de la noche a la mañana. Más cuando el presupuesto es angosto”, comentó el galeno, dejando el crédito abierto a la nueva conducción que tiene el distrito desde el 10 de diciembre.

En el tramo final de la entrevista, Ramos dejó en claro que no está entre sus prioridades regresar a la actividad política partidaria. “Quiero disfrutar de mi familia, mis hijos, mi esposa, mis padres. Hay veces en que me pregunto dónde estaba yo en tal momento de la vida de mis seres queridos y es un poco angustiante porque querría volver el tiempo atrás. Es una etapa pasada, pero tampoco digo nunca más. Uno está vivo y dispuesto a generar, a no quedarse quieto. Si todos nos pusiéramos en esa línea de compromiso, el mundo sería diferente, viviríamos mejor”.

FICHA PERSONAL

Carlos Andrés Ramos nació el 30 de diciembre de 1959 en el hospital Eva Perón de San Martín. Está casado con Ana María Vaca y tiene tres hijos: Mauro, médico como él;  Lucas, que estudia abogacía; y Camila, estudiante de psicología. Fue director asociado del hospital Erill en sus comienzos y desde junio de 2008 hasta febrero de 2016 estuvo a cargo de la dirección ejecutiva. Además, fue electo concejal dos veces -en 1997 y 1999- y manejó la Secretaría de Salud del Municipio durante las intendencias de Luis Patti y de Silvio González.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *