Hay acontecimientos que marcan un antes y un después en la vida de las comunidades. Que cambian algo de manera tan determinante que pasan a ser parte de su historia constitutiva, eventos inolvidables. Este caso es un ejemplo.
Cuando el pequeño paraje en medio del campo hasta entonces llamado Parada Kilómetro 48 fue inaugurado y declarado estación ferroviaria, se realizó una gran fiesta a la que asistieron todos los vecinos y personalidades de la zona. Aquel sábado 24 de agosto de 1968 fue un día histórico y muy emotivo para los habitantes de lo que en ese tiempo se conocía como Cuartel 9° del Pilar.
Para conmemorar semejante acontecimiento se realizó un viaje especial en un tren, del que participaron autoridades locales y nacionales. La formación fue remolcada por la misma máquina con la que Francisco Savio había logrado su increíble marca 42 años antes.
En 1926, el célebre maquinista registró el récord sudamericano de velocidad ferroviaria al mando de la locomotora North British Loc. Co. Limited clase PS 10, número 191 y llamada La Emperatriz. Para hacer los 303 kilómetros de Retiro a Rosario tardó apenas 3 horas y 21 minutos.
En esa misma máquina habían viajado grandes personalidades de la época, presidentes como José Figueroa Alcorta, Victorino de la Plaza, Roque Saénz Peña, Marcelo Torcuato de Alvear e Hipólito Yrigoyen, hasta monarcas europeos como Humberto de Saboya y el duque Eduardo de Windsor.
Que la localidad lleve su nombre fue una forma de homenajear e inmortalizar a este noble, singular y distinguido conductor de trenes.
Punto de partida
Hacia mediados del siglo pasado, aquello era un diminuto poblado con apenas un puñado de casitas. El tren que recorría Victoria-Capilla del Señor pasaba de largo por el Kilómetro 48, entre las estaciones de Garín y Matheu. Para la empresa de ferrocarril, pensar en construir una estación o siquiera una parada en un lugar tan desolado era una inversión totalmente injustificada.
Sin embargo, ya entre fines del siglo XIX y comienzos del XX los ferrocarriles estaban siendo clave para el desarrollo y la consolidación del modelo económico argentino. Principalmente porque permitían la movilización de personas entre los pueblos y la ciudad, facilitaba los traslados y la comunicación y abría el acceso a trabajos estacionales muchas veces vinculados a las tareas agrícolas.
Cuando este medio de transporte comenzó a expandirse por el territorio nacional dio lugar al nacimiento de nuevos pueblos y ciudades.
En 1940 un grupo de vecinos comenzó las primeras gestiones frente a la empresa ferroviaria para que el tren se detuviera allí. Además de que uno de sus coches transportaba diversos productos de granja como leche, huevos y aves que les serviría tanto para abastecerse como para enviar mercadería a otros pueblos, también llevaba un vagón de pasajeros que facilitaría el viaje a los pocos que debían ir hasta Buenos Aires. Pero cada trámite conducía a un camino sin salida.
Perseverancia y paciencia
Los vecinos tuvieron que esperar a que los campos se lotearan y se formaran los primeros barrios residenciales con casonas y quintas de fin de semana para arremeter nuevamente con la idea. A esa altura, el aumento de población hizo que crezcan las razones para que el tren tuviera su parada.
Era necesario que los chicos contaran con un medio de transporte hacia los centros urbanos para asistir a las escuelas y que quienes adquirían lotes construyan sus viviendas permanentes sabiendo que viajarían rápido a las áreas fabriles y comerciales.
Pero la principal razón era que el kilómetro 48 se había convertido en un punto estratégico de coordinación con colectivos y transporte de cargas por estar en el cruce de la ruta provincial 26, que estaba pavimentada y se unía fácilmente con la 8 y la 9. Este es uno de los aspectos que destaca el historiador Aldo Beliera en un completísimo informe publicado en su blog en 2010.
Entre los pobladores consiguieron 207 firmas y propusieron hacerse cargo del costo de la obra, que sería supervisada por la línea Mitre. También ofrecían ceder a la empresa estatal un terreno de 50 por 700 metros costeando la vía. Ya contaban con un guardabarrera, una casilla y una casa habitación, lo cual era un gran avance.
Al costado del andén
Recién en 1957 un convoy fue autorizado a detenerse allí por primera vez. Estaba destinado a las maestras que venían de Buenos Aires a dar clases en una casilla precaria, que luego se convertiría en la Escuela Nº24.
Ese fue el primer logro y lo que más tarde permitió abrir el diálogo con las autoridades de Ferrocarriles Argentinos, quienes comenzaron a interesarse en cómo se llevaría adelante la obra, que fue aprobada en julio de 1959.
Los habitantes del paraje se comprometieron a colaborar con dinero, donando materiales o mano de obra. Juana Beliera, Celia Portillo Beliera de Olivieri y Juan Humberto Ismael Beliera cedieron el terreno mencionado antes.
El 19 de diciembre de 1960 la parada del Kilómetro 48 quedó inaugurada, a pesar de que la obra no estaba concluida. Recién lo estuvo en agosto de 1968, luego de varios esfuerzos de los pobladores, que hasta organizaron rifas, kermeses, festivales y comidas para juntar fondos. Para orgullo de todos, no fue apeadero ni parada: fue estación.
Sin embargo, hubo una desilusión: los lugareños no pudieron bautizarla como querían. Habían pensado en llamarla “Beliera”, por el apellido de los antiguos propietarios y donantes de las tierras; “Escuela 24”, por haber sido hito de la creación; o “Granadero Gelves”, un mártir de la batalla de San Lorenzo nacido en el lugar. Fueron las autoridades de Ferrocarriles Argentinos quienes decretaron que sea Maquinista Francisco Savio.
En la década siguiente, también a pedido de los vecinos, se creó la Delegación Municipal. Fue el 5 de junio de 1974 y esa es la fecha en la que cada año se celebra el aniversario de la localidad.