Hay deseos de jóvenes que terminan cumpliéndose de adultos. Distintos factores de la vida hacen que se puedan concretar recién a una edad madura, sin dejar nunca el compromiso, la actitud e intensidad que se debe poner para poder plasmarlo. Así le pasó a Bruno Bernardini (50), que de adolescente soñaba con ser un gran tenista. No lo logró entre los años ’80 y ’90, pero llegó a cristalizarlo en plena madurez.
Agarró su primera raqueta cuando tenía 11 años, en una de las canchas del Club Independiente de Escobar (CAIDE). Con Luis Gambini como entrenador, fue aprendiendo y empezó a competir a nivel nacional y sudamericano. Llegó a entrenar con “Luli” Mancini, Eduardo Bengoechea y Martín Jaite, todos mayores que él. “No agarraba una”, recuerda, sincero.
“Peloteaba con los mejorcitos del país, en los entrenamientos estaba de igual a igual, pero cuando competía perdía con el número mil. No podía manejar la presión, me enojaba. Odiaba el tenis. Quería ser el mejor y no entendía por qué no podía… Tenía una frustración grande” le confiesa a DIA 32, que lo entrevistó antes de un entrenamiento en el campo deportivo del club de toda su vida.
Jugando un torneo en Paraguay sufrió una hernia de disco que lo alejó de los courts. Primero iba a ser por seis meses, pero terminaron siendo casi 18 años sin una raqueta en la mano.
“Por la lesión dejé de jugar a los 17 años y volví a los 35. En ese periodo tuve facultad, trabajo, familia, estaba con muchos kilos de más. Jugaba al fútbol y empecé a hacer carreras de aventura, pero me lesionaba bastante”, repasa sobre su etapa fuera de las canchas de polvo de ladrillo.
Volver al tenis
Poco a poco fue recuperando las ganas y la ansiedad de jugar otra vez. Así que volvió a agarrar la raqueta en busca de cumplir aquella meta pendiente. En 2012 fue campeón sudamericano +40 en Brasil y desde ahí hizo un clic para dejar atrás las autoexigencias y tratar de disfrutar del juego.
En 2020 asumió como presidente de la Subcomisión de Tenis de CAIDE y tiene un máster plan para mejorar el club, que sueña con llevar a cabo alguna vez.
“La pandemia me hizo bien en algunos ámbitos. Volví a entrenar y a querer estar bien por mis hijos (de 4 y 12 años). Fui a ver un equipo médico, me hicieron un cambio nutricional, con masajista, osteópata, psicólogo de tenis, una buena preparación física y un entrenador nuevo que me cambió la forma de jugar. Bajé 10 kilos, gané masa muscular y me siento impecable. No me enojo más y juego mejor”, afirma, feliz de su progreso.
En 2021 ganó los torneos de El Palomar, Parque Sarmiento, Luján y el G2 en CAIDE, llegó a las finales de Hacoaj, Rosario y San Fernando y a la semifinal del Máster de fin de año, donde jugaron los mejores 8 tenistas de cada categoría a nivel nacional e Independiente clasificó siete jugadores.
“Empecé sin puntos en el ranking y terminé 3º en la Asociación Argentina (AAT). Fue el mejor año de mi vida deportiva. Ahora divido mi tiempo en partes iguales: 33% para mis hijos, 33% para el trabajo y 33% para el tenis. Y muchas veces más tenis que trabajo”, sostiene, sonriente.
Además, comenzó a hacer yoga y meditación para derrotar sus partes emocionales que no le hacían bien. “Empecé a perdonarme mis frustraciones, me di cuenta de que era más vulnerable de lo que pensaba. A aceptarme como soy y matar un poco el ego, una lucha que tuve toda mi vida. Ahora me empecé a divertir, gane o pierda, a ser simple”, reflexiona, con convencimiento.
“Ahora divido mi tiempo en partes iguales: 33% para mis hijos, 33% para el trabajo y 33% para el tenis. Y muchas veces más tenis que trabajo”.
Jugador de primera
A nivel club, con Independiente integró el equipo +45 que logró el histórico ascenso a la primera categoría para 2022. Arrancaron en la quinta y año tras año fueron escalando hasta subir al máximo nivel nacional. En tercera, segunda e intermedia, además, salieron campeones invictos. “Se juegan zonas, después la ronda campeonato y ganamos todo”, explica, orgulloso.
El plantel para este nuevo año será el mismo, con el gran desafío de medirse ante los mejores +45 de todo el país. “No quiero que venga nadie de afuera. Si tenemos que perder, que sea entre amigos. Esta es mi casa y todos tenemos sentido de pertenencia”, asegura, con honestidad.
Con su nuevo team de preparación física y técnica, Bernardini cambió su forma de jugar. Antes era de ir a buscar el punto rápido, intentando meter pelotas imposibles. Ahora es un metedor más estratega, que espera el error rival. “Me da mucho más resultado, antes no le ganaba a nadie”, comenta, risueño. “Mi mejor golpe es la derecha”, afirma. -¿Y el que tenés que mejorar? “La cabeza”, responde, tan veloz como cuando debe llegar a la red a devolver un drop shot.
El escobarense logró para el año que comienza su mayor sueño como tenista: clasificó al Mundial Senior+50 que se disputará en Palm Beach (Estados Unidos), en mayo. En 2021 lo jugó Fernando Magri (en Croacia) y él será el segundo representante de Independiente en este evento internacional.
Detrás de estos éxitos está la figura de su padre -también llamado Bruno, de 77 años-, a quien considera su máximo ejemplo. “Me bancó en momentos difíciles, como en la adolescencia, cuando tomé caminos que no eran convenientes. Estuvo siempre para levantarme y hacerme seguir”, declara, agradecido.
Con 50 recién cumplidos, Bruno Bernardini vive con la sensación de haber encontrado en el tenis el momento de disfrute y sosiego que tanto anhelaba, cambiando su estilo de vida y buscando la felicidad en las cosas simples.