Hay negocios tan tradicionales que son parte de la escenografía de las ciudades. Siempre en el mismo lugar, respetando su rubro y siendo partícipe de la vida de chicos y grandes. Por eso, cuando se van dejan una huella. Es el caso de Casa Domenech, la tienda de deportes más antigua de Escobar, que después de 86 años dejará su local de la avenida Tapia de Cruz 714 para convertirse en un recuerdo.
El comercio inició su historia en 1936 de la mano de Gilberto Domenech, cuando la actual avenida era una calle de tierra y se llamaba Camino Real. Abrió como talabartería y él mismo fabricaba los aperos para los carros y los caballos. Después empezó a arreglar y a coser pelotas de cuero. Así, medio de casualidad, se acercó al deporte, su rubro definitivo.
Con los años incorporó botines y pelotas nuevas. También sumó la marca de ropa y accesorios Sportlandia, de la que era agente oficial en la zona, y el negocio fue mutando gradualmente hasta transformarse en casa de deportes.
Gilberto Domenech falleció en 1992. Entonces, su hijo Oscar tomó la posta junto a su sobrino, Diego Aguerrebere. El comercio ya era un clásico de la ciudad y las ventas estaban en su apogeo. Treinta años después, por distintas circunstancias, ambos acordaron ponerle punto final a este legado.
“No sé si para bien o para mal, pero llegamos al fin. Fueron muchas las situaciones que se dieron para tomar la decisión. Diego necesita más tiempo para dar sus clases de tenis y me planteó dejar, mientras que mi hijo más chico estuvo un tiempo pero tiene otra actividad. Así que ya es hora de dejar y descansar un poco, yo estaba para acompañar, nada más”, le cuenta Oscar Domenech (76) a DIA 32, en una de las últimas semanas que el local está abierto.
“Da nostalgia, sí, pero no escapa a los problemas que tuvimos. La pandemia nos hizo un agujero, un año y pico no pudimos trabajar bien y eso influyó mucho. Vendíamos algo por internet, no podíamos reponer la mercadería porque no había mayoristas que la traigan”, cuenta el conocido comerciante y vecino.
Otro gran inconveniente por el que atravesaron es la falta de artículos importados, principalmente en el tenis, una disciplina de la que fueron especialistas. “El 70% u 80% de lo que vendemos son cosas importadas y no se consiguen por las medidas tomadas contra la importación. Es muy difícil así, no puedo ver el negocio escaso de mercadería, es lo peor que me puede pasar”, confiesa, con sinceridad.
“Me duele cerrar, pienso en mi viejo, que fue el fundador y transformó este lugar en la primera casa de deportes de Escobar cuando ni pavimento había en la avenida”, recuerda el “Negro”, en el despacho que tiene detrás del mostrador, donde todos estos años se encargó de llevar los números y cuestiones administrativas del comercio. En la oficina conserva, impolutos, un par de botines marca Sacachispas, de los que vendía su padre más de cuatro décadas atrás. Tan intactos como ayer…
La boutique del deportista
Entre los ´90 y los primeros años de 2000 fueron los mejores momentos que vivió el negocio durante su segunda etapa. Ahí sí, había de todo, se trabajaba con intensidad y la gente tenía más poder adquisitivo para gastar en elementos e indumentaria para practicar deporte. Hasta vendía elementos de caza, como rifles de aire comprimido, cuchillos y ballestas, o de campamentismo, como cantimploras, brújulas y linternas.
El tenis fue siempre el punto más alto en cuanto a la demanda de mercadería, con raquetas, pelotas, encordados y zapatillas. “Eso se debía a la actividad de Diego en Independiente y a que yo juego desde antes de Vilas (risas). Es una pasión para nosotros, era a lo que más importancia le dábamos”, sostiene Oscar, que además es fanático de Racing de Avellaneda.
Otra disciplina que estaba en el ranking de las más solicitadas era el boxeo: Casa Domenech ofrecía todo lo necesario para practicarlo y tenía clientes de diferentes lugares, como Tigre, Benavídez, Campana y Zárate, que venían a Escobar en búsqueda de guantes, pantaloncitos, protectores o bolsas para entrenar.
“Hace diez años creía que el comercio iba a llegar a los 100, a través de Diego y mi hijo, pero no. Todo cambia, pasaron cosas puntuales que no solo me afectaron a mí sino a una gran cantidad de negocios, muchos fueron cerrando. No tenía sentido seguir. No es que nos volteó la parte económica sino que no queremos pasar penurias”, confiesa, haciendo un exacto análisis de lo que sucedió desde 2020 a la actualidad, pandemia mediante.
Casa Domenech quedará en la historia comercial escobarense por ser la tienda deportiva que más años estuvo abierta de manera consecutiva. Equipó a grandes deportistas, clubes e instituciones, pero hasta acá llegó. “Creo que será un negocio que la gente recordará, no sé si se lo extrañará, pero fueron muchos años”, resume su dueño, nostálgico pero entero.
Optimista, también empieza a vislumbrar las cosas buenas que vendrán para él de aquí en más, ocupando las horas que le quedan libres sin la obligación de ir al local diariamente. “Lo bueno es que voy a tener más tiempo para mí, voy a seguir jugando al tenis y a disfrutar de mi primer nieto (Pedro). Estoy loco, lo disfruto mucho, aunque me llegó tarde porque ya estoy viejo”, comenta, risueño.
El negocio cerró, la vida continúa…
El tercer comercio más antiguo
Con el paso del tiempo y por distintas circunstancias -a veces económicas, otras veces familiares-, muchos comercios históricos van cerrando sus puertas. Algo que inevitablemente provoca un dejo de tristeza en la comunidad, que los considera parte patrimonial y cultural de ella, símbolos del pasado que mantienen en el presente recuerdos de tiempos lejanos y de generaciones an-teriores.
Casa Domenech tenía mucho eso. Con sus 86 años de trayectoria, era el tercer comercio más antiguo de Belén de Escobar. En ese selecto podio el primer lugar lo ocupa Panadería Bertolotti, fundado en 1893 (129 años), y el segundo El Favorito del Norte, de 1931 (91 años).