El predio de “La Matilde” tiene historia para los cazadorenses. Durante los ‘80 y parte de los ‘90, la esquina de Harris y Lugones se llenaba de autos y gente que venía desde Capital para jugar campeonatos de fútbol. Aquellos partidos agitaban la característica serenidad del barrio y solían atraer a los vecinos que pasaban caminando, en bici o incluso en auto y se detenían a ver el juego.
Pero un día la pelota dejó de rodar en la cancha de la familia Donnelly y el parate duró mucho tiempo. Hasta que en 2009 volvió a cobrar vida, con una propuesta renovada: una escuelita de futbol donde los chicos, además, reciben apoyo escolar, almuerzan y meriendan. Su nombre: Cazadores.
La idea surgió de Tomás Donnelly, quien convocó para su aventura a Daniel Spalla, que desde 2008 era el casero de la quinta, conocía el barrio y quiso sumarse. Empezaron pegando propagandas en negocios y entregando volantes a los chicos de la escuela primaria número 7, para fomentar el boca a boca.
A fines de ese mismo año se puso en venta el terreno contiguo a la cancha, donde había un criadero de perros. Brian Donnelly lo compró y se lo cedió en comodato a la asociación civil Cazadores de Escobar, que preside su hijo Tomás. Desde entonces hubo más espacio y se acercaron más chicos. Actualmente son 140.
La misión de Cazadores va mucho más allá del fútbol. El predio cuenta con una cancha de 9, varias de 7 y una casa multifunción. En un sector hay un salón de estudio, con libros, juegos de mesa y material didáctico. El espacio es utilizado por un grupo de maestras particulares que dan apoyo escolar. Su coordinadora es la madre de Tomás, María.
Además, hay un ropero comunitario y un comedor donde 120 chicos almuerzan los lunes, miércoles y jueves y meriendan toda la semana. Muchos van desde el colegio en una combi, que después los lleva a sus casas. “Todo es absolutamente gratuito”, aclara Spalla, orgulloso.
En el plano deportivo, Cazadores compite en la Liga Amistad de Fútbol Infantil (LAFI), que cuenta con 16 equipos y 9 categorías. Su primera base la conformó con chicos de Nuevo Milenio y Los Suricatas, que habían dejado de jugar en sus escuelas.
Los logros más importantes fueron el campeonato de la división ‘95 en 2011 y los de la 2000 en 2012 y 2015. “Esos chicos fueron los que más satisfacciones nos dieron”, confiesa el hombre, mientras le muestra a DIA 32 fotos y recortes de aquellos equipos.
Curiosamente, el 80% de los chicos de Cazadores no son de El Cazador sino de barrios aledaños, sobre todo Villa Alegre. “Al principio nos costó integrarlos. Los padres pensarían que esto era solo para nenes carenciados. Pero en los últimos años fue cambiando, aunque igual falta”, agrega Spalla, la cara visible del lugar y el encargado de preparar la merienda; además, es delegado en LAFI, a veces DT y cuidador del predio. “Un todólogo”, se define, entre risas.
“Acá todo el mundo puede inscribirse y participar, no hay ningún tipo de discriminación. La escuela recibe chicos todo el año”, enfatiza Spalla, haciendo el mejor resumen de lo que es realmente Cazadores. Una asociación de puertas abiertas preparada para ayudar y donde los apasionados por el fútbol tienen un espacio para hacer lo que más les gusta: jugar a la pelota y divertirse.