El Naudir Delta es uno de los tantos barrios cerrados que se vienen desarrollando a los costados de la ruta provincial 25, entre la barranca y el puente del Río Luján, en lo que el mercado inmobiliario promociona como “El Nuevo Cazador”. Todavía no está poblado, pero su construcción ya hace ruido.
Fuertemente orientado a la náutica, este emprendimiento urbanístico abarca 46 hectáreas, con 600 metros de frente al río Luján y más de 1.200 de cara a la ruta. Su mayor superficie está destinada a lotes con amarra y un total de 219 parcelas de 900 m2 promedio. El máster plan contempla un puerto propio con salida directa al río.
“Se pueden practicar deportes acuáticos como wakeboard, remo, láser y windsurf, disfrutar de la calma de un atardecer en un muelle isleño o descansar en la ribera del río”, afirma el licenciado Adrián Saraco, CEO de la empresa desarrolladora y fiduciaria E2, que también es responsable de El Naudir-Aguas Privadas, un emprendimiento lindero y más grande.
“El Naudir Delta le aporta un valor agregado a la zona de Escobar a través de la generación de un cambio de paradigma en la localidad, poniendo el foco en la naturaleza, la armonía y el bienestar para beneficio de aquellos que deseen residir”, sostiene el ejecutivo. Sin embargo, hay quienes opinan todo lo contrario.
Alerta ambiental
Varias asociaciones ambientalistas del partido de Escobar denuncian que los movimientos de suelo que se realizan para la construcción de este exclusivo barrio náutico “están provocando la destrucción de humedales del Delta del Paraná”.
“La parcela afectada es lindante a la Reserva Ambiental La Cañada, la única zona protegida del sector, que quedaría aislada, situación negativa que atenta contra la finalidad de preservar la biodiversidad del ecosistema de barranca (especies de bosque nativo) y del ecosistema de humedal que allí se encuentran”, advierten las organizaciones.
También señalan que “la zona se inunda naturalmente, por lluvias, crecidas del Paraná y el Luján, descargas de las napas y sudestadas, o combinación de dos o más de estos fenómenos”. Por eso, alertan que la modificación de sus suelos causará un “riesgo geológico de inundación extremadamente alto”.
Además, sostienen que la obra es «ilegal» porque en la Dirección de Medio Ambiente del Municipio “no existen registros de la presentación de un estudio de impacto ambiental, el cual es un requisito indispensable”. El procedimiento incluye, “de manera obligatoria, la participación ciudadana a través de una audiencia pública”.
Por lo expuesto, la Asociación Ambientalista del Partido de Escobar, con la adhesión de la Asociación Ambientalista Los Talares, de Ingeniero Maschwitz, y más de una decena de organizaciones ecologistas, elaboró un petitorio dirigido al intendente Ariel Sujarchuk.
Le piden que “ordene la inmediata paralización de las obras, que están destruyendo los últimos humedales prístinos de la Cañada de El Cazador”, y la creación de una reserva ecológica en ese territorio.
En medio del conflicto que el Municipio mantuvo en 2016 con los desarrollos del denominado “Nuevo Escobar”, Sujarchuk declaró: “No voy a ser cómplice de ilegalidades”. Hoy, las asociaciones ambientalistas y más de mil vecinos que adhirieron a la causa en la plataforma virtual Change.org le piden que no haga la vista gorda ante este caso.
RESPUESTA OFICIAL
“Es algo que nos antecede y nos excede”
Consultado por DIA 32 sobre la denuncia de las organizaciones ambientalistas, el subsecretario de Inspección y Monitoreo, Gabriel Pérez, afirmó que el Municipio no tiene competencia en el tema. “Esta gestión no autorizó ningún emprendimiento urbanístico, jamás. Es algo que nos antecede y que nos excede, porque tiene todas las autorizaciones parciales que corresponden por parte de los organismos provinciales. Los trámites de factibilidad se hacen en Provincia, lo único que se hace acá es tomar vistas”, señaló.
