Hacer un obsequio, muchas veces, no es una tarea sencilla. Especialmente cuando la mente se bloquea y las ideas no aparecen. Por suerte, ese problema tiene una solución fácil, que se resume en cinco letras: Chuna, una pyme de Ingeniero Maschwitz que ofrece múltiples artículos de regalería de excelente diseño y calidad, con venta en todo el país.
Chuna es una empresa familiar, cien por ciento maschwitzense, que nació en 2018. Su nombre de fantasía no tiene un significado en especial: “Es una mezcla de letras y sílabas que nos gustaron. La ‘ch’ nos convenció porque suena bien argentina, y al ser todo industria nacional creemos que le va muy bien”, comenta a DIA 32 Sol Selles (19), quien está a cargo de la comunicación y es hija del fundador, Pablo Selles (57).
El producto insignia de Chuna es el novedoso “chaulata”, una yerbera y azucarera textil con cierre, que permite llevarla a cualquier lugar. “Lo tenemos registrado y patentado”, apunta Sol. Este artículo pertenece a su línea de mates, de distintos materiales -acero, cerámica, madera y plástico-, que está acompañada por útiles accesorios como bolsos materos, fundas para mate, termos y bombillas. Además, acaban de incorporar una yerba de marca propia, producida en Misiones.
Su catálogo tiene cientos de productos, muchos de los cuales desarrollan junto a terceros, pero con diseño propio: desde bolsos, mochilas, cartucheras y necessaires hasta una colección de aromas y bienestar, artículos de librería, juegos, vasos, botellas térmicas y termos, entre muchísimas opciones. El cien por ciento de la comercialización se realiza a través de su sitio web.
La planta de Chuna está sobre la calle Lamadrid 1661, a una cuadra de la Colectora Este, donde hacen el corte, las estampas y el desarrollo de los productos textiles. También es la central de recepción y despacho de mercadería hacia todo el país.
Los días de trabajo transcurren en un ambiente inmejorable, entre telas de colores, moldes, aromas, paquetes y mates. En sus instalaciones se respira una atmósfera distendida y amena, aunque cargada de tareas, donde hay mucho para hacer.
Es un edificio de 400 metros cuadrados, con enormes ventanales vidriados que dan a un hermoso jardín. Un lugar que también sirve para el esparcimiento de los empleados en los momentos de descanso.
Vidriera y tienda virtual
Si bien antes de la pandemia ya estaban funcionando, fue en esa época de encierro donde creció muchísimo la virtualidad y la gente se volcó a hacer la mayoría de sus ventas online. “Ahí fuimos creciendo y, a medida que necesitábamos gente, fuimos siendo más. Ahora somos un montón”, comenta Sol. Actualmente, en Chuna trabajan unas quince personas.
Las ventas, tanto mayoristas como minoristas, se hacen íntegramente de manera virtual, ya sea desde su sitio web o por Instagram, que con el tiempo se convirtió en el medio de comunicación más fluido con los clientes. La espontaneidad, reflejar el día a día de una empresa familiar y mostrar los productos en detalle son las claves en esa red social para lograr una relación a través de la pantalla que se termina volviendo cercana, aunque el cliente viva en la otra punta del país.
“La virtualidad está incorporada a nuestras vidas; por lo tanto, es posible sostener un negocio exitoso a través de las redes. El concepto del local o del negocio se acota mucho, porque dependés de quienes pasan por tu vidriera, cuando online podés llegar a todos lados”, explica la vocera de Chuna.
La empresa tiene un presupuesto asignado para ampliar el alcance de sus publicaciones en Instagram. De esa forma, puede llegar a la totalidad del territorio nacional para generar clientes. “Además, en las historias muestro mucho el producto y los modelos. También abro las preguntas para que los interesados se saquen todas las dudas”.
La mercadería se envía empaquetada a través de Correo Argentino y Oca para las ventas minoristas, mientras que las entregas mayoristas se hacen por medio de una agencia de encomiendas de Maschwitz. En ambos casos, todos los días las empresas retiran los pedidos y los entregan según el criterio de mejor tiempo y costo, a cualquier parte del país.
“La virtualidad está incorporada a nuestras vidas; por lo tanto, es posible sostener un negocio exitoso a través de las redes”.
“Estamos en un montón de locales. Cuando viajamos en familia nos encanta ver en qué lugares estamos que ni nos imaginamos, como en Tucumán, Salta, Jujuy o en un pueblo recóndito del Sur”.
El público con el que trabajan es muy variado. En Chuna lo definen como “personas amantes del tiempo libre, del mate y de los colores fuertes”, que son su marca distintiva. Antes que los blancos y negros se inclinan por los amarillos, los rosas fuertes, los verdes estridentes y el naranja. La mayoría de las compras son realizadas por mujeres, pero también tienen muchos clientes hombres.
Nuevos desafíos
Dos veces por año Chuna participa de Expo Presentes, una feria para clientes mayoristas que se realiza en la Rural en marzo y agosto. La usan como marcador de tiempo para lanzar nuevas temporadas. En la última edición presentaron la línea de aromas y bienestar, el “armate un mate” con la yerba de marca propia y una cantidad de nuevos bolsos.
Un proyecto a corto plazo es poner un taller escuela de costura, que estará incorporado a la fábrica. También tienen en mente abrir franquicias y exportar. Ya lo hicieron en España y en Chile, pero no funcionó como en Argentina. “Queremos meternos de lleno en esa tarea, para estar en todo el mundo”, señala Sol.
Las franquicias serían de locales, negocios a la calle exclusivos de Chuna, porque los clientes actuales suelen tener marcas diversas en sus comercios. El primer local de la marca está en Maschwitz, sobre la calle Ricardo Fernández, a metros de la plaza central de la localidad.
“El rubro de regalería es muy amplio, todo el tiempo va cambiando y eso nos permite incorporar nuevas cosas permanentemente”, finaliza la encargada de comunicación de Chuna, entusiasmada frente al gran abanico de posibilidades que ofrece un negocio cuyo único límite es la imaginación.
EL ROL DE CADA UNO
Trabajar en familia
La familia Selles comenzó a fabricar prendas femeninas en 1984, bajo las marcas Chantal y Selles. También proveían a firmas como Sara, C&A, Cardon, Falabella y otras. Las producían en plantas ubicadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más tarde en Pacheco y luego en Maschwitz.
Los vaivenes de las circunstancias del país los impulsaron a cambiar de rubro, donde vieron un futuro más promisorio. Si bien ya no confeccionan ropa, con esas tecnologías comenzaron a hacer bolsos, accesorios y productos relacionados a la regalería textil.
Pablo Selles (57) es el director general de Chuna, quien lleva adelante la empresa con su esposa Verónica Abarca (52) y sus hijas Camila (21) y Sol (19). Su hijo mayor, Juan Pablo (32), es arquitecto y participa desde afuera armando stands para las exposiciones. La más chica, Mora (15), sigue en la escuela.
Dentro de Chuna cada uno tiene su rol: Camila, Verónica y Pablo se ocupan del desarrollo de productos. Además, Camila está volcada al diseño de estampas, packaging y productos, mientras que Verónica se ocupa de la producción y del sector mayorista. Por su parte, Sol se ocupa de las redes sociales, la comunicación y la atención al público, así como también de coordinar el sector minorista y el administrativo.