Por ALEJO PORJOLOVSKY
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Desde el surgimiento de la raza humana, la prioridad siempre fue preservar el hábitat natural tal cual estaba. Esa idea predilecta se mantuvo en la mente de los habitantes de la Tierra por mucho tiempo, hasta que las fábricas y el “progreso” industrial, las guerras y algunos avances tiraron por la borda la premisa pregonada por los ancestros.
Con el calentamiento global, niveles cada vez más altos de contaminación y catástrofes que golpean la puerta cada día hasta en los lugares más recónditos del mundo, la preservación del ambiente volvió a los primeros planos de la escena. Cada vez se toma más conciencia al respecto y Oslo, la capital de Noruega, es la primera urbe en tomar una decisión de vanguardia: tener para 2019 una ciudad sin autos.
Reducir la emisión de gases contaminantes a la mitad es el objetivo. Para ello, se proyectó la construcción de 60 kilómetros de bicisendas y se piensa invertir fuerte en los colectivos y tranvías para que los automóviles ya no circulen por la parte céntrica.
“Los coches son prácticos y cómodos para algunos usos, pero tienen una grave contrapartida: del mismo modo que ya no es normal fumar en el interior de una casa o un recinto público cerrado, su uso innecesario en una ciudad será reliquia del pasado”, manifestó Eivind Traedal, referente del Partido Verde noruego.
La agrupación política ecologista, el socialismo y la izquierda de aquel país son los hacedores de este proyecto. Todos ellos dirigen el Consistorio y pusieron como meta el año en que se darán nuevas elecciones en la capital de la nación escandinava.
Toda la ciudad tiene 600 mil habitantes y 350 mil autos -un promedio de poco más de un coche cada dos personas-, aunque en la zona céntrica solo residen mil. Igualmente, alrededor de 90 mil vehículos circulan por día, principalmente en las horas pico, y la contaminación atmosférica es una alarma.
Con el nuevo diagrama, solo las personas con discapacidad, los adultos mayores y los proveedores de materias primas podrán circular a bordo de sus autos por el centro. El resto deberá echar mano a su bicicleta, preparar las zapatillas para caminar o acostumbrarse al transporte público.
“Los seres humanos somos animales de costumbres, nos cuesta cambiar de hábitos, pero una vez que lo hacemos y se ve el resultado positivo, no se vuelve más”, opinó sobre el tema el ingeniero español Alberto Castro al diario El País.
Libres de autos
Así como Oslo va a estar en la vanguardia, varias ciudades del viejo continente planean seguir sus pasos. Incluso algunas ya han tomado medidas al respecto. Londres planea tener solo vehículos híbridos y eléctricos para 2020, mismo año en que París solo aceptará coches fabricados de 2011 en adelante y con más de dos pasajeros adentro.
“Las zonas libres de coches no solo mejorarán la calidad de aire, que en muchos lugares roza los límites legales y afecta a la salud de la personas, sino que también mejorará al comercio y al consumo”, justifica Traedal.
Sin embargo, la posición de los comerciantes de la capital noruega es ambigua: algunos coinciden con que subirán sus ventas, pero otros creen que la falta de circulación en los vehículos tradicionales los afectará demasiado.
“Queremos que la ciudad sea mejor para los peatones y ciclistas, y también ayudará a las tiendas locales y a todos. Donde entra un auto, caben 15 bicicletas”, sostiene Lan Marie Nguyen Berg, militante del Partido Verde.
Oslo tomó la iniciativa y muchas ciudades europeas parece que la seguirán, aunque todos deberían tenerlo en cuenta. Sin ir más lejos, que no haya autos en el centro de Escobar sería una ayuda a la preservación del medioambiente y ahorraría la enorme cantidad de dolores de cabeza que genera transitar por las maltrechas calles de la ciudad.
