A pesar de que la modernidad amenaza con devorárselo todo, hay varios lugares en Escobar donde lo viejo y lo nuevo logran convivir. Escondido en los confines de Loma Verde -cerca del Haras Santa María-, el tambo de Moretoni es un ejemplo de esos sitios. Quienes viven allí no tienen camionetas 4×4, ni siquiera autos. Todavía se trasladan a caballo, como en otros tiempos. Las gallinas caminan sueltas por el terreno, las vacas pastan en el campo y el sol se esconde detrás de los montones de paja seca.
Domingo Moretoni era descendiente de italianos, sus padres se establecieron en Loma Verde cuando él era muy pequeño y terminó heredando una gran cantidad de hectáreas donde sembraban trigo y criaban vacas y caballos. Trabajaba el campo con la ayuda de algunos peones, sus seis hijos y su mujer, que se encargaba de la quinta donde plantaban papas, batatas y choclos, entre otras hortalizas, que servían para alimentar a toda la familia. El hombre falleció hace tiempo, sus hijas mujeres se casaron y se fueron a la ciudad, pero sus hijos Domingo y Oscar aún permanecen allí, dedicados al ganado vacuno.
“Mi papá empezó de cero, con uno o dos caballos. Eso fue hace como 70 años, yo ni había nacido. Después fue comprando más caballos, llegó a tener cien, pero su locura eran las vacas, trabajaba muy bien el tambo”, cuenta Oscar.
“Llevábamos leche al tren de Escobar en tarros de 20 litros, se iban entre 30 y 40 tarros por día. Los recibía un lechero de Beccar que hacía el reparto por allá. También trabajaba con otro de Matheu, le mandaba la misma cantidad durante muchos años. Y últimamente le vendíamos leche a La Serenísima. Venía el camión y se llevaba litros y litros”, recuerda.
A través de los años, varias hectáreas se fueron vendiendo de a poco. Los hermanos Moretoni se quedaron con 30 y siguen trabajando a pesar de las adversidades con las que se encuentran día a día. Hoy por hoy, la principal es el cuatrerismo.
“De noche tenemos que hacer guardias porque en cuanto nos descuidamos nos roban los animales. De todos los caballos que había, quedaron cinco, y vacas no hay más de 40. Hace poco me robaron una yegua muy linda que tenía atada atrás de la casa, en la ventana de mi habitación. Acá enfrente vivía la ex mujer de Tinelli, Soledad (Aquino), tenía caballos y cuando se fue me vendió uno, pero me habrá durado dos meses”, se lamenta Oscar.
Ahora la actividad pasa por ordeñar, hacer quesos y vender huevos caseros. “Hacemos todo lo que podemos producir nosotros. Les vendemos a los vecinos del barrio, a veces carneamos un ternero y lo vendemos más barato que en la carnicería. También tenemos quinta. Con este estilo de vida podemos ser autosuficientes. No estamos mal, no nos falta nada, no sobra la plata pero todos los días comemos muy bien y lo que queremos. Da para eso y está bien”, afirma el ganadero.
Con respecto al crecimiento inmobiliario que se viene dando en Loma Verde, Oscar confiesa que no le gusta nada, porque “arrasan con los campos para construir countries. No tengo nada contra esa gente que viene, pero yo soy un hombre de la tierra, me gusta el barro, la cosecha, los animales, y a veces ellos no lo entienden”.
Mucha gente le aconseja que venda los campos y se dedique a algo menos sacrificado, pero él prefiere seguir haciendo lo que ama. Y lo dice convencido: “Si me voy de acá, me muero”.