Los días de lluvias fuertes son una verdadera pesadilla para Nelly Bolsán (74). La mujer, que vive junto a su hija en un campo ubicado prácticamente sobre los humedales del Río Luján, en uno de los rincones más recónditos de las afueras de Belén de Escobar, denuncia que cada vez que hay precipitaciones intensas su chacra queda bajo agua por culpa del emprendimiento urbanístico El Cantón.
Desde 1965 que Nelly vive en ese lugar, al que se accede desde la ruta 25, donde se gana la vida con la cría de animales. Pero desde que El Cantón comenzó a levantar sus terraplenes -que a veces llegan a tres o cuatro metros por sobre el nivel del humedal- alteró el comportamiento normal de los valles de inundación y la vida de los moradores dio un giro negativo de 180º.
“En todos los años que llevo viviendo acá, jamás pasó que mi campo se inundara de esta manera”, afirma la vecina con indignación, tristeza y el agua casi hasta las rodillas días después de la torrencial lluvia del 28 de mayo, que dejó a varios barrios anegados en todo el partido de Escobar.
Pero su caso es especial. Cuenta que los terraplenes construidos por El Cantón alrededor de los 2.335 lotes que conforman ese emprendimiento provocan que el agua de lluvia no escurra como normalmente lo hacía por el arroyo Escobar y las demás vías de escape. Muy por el contrario, enormes cantidades de agua -hasta una altura de medio metro- quedan retenidas en su propiedad tapando las tierras donde pastorean sus animales.
Oídos sordos
La chacra y el barrio privado están separados por una calle. La mujer ya envió varias cartas documento para que El Cantón revierta la situación realizando las obras hidráulicas correspondientes. Pero no obtuvo más que una vaga respuesta en la que los responsables se lavan las manos descaradamente: “Dicen que desde Provincia tienen todo aprobado”, explica Nelly, cuyo caso se conoció públicamente a través de la página web Escobar News.
Sus reclamos ante el Municipio quedaron atrapados en la red de la burocracia y la desidia. “Estamos cansadas de ir. En agosto hablé personalmente con (Fabián) Bustos y me dijo que me iba a llamar por teléfono para darme una solución, pero todavía no dio señales de vida”. “También mandamos una carta documento al Concejo Deliberante y de ahí nos enviaron de nuevo a hablar con Bustos. Como no nos llamó ni apareció, decidimos ir hasta la Secretaría de Obras Públicas y no lo encontramos. Fuimos varios días más, hasta que nos atendió su secretaria y nos tomó los datos. Nada más. Cada vez que queremos hablar con él, se nos escapa”, relata indignada la mujer.
Madre e hija ruegan que alguien se haga cargo del agua, porque mientras el campo de golf de El Cantón luce verde y esplendoroso después de cada lluvia, sus tierras se transforman en un pantano, los animales quedan sin alimento y sin un lugar seco donde guarecerse.
Sin embargo, el drama de estas mujeres no termina ahí. San Matías, un gigantesco desarrollo inmobiliario del polémico Eidico, vecino a El Cantón, pronto bloqueará otro costado de la chacra empeorando todavía más la calidad de vida de ellas y sus animales. “Ahora cerraron la calle Los Gladiolos, por donde baja toda el agua en dirección al arroyo, que ahora va a parar a mi campo. Ya no sabemos qué hacer ni a quién recurrir para que ponga un poco de orden acá”, concluye la mujer, con lágrimas de impotencia en sus ojos.