Nació en Matheu, ahora vive en Tigre y anda de gira por el país y el mundo con su guitarra eléctrica. Tiene dos discos, ambos grabados en vivo. Toca desde los 12 años y asegura que trata de “escaparle a la Era del PhotoShop musical”.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

En su casa natal de Matheu, sobre la calle Juan León, todo giraba en torno a un pasacassette que tenían sus padres y en el que todo el día sonaban cintas de blues, funk y rock de los ‘80. Entonces, no resultó extraño que Federico Haffner (27) se sintiera cada vez más atrapado por los sonidos que escuchaba, hasta que a los 12 años descubrió que quería dedicarse a la guitarra.

Algunos de sus compañeros del Instituto General Belgrano tocaban en los coros de la escuela y en los recreos le prestaban sus instrumentos. A la distancia de una década y pico, recuerda aquellos tiempos como “una etapa maravillosa, llena de logros personales y desafíos futuros”.

Sus padres, Sandra Haffner, ama de casa, y Federico Meza, dedicado al rubro de la construcción, lo apoyaron desde el principio. “Nosotros casi que pasamos hambre y no queremos que vos pases por lo mismo. Pero yo no quiero un hijo rico, quiero un hijo feliz. Así que si lo vas a hacer, hacelo bien y da lo mejor de vos”, le dijo su papá cuando les comunicó su incipiente vocación.

Con los años Federico se fue profesionalizando. A esa corta edad ya iba en colectivo al Conservatorio de General San Martín, donde cursaba a contraturno del colegio. Después aprendió guitarra clásica con la concertista Dora Argañaráz y guitarra jazz con el reconocido Walter Malosetti.

“La única forma que encontré de estar siempre aprendiendo es compartir momentos con diferentes músicos”, señala. Actualmente trabaja en varios proyectos solistas y como docente académico, productor musical y compositor.

También dictó clínicas de música en el interior y cuenta que creó un método de enseñanza para niños, adolescentes y adultos, simple, que resume sus años de aprendizaje en pocas páginas y está focalizado en el trabajo día a día. “Dictar clases ha sido el mejor camino para estar al día y no dejar de asombrarme por lo interminable de este arte”, asegura a DIA 32 el guitarrista, quien enseña en Tigre -donde vive- y en Zárate y cuando está de gira mantiene el contacto con sus alumnos a través de conferencias por Internet.

Su recorrido musical es variado porque -explica- se deja guiar por su estado de ánimo. “Trato de estar lejos de las etiquetas de los estilos musicales, respeto mucho lo que siento y día a día me dejo sorprender. Lo que sí puedo decir es que mi música es siempre instrumental, generalmente en tríos”.

Los sets de sus shows se caracterizan por estar improvisados en su totalidad. Fue algo que en algún momento surgió forzadamente, pero que luego lo adoptó como una particularidad propia. “Los viajes y las giras muchas veces no dan tiempo a ensayos previos. Así fue como surgieron mis discos”, aclara en referencia a Haffner Z 2012 y Haffner Y 2013.

El primero se grabó en un bar de Palermo, en Capital Federal, junto a músicos amigos: “No fue premeditado ni gestado con esa idea. Simplemente surgió a partir de la posibilidad de que lo técnico brindaba una buena “bajada” del show. Creo que el CD ofrece un material sincero en lo que respecta a lo musical, siendo el vivo la muestra real, ya que estamos en la Era del PhotoShop musical y es a lo que siempre trato de escaparle”, remarca.

En tanto, Haffner Y 2013 fue registrado durante una gira patagónica en la que recorrió más de 6.000 kilómetros.

Ambas placas se encuentran a la venta en Argentina, Brasil, México, Suiza, Italia y Hong Kong. Además, digitalmente es posible conseguirlas en infinidad de países a través de plataformas como itunes, Amazon y baby.com.

El año empezó con todo para el oriundo de Matheu. En enero realizó una gira promocional por Brasil, diseñando su tercer disco con músicos de Río de Janeiro, y en febrero recorrerá Santa Cruz, Buenos Aires y Neuquén. Su tour musical continuará en julio por Europa. “Sin embargo, nunca pude tocar en mi ciudad porque no encontré el espacio”, apunta, casi como asignatura pendiente.

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