Los cementerios no son, precisamente, lugares fáciles de recorrer. Nadie va por un motivo feliz. Estar allí implica desazón, tristeza y dolor por la pérdida de un ser querido. Pero, pese a esas sensaciones y la falta de lucidez que muchas veces conllevan, quien haya ido últimamente a la necrópolis de Belén de Escobar no habrá podido evitar impresionarse por las miles de lápidas y cruces que atestan su amplio predio, donde casi no quedan espacios libres. Lo mismo pasa en el de Garín; de hecho, allí hace tiempo que no se realizaban inhumaciones por falta de lugares para nuevas sepulturas.
Dadas las circunstancias, de no mediar ninguna solución, sería solo cuestión de semanas para que los vecinos deban despedir en otros distritos a sus deudos, salvo que estén en condiciones de abonar los onerosos servicios del cementerio privado que funciona en Belén de Escobar. La situación, en ese aspecto, no podría ser más alarmante.
Así las cosas, el Municipio tomó la decisión de ampliar el predio de la calle Gelves a dos parcelas linderas de 74 mil metros cuadrados. No las compró, sino que las canjeó por terrenos fiscales de menor superficie pero de un valor equivalente. De esta manera se garantiza que durante los próximos años puedan seguir realizándose entierros, algo que hasta hace poco estaba seriamente en riesgo.
Del mismo modo, el Ejecutivo también dio un paso adelante para la puesta en marcha de un servicio de cremaciones en el mismo cementerio, de lo que se viene hablando hace veinte años -hay una ordenanza que data de 1996- pero sobre lo que nada se avanzó hasta hora. En este caso, logró que el Concejo Deliberante lo autorice a contratar a una empresa del rubro o a adquirir el equipamiento necesario para llevarlo a cabo.
“Esto demanda tiempo, no es algo que pueda hacerse de un día para otro, pero cuando esté en funcionamiento creemos que permitirá disminuir significativamente la cantidad de entierros, además de darles a los vecinos una alternativa que hoy no existe en Escobar”, evaluó un funcionario, expediente en mano.
La impostergable ampliación del cementerio escobarense, sin embargo, no contó con el visto bueno del macrismo, que cuestionó varios aspectos legales y económicos de la permuta.
Flojo de papeles
En la sesión del miércoles 10, los concejales de Cambiemos plantearon una serie de reparos para rechazar el proyecto enviado al Concejo Deliberante por el intendente Ariel Sujarchuk. Al respecto, advirtieron que las condiciones jurídicas del acuerdo no son transparentes por la “dudosa legitimidad” del interesado en el intercambio y porque los terrenos linderos al camposanto “fueron tomados a más del doble de su valor de mercado”.
Uno de los argumentos que expusieron es que las dos parcelas contiguas al cementerio fueron compradas por un privado el 15 de noviembre de 2015 -suspicazmente, días después de las elecciones generales- a $2.277.000, mientras que los lotes que el Municipio le entregará a cambio tienen un valor de $7.237.858.
Además, señalaron que quien realizó las negociaciones con el Municipio no es el titular de esas tierras sino una persona que las compró “en comisión”, mientras que la identidad de su verdadero dueño se conserva en el anonimato. “Estamos en presencia de un tercero que ofrece tierras al Municipio sin que legalmente sea su propietario”, expresó la concejal María Paula Cufré, quien también puso en duda que la Comuna pueda escriturar esos terrenos por tratarse de parcelas en sucesión con doce titulares, algunos de los cuales fallecieron.
“Aunque entendemos y estamos de acuerdo con la necesidad de ampliar el cementerio de Escobar, creemos que no se está haciendo en condiciones favorables para el Municipio”, concluyeron los integrantes de la bancada que responde al senador provincial Roberto Costa. Una actitud parecida adoptó el solitario Miguel Jobe, ex integrante de ese espacio y hasta hace unas semanas aliado incondicional de Sujarchuk.