Cuando asumió, muchos de los presentes en aquella sesión del Concejo Deliberante la miraban con cierto recelo. Es que su designación no estuvo exenta de ruido, porque surgió de un acuerdo entre su mentor político, Roberto Costa, y el entonces intendente Sandro Guzmán. Diez años después y dos reelecciones mediante, todo eso se revirtió: hace rato que esta distanciada del espacio político que la impulsó y ya nadie osaría poner en tela de juicio su idoneidad.
Lo que a Rocío Fernández (38) más la enorgullece es haber logrado que la Defensoría del Pueblo sea una institución visible, confiable y transversal. Donde va gente con problemas de toda índole. Desde una persona con discapacidad a la que la obra social no atiende y usuarios que no pueden afrontar los tarifazos en los servicios públicos, hasta un vecino que reclama que le cambien una luminaria o alguien que haya sido víctima de discriminación. “Donde hay una vulneración de derechos, nosotros intervenimos”, resume la funcionaria.
Además, destaca que la Defensoría tiene un doble rol: “No sólo tenemos que tomar la queja sino que propiciamos alternativas para una resolución favorable”.
-¿Qué balance hacés de esta primera década de la Defensoría?
-Estamos en un punto donde esperábamos estar. Fundamentalmente porque creo que está instalada como una institución del Estado. Es importante tener en cuenta que Escobar es uno de los primeros municipios de la provincia en tener una Defensoría del Pueblo. Actualmente estamos hablando de 13, sobre un total de 135 distritos.
-¿Por qué hay tantos municipios sin defensorías, si se ve que hay un trabajo interesante que donde no está la Defensoría no existe?
-Creo que se da fundamentalmente porque es una incorporación reciente en la Constitución, de 1994. Tenemos que seguir trabajando en generar la instalación de la figura del defensor. Y no verlo como algo que entorpece la administración sino que colabora críticamente con ella.
-Con las cuestiones de género hoy tan en el tapete, ¿sentís que adquiere una mayor entidad que una mujer haya sido designada para conducir la Defensoría del Pueblo en Escobar o en lo personal no tiene relevancia?
-En lo personal para mí no tiene relevancia, porque los derechos ya están adquiridos y lo único que resta es ejercerlos. No me parece que el cargo tenga que ser ocupado por un hombre o una mujer, tiene que ser ocupado por una persona que entienda el rol que le toca desarrollar. Eso no significa correrse de las ideologías ni de los pensamientos individuales, obviamente, sino entender que la Defensoría es un lugar de puertas abiertas y mantenerla de la cuestión partidaria lo más alejada posible.
-¿Cómo lográs apartarse de la ideología?
-Fundamentalmente, entendiendo que yo no estoy gobernando, estoy recibiendo y tratando de ponerle voz a los que no tienen voz, porque cuando pasan por acá ya pasaron por otros lados. Quizás el único problema que tenemos es el nombre “Defensor del Pueblo”, que parece que todo lo puede y yo, en realidad, no gobierno, no soy juez ni fiscal. Estoy para recibir, ponerle voz y estar del lado del más vulnerable.
¿A vos te parece el grado de confrontación y violencia con el que se dio el debate sobre la despenalización del aborto? ¿Y para qué sirvió? ¿Hubo ley? No. ¿Vos viste algún cambio?.
-Atendiendo todos los días problemas de los vecinos, ¿cuál es la mayor gratificación que te tocó vivir en estos diez años?
-En realidad, es una labor que te da profundas satisfacciones y también estamos con el dolor de manera cotidiana. Algo que me gratifica es la Mediación Comunitaria, que queremos fortalecerla. Es interesantísimo cuando logramos que los vecinos vengan y entiendan que quizás sea la última oportunidad que tengan para solucionar ese problema de convivencia, que de otra manera va a tener que hacerlo un tercero imparcial, al cual van a tener que acatar, y que eso va a traer tiempo y consecuencias. Cuando pueden deponer un poco su actitud, encontrar un punto de entendimiento y que el diálogo sea el mecanismo para la resolución de los conflictos es altamente gratificante.
-En 2008 fuiste propuesta por AVE, ¿hoy estás distanciada de ese espacio político?
-Acción Vecinal Escobar no existe en términos políticos. No puedo estar distanciada de algo que no existe.
-Pero se reconvirtió en lo que hoy sería Cambiemos…
-En su momento, la conformación de Acción Vecinal Escobar fue en el marco de lo que era la Concertación Plural frente a una coyuntura de país completamente diferente. Yo no tengo una ideología que tienda hacia lo que se conformó en la actualidad. Y no puedo participar de un proyecto con el que no comparto las bases o la ideología porque no habría honestidad. Ese espacio lo conforman personas que conozco desde siempre y siento por muchos de ellos un aprecio personal, pero una cosa son los proyectos políticos y otra las cuestiones afectivas.
-A propósito, ¿cómo ves “la grieta”?
-El tema de la grieta lo veo como algo funcional a una coyuntura política actual que no se pretende sanar sino acrecentar. Yo no voy a formar parte de una grieta, no creo en las grietas.
-¿Te parece algo nuevo o que ya existía sin esa etiqueta?
-Creo que está profundamente agravado, se apuesta a una sociedad de confrontación. Desde la confrontación se pretende obtener un tipo de ventaja para también evitar hablar de lo que se tiene que hablar. Por ejemplo: ¿A vos te parece el grado de confrontación y violencia con el que se dio el debate sobre la despenalización del aborto? ¿Y para qué sirvió? ¿Hubo ley? No. ¿Vos viste algún cambio? A mí me afecta en términos de ciudadana, abogada y mujer de Derecho que se utilicen temas tan sensibles para la sociedad para que lo que haya quedado sea un recrudecimiento de los enfrentamientos. A tal punto que quedó identificado con colores.
Es lo mismo que está pasando ahora con las tarifas. ¿Por qué no discutimos lo real? Lo real es que no hay tarifa social. ¿A vos te parece que a la población más vulnerable le alcanza con 16 metros cúbicos de gas? Es absolutamente inviable.
-Entre todo esto, ¿cómo analizás el rol de los principales medios de comunicación?
-Los medios son funcionales. Por eso tenemos que trabajar en la construcción de ciudadanía y el pensamiento crítico, porque no podemos cambiar la lógica de los medios de comunicación. Es una cuestión sumamente compleja y por eso estamos trabajando tan fuerte en las escuelas.
-¿Cómo ves la propuesta del lenguaje inclusivo?
-A mí me cuesta mucho. Debe ser por una cuestión formativa y generacional, porque no me siento excluida con el “todos”. Pero respeto a toda esta generación que tuvo que hacer lo que hizo para que yo hoy pueda pararme y sentirme igual a vos, ni más, ni menos, ni con menos derechos.
-¿Cuándo se hace la calificación de “feminazis” te resulta desmedida?
-El fanatismo es un extremo y todo lo que resulta en un fanatismo no tiene que ver conmigo. Tampoco hago un análisis profundo, pero me parece que no suma. Lo que sí creo es que el sol no se tapa con la mano. Están, forman parte de la sociedad, algo nos están diciendo y, probablemente, en algún momento serán una parte de una corriente filosófica nueva que definitivamente será el feminismo, pero nos falta proyección histórica para verlo. A mí me parece que es absolutamente válido exigir derechos, siempre y cuando no se vulneren otros.
Definitivamente no creo que se fomente el consumo de drogas con la despenalización. Al contrario, está probado en el mundo que la penalización facilita el narcotráfico.
-¿Te parece que está atrasado el país en cuanto a que no se legalicen cuestiones como el aborto o el consumo de marihuana?
-Yo estoy a favor de la despenalización de la droga y de la despenalización del aborto. Es una postura que tengo de toda la vida, absolutamente fundada en que soy abogada en Derecho Penal. Lo tengo incorporado desde mi formación universitaria: definitivamente no creo que se fomente el consumo con la despenalización. Al contrario, está probado en el mundo que la penalización facilita el narcotráfico.
-¿Sos optimista en que se pueda dar un vuelco en estos temas?
-En este momento estamos en una cuestión circular, pero no hay leyes de estas características que hayan salido de manera inmediata y sin un proceso histórico, ni en este país ni en ningún otro. Lo que me preocupa es el nivel de intolerancia a la opinión.
-Entendiendo que la vida son etapas y que esta ya lleva diez años, ¿cuándo y de qué manera te gustaría que finalice tu paso por la Defensoría del Pueblo?
-Seré defensora hasta tanto los concejales confíen en que pueda llevar adelante esta tarea. Para mí es una de las cosas más importantes de mi vida, un honor. Ahora estamos bien instalados, en un lugar físico e institucional que nos permite pensar en ampliarnos, próximamente vamos a empezar con la Defensoría Móvil para estar en todas las localidades y sigo apostando a más. Pero cuando me toque irme, me iré.
-¿Te sentís con vocación para formar parte de una lista o participar de alguna gestión de gobierno?
-Claro que sí. Soy una persona política y me gusta la función pública. Nunca fui candidata, calculo que será porque estaré esperando una lista en la que crea fervientemente y quiera formar parte.