La televisión da fama. José Luis Castro lo sabe muy bien. Aunque nadie conoce su nombre, en las calles de Garín “y en cualquier provincia de argentina” -dice- la gente lo saluda con una sonrisa.
Desde hace casi dos años que vive en la ciudad. “Acá encontré la paz, la amistad plena. Acá voy a echar raíces, por muchos años”, avisa el anfitrión, sentado en el living de su casa.
La fama le llegó antes de que la cámara de televisión lo enfocara. Siempre se ganó la vida pintando letras o casas en Los Polvorines, partido de Malvinas Argentinas, donde vivía antes. En esa zona ya era un personaje conocido.
La historia dice, según sus propias palabras, que en 1992 celebraron el Día del Niño en el barrio La Cabaña con la participación de varios artistas tropicales como Antonio Ríos y Daniel Agostini. Como se demoraban en llegar y la gente empezaba a impacientarse, José Castro, que había colaborado con el evento pintando carteles, se acercó al organizador y le pidió una guitarra.
“Dame una guitarra que te la calmo, le dije. Cuando subí al escenario el presentador me sacó de mi campera de cuero una petaca vacía de licor de la marca Peters, que obviamente ya estaba en mi cuerpo. Yo la compraba porque no tenía la plata para tomar las dos copas en el bar. Y así fue que me presentó: Con ustedes, ¡Peters!”
Recuerda también que en el escenario le dijo al público que había llegado desde Springfield para saludarlos por el Día del Niño y comenzó a tocar la canción de apertura de Los Simpson. “Cuando bajé me pedían autógrafos y me pregunté ¡¿qué había hecho?!”, evoca con su particular risa.
“Peters” tiene 48 años, tres hijos -una mujer y dos varones- y dos nietas. Actualmente vive con su novia, Pamela, de 31. Su casa se destaca en el barrio porque tiene el portón de madera dibujado con palmeras y el número prolijamente pintado por sus manos.
Aprendió a tocar la guitarra cuando salió del servicio militar. “Si querés aprender, lo vas a hacer en media hora. Andá a comprar un vino”, recuerda que le dijo su padre y maestro, que además le enseñó muchos códigos de la calle.
Mientras los días de “Peters” transcurrían de forma normal en Los Polvorines, un día la lente de la cámara lo enfocó. Fue en 2005, en el programa Policías en Acción. En su primera aparición estaba pintando el vidrio de una camioneta, mientras tomaba un vaso de vino. La segunda fue en un bar y con una guitarra, siempre con su característica espontaneidad y simpatía.
En 2009 fue convocado por Diego Korol para su programa de televisión Sin Codificar. Varias veces participó en los estudios con su guitarra, pero se destacó oficiando de cronista, sobre variados temas, y hasta viajó por el mundo haciendo este mismo trabajo. Conoció Perú, Uruguay, Brasil, Ecuador y Sudáfrica.
“En Ecuador me dieron un diploma por haber estado en la mitad del mundo, y los 30 días en Sudáfrica sufrí porque estaba lejos de mi amor, Pamela”, recuerda de aquellos viajes y de su estadía en el Mundial de Fútbol de 2010.
Mientras acaricia a uno de sus tantos perros y le da una buena pitada a su cigarrillo, remata: “Mucha gente se me acerca para decirme que podría hacer tal cosa. Pero a mí no me importa. Yo quiero ser reconocido como pintor. Lo único que gané con la TV fue fama. Donde voy soy local. Y cuando me preguntan, ¿cómo andás “Peters”?, yo les respondo: espectacular ah, ah, ah”.