Ante la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, cada vez más gente concurre a la Tienda de Venta Benéfica que funciona desde 2011 en Savio. Una iniciativa que combina religión con solidaridad y ahorro.

Las tropas del Ejército de Salvación están desplegadas en 127 países de todo el mundo, pero su función no es atacar ni defender el territorio de ningún Estado. Muy por el contrario, su única arma es la Biblia y desde 1878 tiene como misión predicar el Evangelio y brindar ayuda a los más necesitados con una serie de programas sociales. Un ejemplo de este ideario son las denominadas “Tiendas de Venta Benéfica”, una de las cuales funciona en Maquinista Savio.

Indumentaria, calzados, muebles, colchones, electrodomésticos, cocinas, pañales, libros y hasta objetos de colección cubren prolijamente la vasta superficie del galpón ubicado en calle Juan XXIII Nº43, a tan solo media cuadra de la ruta 26. Allí aterrizó en 2011 un grupo de soldados cristianos con la orden de cumplir un doble propósito: por un lado, vender bueno y barato para auxiliar a los más humildes, en tiempos donde cada peso vale y mucho; por el otro; obtener los recursos necesarios para seguir llevando adelante la tarea de la organización en Argentina, Paraguay y Uruguay. Solidaridad y sustentabilidad son las dos caras de esta moneda.

“La recepción es muy buena, porque la gente compra cosas muy accesibles y que no encuentra en otro lado. Desde fines del año pasado hemos registrado un aumento de la demanda, y más en estos últimos meses, donde la inflación ha apretado bastante”, expresa a DIA 32 el joven administrador de la tienda, Jorge Pizzirusso, quien internamente tiene el rango de teniente. El día de mayor concurrencia es el miércoles, porque es cuando llega el camión con nuevo cargamento y todos se amontonan para ver las novedades.

El punto de partida de este programa social es el espíritu solidario de la población en general. Bajo el lema “Pasamos a buscar tus ganas de donar”, los fletes salvacionistas, visiblemente identificados con el escudo de la entidad, recorren a diario la Capital Federal y el Conurbano para retirar donaciones. La única condición es que estén en buen estado. Luego se revisan, evalúan, clasifican y acondicionan. Y, finalmente, son distribuidas desde la tienda principal del país, en el barrio porteño de Pompeya, a las otras nueve sedes de la provincia.

“Acá es todo legal. Se les entrega un comprobante y pueden venir a corroborar que su donación está donde tiene que estar. La gente confía en nosotros, sobre todo por la trayectoria que tiene el Ejército acá -presente desde 1890-, y la oferta también creció. Prácticamente dependemos de ellos”, explica Pizzirusso. En ese sentido, las tropas locales imitan el modelo aplicado en Estados Unidos y también reciben el apoyo de fieles, colegios evangelistas y empresas “que tienen la costumbre de hacer beneficencia”.

Además de utilizarse para el mantenimiento del flete y las iglesias -denominadas “cuerpos”-, la recaudación de las tiendas benéficas también se destina al resto de los programas de acción social que despliega la señera organización religiosa-internacional, con cuartel general en Londres, en esta región: hogares para ancianos, estudiantes, hombres, mujeres y niños; comedores; asistencia a personas en situación de calle; apoyo escolar; prevención en adicciones; y violencia de género. “Nosotros no nos quedamos con nada. Todo tiene que volver”, asegura el teniente saviense.

“La idea es agrandar el local para que puedan caber más cosas y haya más espacio para exhibir, ya que ahora está todo un poco apretado”, concluye Pizzirusso, aunque quizás ese detalle sea lo que menos les importe a quienes frecuentan el lugar, porque lo que realmente tienen ajustado es su presupuesto y en esta tienda consiguen estirarlo un poco más.

En tiempos de economía de guerra, la solución se llama Ejército de Salvación.

[wppg_photo_slider id=»23″]

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *