No siempre lo que empieza mal, termina mal. Y la relación entre el empresario Eduardo Costantini y el intendente Ariel Sujarchuk parece estar encaminándose a ser un ejemplo cabal.
En plena pulseada del Municipio con los grandes inversores inmobiliarios, el número uno del real estate argentino adoptó una actitud conciliadora: aceptó sentarse a dialogar con el jefe comunal, escuchó sus demandas y comenzó a negociar un acuerdo que le permita avanzar sin sobresaltos con el desarrollo de Puertos, la ciudad-pueblo de 1.400 hectáreas que está desplegando de cara al río Luján.
Tanto a él como a los otros involucrados en este litigio -El Cantón, San Matías, El Naudir y El Cazal-, Sujarchuk les impuso dos condiciones: saldar la fortuna que le deben a Escobar por la cesión de tierras que prevé la ley provincial 8.912 -se habla de una suma del orden de los 150 millones de pesos- y, adicionalmente, aportar al financiamiento de obras públicas necesarias por el impacto de sus emprendimientos.
Con más predisposición que sus colegas, Costantini está cerca de llegar a un acuerdo en el monto que le debe al Municipio y en un plan de pago. Pero no solo eso: también tomó la delantera al hacerse cargo de dos de las tres obras que pide Sujarchuk: la reconstrucción del puente de “La Arenera”, en Ingeniero Maschwitz, y el ensanche del arroyo Escobar para evitar inundaciones en el barrio San Luis. El desembolso será de $15 millones.
Tras formalizar el compromiso de la donación con la firma de un convenio, el pasado jueves 2, Costantini recorrió la plaza principal de Escobar, el teatro municipal y el polo universitario de Maschwitz junto al intendente, en un inequívoco gesto de acercamiento.
De regreso a las oficinas de Consultatio en el barrio porteño de Retiro, el creador de Nordelta y dueño del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) dialogó en exclusiva con DIA 32.
¿Puede decirse que a partir de la asunción de Ariel Sujarchuk se inició una nueva relación entre el Municipio y Puertos?
Sí, efectivamente. Estos proyectos son de muy largo plazo, en los cuales generalmente hay cambios de Intendencia. Eso nos pasó en el caso de Nordelta, en el que vivimos con tres intendentes. En Escobar es el primer cambio de intendente, entonces nosotros tenemos que saber cuál es su agenda. Eso es lo que ha ocurrido con Ariel. Desde el año pasado y durante este año hemos mantenido distintas reuniones, en las cuales él puso las prioridades y la estrategia de la Intendencia con relación a Puertos. Nosotros tratamos de acompañar, queremos que haya colaboración, entendimiento y diálogo con la actual Intendencia. Nos gusta tener una mirada macro, urbanística, comunitaria y social.
¿Qué imagen tiene del intendente?
Yo encuentro una persona que tiene una mirada macro, que quiere producir una transformación y un mejoramiento incluso ambicioso en la ciudad, con programas culturales, educativos y urbanos. Es una mirada del siglo XXI: progresista y también ambiciosa. Él desea que los desarrolladores con sus proyectos derramen al resto del Municipio, que de por sí crean empleo, le agregan valor a las tierras y a la revaluación de los impuestos inmobiliarios. Aparte de eso, el intendente quiere trabajar en obras de infraestructura por fuera del desarrollo y en eso estamos precisamente dialogando.
La reconstrucción del puente de “La Arenera” y la obra hidráulica del barrio San Luis, ¿son una contribución como muestra de buena voluntad o un reconocimiento de algún tipo de responsabilidad en las inundaciones que vienen sufriendo los vecinos del arroyo Escobar?
Más que solidario, es un aporte de responsabilidad social. Es decir: “Acá hay un proyecto que tiene escala y la comunidad necesita un puente. Bueno, de muestra de buena voluntad, nosotros le hacemos el puente”, que va a ser de material, con 40 metros de largo, el doble del actual, por lo que en vez de producirse un embudo no va a interferir en nada con el cauce natural. Pero esto no tiene nada que ver con el angostamiento del arroyo que produjo el intendente anterior. Y Puertos no tiene nada que ver en cuanto a interferencias o impacto. Incluso no está en esa zona.
En un marco más general, ¿le parece justo o desmedido el reclamo del intendente sobre la deuda por la cesión de tierras?
La Intendencia tiene un criterio, que obviamente le conviene al Municipio, de tomar la máxima densidad por hectárea. En Escobar dijeron “vamos a aplicar un criterio, que es la máxima densidad”. Después, uno tiene que dar una cantidad de tierras de acuerdo a la cantidad de población. El criterio fue ese y nosotros lo aceptamos. Dialogamos siempre y tratamos de llegar a acuerdos. Somos constructivos. Siempre tenemos una visión optimista de todo.
Pero la diferencia de criterio con respecto a la densidad surgió de un dictamen provincial, que incluso contradijo la presentación realizada por la gestión municipal anterior…
La situación entre Provincia y Municipio se dio debido a los procesos burocráticos más que a otra cosa. El gobernador anterior (Daniel Scioli) sabía perfectamente de Puertos y estaba a favor, lo mismo el intendente anterior. Son todos diálogos que llevan tiempo. Además, hubo cambio de funcionarios y la Provincia con el Municipio iba, venía y nunca hubo un no a nada.
Desde su mirada de desarrollador urbanístico, ¿qué impresión se llevó de Escobar después del recorrido que hizo con Sujarchuk? ¿Se evidencian graves problemas de planificación, no?
Bueno, pero eso ha ocurrido en todas las ciudades. Si uno va a San Isidro, por ejemplo… Es que las ciudades tienen un origen muy anterior y no pudieron vislumbrar el surgimiento del automóvil, su multiplicación y los problemas que eso causa en el tráfico. Yo ya he ido varias veces al Municipio, pero esto fue como una relectura. Me parece muy buena su idea de transformar y reciclar la plaza, que tiene un valor simbólico y de uso muy significativo para la ciudad, en lo que eventualmente Puertos también podría colaborar. Después, uno de los temas que estamos hablando, aunque yo no tenga la solución, es el del tráfico, los estacionamientos y cómo actúa el colectivo. Una serie de cosas que son problemas que tiene toda ciudad donde el auto avanza y hay que rejerarquizar al peatón y al ciclista, que lo tiene muy en mente.
También conoció el teatro municipal, que es un edificio centenario pero muy venido a menos y que hace tiempo tiene pendiente su restauración, ¿qué le pareció?
Sin dudas merece ser renovado y, a su vez, articular un programa. Porque hay que tener la capacidad edilicia y luego darle un contenido de programas de arte a ese edificio. En la sala principal hay que cambiar las butacas, bajar el escenario, que está muy arriba, y hacer un replanteo general con la última tecnología, con iluminación, porque es un auditorio donde también se podría llegar a proyectar cine, eventualmente como en el MALBA. Ariel quiere poner en valor el teatro y eso me llega más de cerca por las inquietudes que tengo a través del MALBA hacia la cultura. Entonces, también estamos pensando eventualmente en que Puertos se ocupe de refaccionar el teatro.
¿Está confirmando que Puertos podría participar en la restauración de la sala?
Yo creo que sí, soy optimista en cuanto a que podamos llegar a una feliz resolución. Hay que sentarse un poco y pensar una serie de contenidos. A mí me gusta mucho la idea de un programa variado, porque eso va congregando gente que es aficionada a distintas artes como el cine, el teatro de espectador, el teatro para gente que quiera hacer teatro, danzas, performances… Hay muchas cosas que se pueden hacer y que también hay que pensarlas al mismo tiempo que se recicla el edificio.
Me contaron que el intendente lo invitó a “formar parte de la vida de Escobar”. ¿Lo seduce la idea?
Perfectamente. A mí me da entusiasmo, porque es una forma de materializar un proyecto. Porque hacer una ciudad, si fuera estrictamente un negocio, no lo haría. Esto es algo vocacional. Un proyecto a 30 años es muy complejo de por sí, desde el punto de vista de todo lo que implica el involucramiento con la comunidad que uno crea, la organización política, el diálogo a nivel Intendencia, a nivel provincial, con todas las empresas de servicios y las dificultades que traen por la falta de capitalización. Yo soy así, hago el MALBA y pienso en cien años, no puedo pensar en tres.
DE PEREZ COMPANC A COSTANTINI
¿Un nuevo mecenas?
En sus épocas de apogeo como intendente, Luis Patti tuvo en el sector privado un aliado de fuste para concretar distintas obras públicas. Fue nada menos que Gregorio Perez Companc, quien a partir de la asunción del ex comisario en el Municipio empezó a trasladar sus negocios e inversiones a Belén de Escobar. Desde Goyaike, Munchi’s y Temaikèn, cerca de su fastuosa residencia de la ruta provincial 25, hasta Fleni y las oficinas de la Fundación, entre otras insignias de su holding.
El ensanche y la repavimentación de la 25 de Panamericana hacia Matheu, la pavimentación de la calle Sarmiento hasta la Colectora Este, la remodelación del polideportivo municipal y el financiamiento de la Banda Municipal de Música son algunos de los aportes que le hizo a Patti.
De aquel idilio ya solo queda un recuerdo cada vez más lejano, que se choca contra un presente de penumbras. Mientras que el argentino más rico del mundo sufre escándalos familiares -uno de sus hijos denunció haber sido violado por uno de sus hermanos- y una citación por evasión, el ex intendente purga dos condenas a prisión perpetua por crímenes cometidos durante la última dictadura.
Los tiempos pasaron y hoy los actores son otros. La Intendencia está en manos de Ariel Sujarchuk y el magnate de turno es Eduardo Costantini.
A diferencia de “Goyo” y “el Chueco”, la relación entre el jefe comunal y el dueño de Consultatio no comenzó muy armoniosamente, pero ahora parece encaminarse a un rumbo mejor. ¿Encontrará en él a un nuevo mecenas de Escobar?
ACCESO INCONCLUSO
El camino de la discordia
Según su criterio, ¿ cómo debería resolverse la pavimentación de los cuatro kilómetros de la calle Libertad que faltan para unir el acceso del kilómetro 44 con la ruta 25, a la altura de la barranca?
Creo que es muy difícil. Nosotros hicimos una inversión enorme en el acceso. De ahí a que surja la obligación de lo que estamos hablando, es opinable. Como muestra de buena voluntad, estamos dispuestos a colaborar por esa responsabilidad social de la que hablamos, a tener un gesto y realizar una serie de inversiones por fuera de la ley de cesión. Si dentro de eso se quiere incluir parte de esos 4 kilómetros, bienvenido, lo hacemos. Desde el punto de vista de la responsabilidad legal no hay una obligación, pero nosotros no tenemos solo una visión legislativa. Como dije, tenemos una mirada más amplia que perfectamente acepta este tipo de predisposición. Yo tengo la filosofía de colaborar dentro de las posibilidades económicas que tenemos.