El bar de “Chiflo” compone el ADN de Julio Díaz. Por eso en los festejos del 80º aniversario del negocio, el pasado viernes 5, se lo vio lagrimear de emoción. Nacido y criado en la casa que tenía el local cuando su padre y su tío comenzaron con la historia, es un testigo fundamental del paso del tiempo en la ciudad.
“Mi vida está puesta acá adentro. A Garín lo conocí pueblito, estaban la delegación municipal, la sociedad de fomento, la salita y la comisaría. Después veíamos todo campo”, recuerda detrás de la barra.
El nombre original del comercio fue El Ideal. Lo abrieron los hermanos Valerio y Modesto Díaz -“Chiflo” y “Belanga”-, el 15 de diciembre de 1934. Ambos trabajaban como repartidores de la vieja panadería Centenario cuando comenzaron a darle forma al proyecto, seguramente sin imaginar lo lejos que llegaría aquella aventura.
Le alquilaron a don Pedro Nieto un inmueble ubicado del lado este del actual boulevard Perón. Y a una mujer que tenía una barra frente a la estación le compraron un billar, botellas y estanterías. Así comenzaba la vida del mítico bar, nacido cuarenta años después de la fundación de Garín.
En su historia abundan datos pintorescos. Por ejemplo, tuvo el segundo televisor blanco y negro del pueblo, en los años ‘50. El primero era de una familia, que le daba uso particular, pero el de “Chiflo” se compartía de manera popular con los clientes, principalmente para las transmisiones deportivas de la época.
Además, en la década del ‘60 la cancha de bochas del bar dio origen a una de las entidades de la ciudad: el Club Sacachispas Ideal. El lugar era el punto de encuentro del grupo fundador, antes de la adquisición de los terrenos en donde funciona actualmente.
Después de un tiempo, “Belanga” partió hacia Capital Federal para atender otros asuntos y “Chiflo” quedó a cargo. Pero en 1977, a los 67 años, falleció, y con él también murió El Ideal. A partir de allí su hijo Julio, con sus 25 años y junto a su mujer, Rosa, continuaron con el legado. Al poco tiempo llegarían a sus vidas sus tres hijos.
Hoy el local cuenta con cuatro mesas de pool, una mesa de billar, la histórica cancha de bochas techada en 1940 (en desuso hace 4 años) y el tradicional servicio de bar de la casa. En las paredes cuelgan dos pantallas de LED y una foto gigante en blanco y negro que fue regalo de sus hijos en los últimos festejos. En ella está el fundador, detrás del mostrador, de bigotes y con una camisa blanca prendida hasta el cuello. Al pie, en letras grandes, dice: “Chiflo, junto a vos desde 1934”.
La celebración del aniversario tuvo una gran convocatoria, a pesar de la poca difusión, y se desarrolló en un ambiente familiar y vecinal. También pasaron por el lugar el intendente Sandro Guzmán, autoridades policiales y miembros de la parroquia Santa Teresa que bendijeron las instalaciones.
Emilse Díaz, hija de “Chiflo” y hermana de Julio, que también se crió en el bar, habló para los presentes sobre los comienzos, las comidas que hacía su madre, las navidades que compartían con los vecinos y los corsos, que eran de los más importantes de la zona.
Las mesas dispuestas en la vereda del local y sobre el boulevard invitaron al público a acomodarse. Una orquesta de tango musicalizó la velada y los mayores de 70 fueron los principales protagonistas con sus anécdotas y vivencias entre esas legendarias paredes.
En efecto, Julio también es un enamorado de Garín. Reconoce que “se perdió el respeto que antes existía”, pero es optimista de cara al futuro. En sus rasgos está la ciudad, el pueblo, y es inevitable que así sea: ha vivido en el bar viendo el transcurrir de distintas generaciones y pretende “seguir como estamos, con el respeto de la gente. Para mí esto es mi vida, en sentimientos, afectos y en todo”.