por ROCÍO M. OTERO
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El frío de julio pega fuerte, la noche empieza a caer. A lo lejos se ve una mujer rubia, alta, haciendo malabares para parar el colectivo con una mano, sosteniendo una torta con la otra. Las luces del transporte que se asoma encandilan a las únicas dos personas que aguardan en la estación. La mujer extiende la mano, el colectivo para. Las puertas se cierran, se escucha de fondo una voz que tararea hasta perderse: “Nace una flor, todos los días sale el sol…”. Comienza el viaje.
En los primeros asientos están sentados Marcos Federman, periodista; Gabriela Pérez De Simone, licenciada en Relaciones Institucionales; y Emiliano Colta, músico y docente. Los tres son miembros fundadores de Colectivo Cultural, una entidad de bien público que en su primer año de vida ya logró marcar una fuerte presencia en Ingeniero Maschwitz.
Primera parada: Orígenes
Como fecha fundacional de Colectivo Cultural quedará registrada el 23 de agosto de 2009. Aquel sábado, Marcos convocó a siete amigos a su casa para comer unas pizzas y tirar la idea de “hacer algo”. Así surgió la decisión de generar actividades artísticas y culturales como aporte a la integración social.
“Elegimos este nombre porque creemos que tiene la amplitud necesaria y refleja lo que nos unió. Hoy somos aproximadamente 30 personas y estamos constituidos como entidad de bien público”, explica Marcos, que en el reparto de cargos recibió el de presidente.
DIA 32: ¿De qué manera logran congeniar treinta opiniones distintas?
Gabriela: Si bien cada uno tiene su propia ideología, compartimos la idea principal del Colectivo y eso es lo importante. Creo que la diversidad suma.
Emiliano: Muchas veces las reuniones son terapéuticas. Nos enriquecemos entre todos y aprendemos en conjunto.
Marcos: Hay, por suerte, todo tipo de ideas, de edades y de clases sociales. Eso es lo hermoso de esto.
DIA 32: ¿Cómo se priorizan las ideas? ¿Cómo establecen un orden?
Marcos: Tratamos de leer en la realidad qué es lo que falta o qué es lo que hay y habría que mejorar.
Gabriela: Nunca tuvimos un orden (risas). Vamos viendo sobre la marcha qué sale. Depende también mucho de nuestro entorno, de sus necesidades.
DIA 32: ¿Dónde encuentran los principales obstáculos?
Marcos: Una debilidad que tenemos es la falta de un espacio físico. El recurso humano es lo que sobra, tal vez el económico es lo que más cuesta. Pero las ganas están.
DIA 32: ¿Y cómo hacen para recaudar fondos?
Gabriela: Antes de constituirnos como entidad habíamos pensado en poner una cuota mensual voluntaria de $20 entre los miembros del Colectivo. Ahora también contamos con lo que se genera en las fiestas y los eventos que organizamos.
Segunda parada: Concreciones
La apertura de un espacio público para disfrutar del séptimo arte en Maschwitz es quizás el proyecto de mayor repercusión que la entidad ha logrado hasta aquí. En realidad, el sueño original era reabrir las puertas del cine “Gloria”, que hasta 1970 funcionó frente a la estación ferroviaria. Pero la idea quedó aplazada ante tantas trabas burocráticas. A cambio, las funciones se realizan en la sala de la Sociedad de Fomento.
Marcos: “Esto lo queríamos hacer desde que nos juntamos. La idea de tener un cine abandonado nos parecía re triste. Yo de pibe que voy ahí y lo veo cada vez más hecho mierda, con la placa que dice “En honor al antiguo Cine Gloria”. Y bueno, por imaginar qué lindo sería que esté abierto, lo abrimos.
Salimos, hablamos con los vecinos, recordamos esa época y decidimos hacer nuestro propio cine. Fue la realización del sueño idílico de que vuelva a haber cine en el pueblo para el pueblo.
DIA 32: ¿Y la repercusión fue la que esperaban?
Marcos : Fue más, nosotros lo publicitamos un poco, pero no tenemos un aparato de prensa propio y siempre está el temor de que no vaya nadie. Pero empezamos a sala llena, con gente sentada en banquitos. Y la segunda función fue con más gente todavía.
La primera película que se proyectó fue Cinema Paradiso, el domingo 20 de junio, y dos semanas más tarde las puertas se volvieron a abrir para Diarios de Motocicleta, que contó con la presencia de uno de sus protagonistas: Rodrigo De La Serna, quien tras la función compartió una charla abierta con el público.
“Ver el cine así lleno fue una experiencia única. Yo me lo imagino y se me llenan los ojos de lágrimas”, dice Gabriela con la voz a punto de quebrársele. “Al ser un cine de barrio cobra una interacción única, todo tiene otro sentido”, apunta Emiliano.
Otras propuestas generadas por el grupo fueron una tertulia para convocar a más interesados, la pintura de un mural en la escuela 13, bicicleteadas por Maschwitz y una mateada cultural con exposición de arte en la plaza Mitre.
“Cuando hicimos la mateada, que fue una de las primeras actividades por los 100 años de Ingeniero Maswichtz, fue todo sobre la marcha, todo rápido, es más una hora antes fuimos a pedir donaciones a las panaderías, que por suerte se coparon con la idea. Ya con el cine estábamos más cancheros y lo arreglamos con más tiempo. Es así, se aprende haciendo”, explica Emiliano.
Tercera parada: Proyectos
Las actividades de Colectivo Cultural no paran. “Cuando vimos el lugar del cine abandonado nos pareció hermoso armar ahí un centro cultural, pero lamentablemente ese espacio no se puede usar. Así que la directora de Cultura nos dijo que armemos un proyecto para los terrenos que están al lado de la vía. Ya lo hicimos y ahora estamos esperando la respuesta”, explica Gabriela.
Pero las ideas de este grupo de emprendedores no se agotan ahí. “Vamos a empezar los talleres, de telar, de danza folclórica, de todo. La idea es captar cada vez más gente y abarcar otros lugares, que no sea solo Ingeniero Maschwitz. Ampliarnos por una cuestión natural, pero siempre en el ámbito cultural”, cuenta Gabriela. Y Marcos completa: “Ahora somos 30 pero esperamos ser 100 y que haya distintos colectivos culturales por todos lados”.
La chica rubia se para, llegó el momento de bajarse. Les deja a los chicos la torta y les agradece por el buen momento, por la charla y por el grato viaje. Toca el timbre que permite abrir las puertas traseras y se baja sin titubear. Rumbo a nuevos horizontes, el Colectivo Cultural seguirá su marcha buscando que más pasajeros se sumen al recorrido.
Disconformes y contentos
¿Cómo ven el desarrollo urbanístico y comercial que va teniendo Maschwitz?
Emiliano: Es muy difícil ser objetivo y no pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Me acuerdo de las calles de arena, de los lugares tranquilos. Estamos un poco disconformes con algunas cosas y contentos por otras, porque más allá de todo sigue manteniendo su identidad. Una de las cosas que no dejó de crecer fueron los countries en los alrededores y eso condiciona, asfixia. Hay cuestiones de planeamiento que fallan.
Maschwitz es un pueblo mágico gracias a la gente que lo pobló. Pero la falta de planificación trae problemas a futuro, es muy triste que no haya agua ni cloacas. Cuando no se hacen las cosas como se debe, en algún punto colapsan. De todas maneras, este lugar nos encanta y nos va a seguir encantando.
¿Se sienten representados por la dirigencia política?
Marcos: Claramente no. Por eso elegimos representarnos nosotros mismos. No basta con decir “ellos no hacen nada”, hay que hacer. Fuimos creciendo y cayendo en la cuenta de lo que hacemos y por qué lo hacemos. No somos de ningún partido, ni tenemos en plan serlo. Pero, de última, los políticos tendrían que ser gente que haga algo para que la otra gente, y ellos mismos, estén mejor.
Emiliano: Cuando elegimos nuestras actividades somos muy cuidadosos de no suplir el rol del Estado. Tratamos de buscar lo que necesitamos para la comunidad.