Si bien nació en Montevideo, Jorge Héctor Landaco (57) tiene sobrados motivos para considerarse un argentino más. Es que a los 14 años debió exiliarse con su familia en plena dictadura militar -su padre estuvo desaparecido trece meses por colaborar con los Tupamaros- y nunca más volvería a su Uruguay natal. Por el contrario, tras una corta estadía en Caracas, recaló para siempre de este lado del charco.
Primero vivió en Puerto Madryn, después en Capital Federal y finalmente llegó a Garín, donde decidió echar raíces a fines de los ‘80 sin imaginar que esa “selva” se terminaría convirtiendo en una pujante ciudad y él en uno de sus personajes más conocidos.
Desde 1992 es el primer y hasta ahora único cafetero del pueblo, un oficio que aprendió “por casualidad” cuando la cerrajería en donde trabajaba bajó la persiana y tuvo que salir a patear la calle para ganarse el pan. Estimulado por los múltiples carritos que veía a diario en Once, su barrio de entonces, decidió probar suerte en la venta callejera: sándwiches, comidas elaboradas y ensaladas de frutas -“fui un pionero en el rubro”, presume- fueron los productos que ofreció hasta que el café se cruzó en su camino y le cambió la vida para siempre.
“Cuatro años después, yo ya vivía en el barrio La Loma y estaba podrido de viajar todos los días hasta Capital, así que decidí empezar a vender acá. El primer día arranqué por una vereda regalando vasitos de café a los comerciantes para que lo prueben. Al otro día le vendí a esa gente y me crucé de vereda para regalarles a los otros. Y así hice mi primera clientela”, recuerda Landaco a DIA 32 sobre sus inicios en Garín, 26 años atrás.
“Yo le debo todo a esta ciudad. Con este trabajo mis hijos -Paula (33), Gimena (30), Ignacio (28) y Luján (21)- han tenido la suerte de estudiar en colegios privados. Y sigo viviendo de lo mismo, aunque desde que me separé y ellos ya no dependieron más de mí pude elegir un poco más los horarios. No me sobra nada, pero no me quejo”, confiesa con orgullo.
Sobre la clave de su éxito, dice que “hay un poco de todo”, pero destaca dos aspectos: la buena presencia y usar mercadería de primera. “Yo traje a Garín el café Bonafide”, remarca.
Hincha fanático de Vélez Sarsfield, sale a la calle todas las mañanas -excepto los domingos- con su pintoresco carrito cargado de café a la turca, cappuccino, té, mate cocido y facturas, entre otros productos. Y regresa más tarde con muchos secretos a su casa, ya que, además de vender, también oficia de psicólogo de algunos clientes y es amigo de otros tantos: “Me han invitado a sus casamientos, me he ido de vacaciones con ellos y ya estoy atendiendo terceras generaciones. Es increíble”, señala.
Pero eso no es todo. Landaco también se hace el tiempo para despuntar sus otras pasiones. Es actor de teatro independiente -integra el elenco de la obra La rebelión de los ateos en El Estepario Teatro de Capital Federal-, conduce desde hace 20 años el programa de radio Solo para enamorados por FM Imagen (107.5 MHz) y, además, los sábados se desempeña como árbitro de fútbol en la Liga Intercountries. Un verdadero todoterreno.
“Tengo la suerte de acomodar mis horarios y trabajar de lo que me gusta, que no es poca cosa. Por eso, mientras me den la cabeza y las piernas voy a seguir laburando. No sirvo para estar al pedo en mi casa”, concluye, con total soltura.