El oficio más antiguo y su arraigo en Escobar. Historias reales y testimonios. El caso testigo de la calle Podestá. DIA 32 le corre el velo a un tema que todavía conserva ribetes de tabú.

El intercambio de sexo por dinero es uno de los temas que todavía se quiere sostener como tabú en nuestra sociedad. Pero, a la vez, aparece como cuestión cotidiana de charla en cualquier reunión de amigos.

“Si no se nota o no se ve, mejor”, dicen. Y es precisamente eso lo que llevó a DIA 32 por el sendero de la inquietud que desnuda varias aristas de esta profesión.

El trabajo más antiguo

Durante años, esta práctica ha sido conocida como uno de los primeros trabajos de la historia. Personajes escobarenses asiduos a frecuentar burdeles o “piringundines” todavía recuerdan al famoso “Las Vegas”, en Tapia de Cruz y Colectora Oeste; o al “Noche Buena”, en el kilómetro 49 de la ruta 9 vieja.

Tampoco fueron olvidados “El Playón” y “La Parrilla” (en el puente de Loma Verde), al igual que “El 56”, ya destruido, y “Chevere” (Colectora Este y Victoria). En Matheu se recuerda a “El Keko”, así como a la parrilla de Colectora Oeste y Gorriti, en Maschwitz, donde varias mujeres eran la parte oculta del menú. En Garín, una casa en Sarmiento y Larroca, un local en Perna 1067 (hoy oficinas del Registro Civil) y “El Manosanta”, en Colectora Oeste y Olivetti.

A pesar de las restricciones, siguen existiendo no pocos rincones que, en voz baja y donde menos se los imagina, esperan con las puertas abiertas para “brindar un buen servicio”.

A cambio de unos pesos

En septiembre, la crónica escobarense tituló: “Al burlesque de Podestá le llegó el turno del final”. Es que sobre esa calle del barrio Villa Bourdet, desde abril de este año, funcionaba un prostíbulo que tenía a maltraer al vecindario y cuyo pedido de cierre fue tema central en una reunión del Foro de Seguridad.

La policía entró allí por primera vez el miércoles 26 de agosto y se llevó esposadas a cuatro mujeres. Una semana después, las damas reincidieron. Fue así que el 23 de septiembre un segundo allanamiento escribió el final de esta breve historia, que concentró amplia atención en la prensa local y en internet se convirtió en una de las noticias más taquilleras.

A cambio de una necesidad

Es de noche y el barrio está tranquilo. No hay gente en la calle, sólo algunos perros. La puerta da a la calle y no tiene rejas. Adentro hace calor, una estufa ambienta la cocina donde tres mujeres esperan la llegada de algún cliente para conseguir algo de plata. Poco antes de que la policía clausure el burdel de Podestá al 400, DIA 32 estuvo charlando con ellas sobre su trabajo, los clientes y sus historias.

Ronda de mates mediante, una mujer cuarentona que se presenta como“Angie” explica que la idea de dedicarse a esta actividad le surgió mientras tomaba un café y pensaba en un trabajo para obtener ingresos. En Escobar, esta es su segunda parada. Junto a una rubia rellenita de 22 años que dice llamarse “Nicole”, había estado a media cuadra de la plaza, en un departamento en el que duraron poco. La dueña vivía al lado y no se creyó el cuento de que hacían aromaterapia.

El boca a boca corría, la clientela crecía y no pudieron disimularlo más. Tuvieron que buscar otro destino. En el “privado” no hay fiolo, las mujeres no están esclavizadas -mucho menos maltratadas- y son ellas mismas las que mantienen el lugar. Antes, enterarse de estos servicios en la zona era algo sólo de los cultores, pero hoy hasta en los clasificados del diario local se difunde la amplia oferta -mujeres, travestis, gays- que hay disponible en la capital nacional de la flor.

Historias de vida, no tan debidas

“Hay días en los que volvés con las monedas para el colectivo, porque no viene nadie, y otros en los que no esperás nada y te llevas más de lo pensado. Esto es así”, comenta Angie. Sus padres son discapacitados y ella es la única entrada de dinero de la casa. La familia no sabe de su trabajo y el novio piensa que es recepcionista. Dice que tuvo otros empleos, pero en ninguno ganó más que como meretriz.

“Mi hermana trabajó de esto y yo pensaba que era una tragedia, hasta que me metí y tuve que dejar los prejuicios de lado. Empecé en un privado de San Martín, como recepcionista. Veía pasar tanta plata que me convencí. Nunca me voy a acostumbrar a que me toquen diferentes hombres, pero yo pienso en que esto es como una terapia”.

La morena que comparte la charla sólo escucha. “Ella tiene cuatro hijos y por eso esta acá”, explican sus compañeras.

A la cuarentona la persigue otra historia, la de haberse quedado “fuera del sistema”, según su propio análisis, y tener que llevar plata para sus hijos.

“Siempre generé trabajo y esto es plata rápida, pero no es fácil. Es algo que la vida te pone por delante”. Cuenta con la experiencia de haber trabajado en un privado de San Martín y en otra oportunidad bajo un regente que le cobraba una comisión por supuesta seguridad.

“El hombre de Escobar aún no tiene aceptado el privado. Esto apunta al hombre casado que quiere discreción”, explica Angie.

Mala semilla

Las muchachas sabían que su suerte en el barrio estaba echada, que allí estaban generando “mucho ruido” y que en cualquier momento sería la policía quien golpee a sus puertas.

¿Qué piensan de las denuncias que hay contra ustedes?, preguntó DIA 32.
La gente tiene demasiados prejuicios a nivel moralina, es una falsa moral. Molestamos nosotras que cerramos las puertas a un determinado horario, no vendemos alcohol ni drogas y no ponemos música fuerte; somos invisibles. Sin embargo, no muestran la misma preocupación ni molestia por gente que toma y sale a robar. A esos no los persiguen. Hay gente del barrio que se queja de nosotras pero dedicó su vida a recorrer prostíbulos. Ahora son los primeros en levantar firmas, tendrán miedo de que los reconozcamos.

La hipocresía juega un papel fundamental en esta partida, donde los señores peones y alfiles se sienten reyes ante estas reinas pagas. Luego cuentan sus historias y sus dotes de caballos, sumiendo a frágiles torres que soportan miles de jugadas ocultas en un tablero que guarda las estrategias menos imaginadas de la vida. Definitivamente, hay mucho de ajedrez en el mundo de los burlesques.

Un hecho real

Anécdotas de escobarenses que han transitado estos lugares de ocasión se escuchan asiduamente, pero aquí se rescata un acontecimiento de la realidad que sucedió hace veinte años, donde solo los nombres de los personajes son de ficción.

Los muchachos de la barra estaban acostumbrados a frecuentar un piringundín de Loma Verde. Para Luis, José y Raúl, era parte del jolgorio, cosa de muchachos de la época. Sin embargo, para Carlos era algo más. Se sintió conmovido por la historia de Gladys, que hacia dos meses había llegado a ese lugar, obligada por circunstancias que se mezclaban entre hechos dudosos y una necesidad familiar. La casualidad de la primera noche puso de manifiesto lo que al fin de cuentas sería un romance para toda la vida.

Los amigos pensaron que la novedosa experiencia había alterado por demás a Carlos, que comenzó a frecuentar diariamente el lugar, a tal punto que los fiolos entraron a sospechar de Gladys. Y no era para menos. Ambos se habían enamorado.

Como la relación corría peligro, decidieron huir y esconderse en los montes de Las Vizcacheras, donde permanecieron casi dos años. Cuando pasó el peligro de que los fiolos los rastrearan, volvieron al pueblo y se casaron. Hoy, Gladys y Carlos continúan viviendo en Escobar y tienen tres hijos adolescentes.

Servicios online

En los tiempos que corren, no hace falta ser un “hombre de calle” para saber donde encontrar servicios sexuales en cualquier localidad del partido de Escobar. Con internet, la búsqueda no podría ser más fácil. Una abundante oferta para todos los gustos se encuentra disponible en la web, con teléfonos, direcciones -no siempre- y detalles de condiciones y aranceles. Ojos que no ven, corazón que no siente…

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