Kyle Craven no inventó una vacuna que cura el Ébola, no ganó un Grand Slam y ni siquiera es una personalidad reconocida por la humanidad. Simplemente es un joven de Ohio, Estados Unidos, que trabaja con su padre y vive con su esposa. Sin embargo, su cara recorre el mundo todos los días y es el producto de infinidad de carcajadas. Su rostro es el protagonista del meme “Bad Luck Brian”, un ejemplo más de esta tendencia que crece en internet y las redes sociales.
La Real Academia Española aún no incluyó al término en sus diccionarios, pero casi todas las personas habituadas a usar una computadora o un smartphone saben lo que es: simples imágenes o fotos de personas en determinadas situaciones que sirven para generar entretenimiento hábil y efectista.
El nombre de este fenómeno en sí proviene de una teoría del zoologista Richard Dawkins, que bautiza así a “la unidad mínima de información cultural transmisible de una mente a otra mediante replicación y transmisión”. Los genes conforman la base primaria de nuestra vida biológica y lo propio hacen los memes con la base mental de la cultura de cada ser humano.
Pero nada más alejado de lo científico que este tipo de humor: las imágenes surgen de la originalidad de usuarios en internet, ya sea en sitios como 9GAG o 4chan, por citar algunos, en los que se publican sus ocurrencias. Su efecto se da más por reacción de los autores ante una determinada foto, rasgo o característica particular que por una invención.
Con la venia de algún autor, personas ignotas como el propio Kraven, Michael McGee o Kimmo Merikivi se transforman en celebridades de la web y hasta obtienen algún que otro beneficio económico por ello, como en el caso de “Bad Luck Brian”. Su imagen ha sido utilizada para publicidades en países que van desde Alemania hasta Puerto Rico y él ha embolsado una buena suma de dinero por “no hacer absolutamente nada”, según afirma en una nota del Washington Post.
En consonancia con las virtudes de la red en las que cada usuario puede producir sus cosas, cada día la gente inunda las redes sociales con sus chistes. Sitios como Meme Generator o Quick Meme, entre otros, facilitan el trabajo.
Los eventos deportivos suelen ser el ejemplo más utilizado por los productores de los memes, aunque la política y los espectáculos no están exentos de ser parodiados por los humoristas web en tiempo real.
Durante el reciente duelo Venezuela-Argentina de las Eliminatorias, las cámaras tomaron en un momento particular a Edgardo “Patón” Bauza, técnico albiceleste. Lo curioso no fue eso, sino que estaba con la cabeza cubierta por una capucha y con un gesto de fastidio: esa simple imagen bastó para que apareciera el meme que lo compara con Darth Sidious -villano de la saga Star Wars– y las redes estallaran.
Con tal de recibir visitas en su sitio, los medios digitales ya se han acostumbrado a darle lugar a los memes. Por eso, no es descabellado encontrar noticias que solo contengan los chistes gráficos ideados por usuarios en páginas web informativas.
Hace dos o tres décadas, para reírse un rato había que recurrir a la radio, la televisión o a las historietas cómicas de los diarios. Hoy, internet amplió las posibilidades al infinito y permite que la misma gente produzca y comparta sus humoradas con los demás.
“Una imagen vale más que mil palabras”, reza un proverbio y la web 2.0 lo reafirma. Nadie sabe si es solo una moda o un fenómeno que llegó para quedarse. Mientras tanto, los infortunios de la vida de “Bad Luck Brian” siguen provocando carcajadas en Kraven y en millones de personas en todo el mundo.