La historia de Julián “Kun” Gómez es un ejemplo de superación personal. De joven encontró en la música su medio de vida, toca todos los instrumentos y compone.

Quizás podría haber sido un destacado jugador de fútbol, pero decidió dedicarse a la música y de la cancha quedarse con el apodo y con haber aprendido a cantar como parte de la hinchada de Huracán. “Canto con la misma pasión que en la tribuna”, afirma Julián Esteban Gómez (30). Hoy en día todos lo conocen como Kun, el príncipe del acordeón, un nombre artístico que abarca sus dos pasiones. “Cuando jugaba muchos me decían que tenía el estilo del Kun Agüero”, dice, sin sonrojarse ni engrupirse.  

Su papá, Gustavo Gómez, era DJ y de esa manera conoció a su esposa, Irene Luna, en un boliche de Maquinista Savio. “Mi relación con la música era de escucharla en mi casa a todo volumen y todo el tiempo. Siempre era música tropical, es lo que predomina en la villa. Por eso cuando compongo lo llevo para ese lado, se va solo, porque es una esencia”, le cuenta a DIA 32.

A medida que fue progresando, creó un estilo súper personal: “Hago un video tocando una cumbia, pero las imágenes son de ciencia ficción. Mezclo la esencia de la cumbia con lo digital”. Autodidacta, toca el acordeón y todos los instrumentos que demandan sus canciones. Además, canta y, sobre todo, compone. 

En la adolescencia también fue DJ, al igual que su padre, pero asegura que nunca se imaginó como músico. “Cuando tenía 17 iba a la escuela, pero la verdad es que estaba mucho en la calle. Mis viejos ya se habían separado y medio que vivía solo. Y bueno, uno se la re manda a esa edad. Empezás a conocer cosas que no ayudan. Dormía de día, me despertaba dos o tres de la mañana re ansioso, no sabía qué hacer”.

“El Príncipe del Acordeón” en vivo
En vivo. Julián Esteban Gómez es una de las nuevas figuras en la escena tropical argentina.

El pianito salvador

Un acontecimiento simple, doméstico, le hizo un clic repentino para motivarse artísticamente. “Un día había un pianito debajo de la escalera, pasé y toqué dos teclas por joder. Fue como que me cachetearon. La flasheé, se me dio algo en la cabeza que estuve tres días sin dormir, pero tocando el pianito”.

Ese acordeón fue un antes y un después en la vida de Kun, anduvo por todos lados. No tocaba más de dos o tres melodías y cantaba todo lo que sucedía, lo que veía en el momento, lo que sucedía en la calle. “Hoy soy más compositor que músico. Toco todos los instrumentos y armo las melodías, pero nunca me perfeccioné. Agarro la data de la música clásica, por ejemplo, la traigo, varío los tiempos… aprendí un montón”.

La historia no quedó ahí. “Para los 18 mi abuela me preguntó qué quería de regalo y le mostré el pianito con el que rancheaba en la esquina. Así que le pedí un acordeón porque pensé: ‘Lo puedo tocar en la calle sin enchufarlo’”.

Prefiere hacer shows en festivales o teatros antes que salir de gira por los boliches los fines de semana. Y elige solo dos o tres fechas por mes. “Eso de hacer cuatro o cinco presentaciones por fin de semana te quema, al final ya no querés ni tocar y la gente no te escucha. Yo prefiero máximo tres shows al mes bien copados y que la gente venga a ver un espectáculo y a vivir una experiencia, no a tener una banda de fondo”, explica.

Sus presentaciones tienen un formato especial. “Hacemos shows con capítulos, que cuentan historias. Entre capítulo y capítulo nos guardamos, después reaparecemos y así la gente se re engancha”. Entre los conciertos más importantes, menciona el que compartió con el mexicano Efrén David.

Familia numerosa

Si bien nació en Maquinista Savio, a los tres años dejó el barrio Amancay y se mudó con su familia a Boulogne. Pero no por eso perdió contacto con su tierra de origen. Kun cuenta que su mamá tiene ocho hermanos “o más” y que siempre vuelve para estar con sus primos, que son un montón. “Los mejores recuerdos que tengo de mi infancia son con ellos. Hoy sigue siendo así. Cuando no toco capaz que me voy el viernes, hacemos un asado y me quedo con la familia todo el finde”. 

“El Príncipe del Acordeón” en concierto
Teclado y fuelle. El músico saviense comenzó a tocar el acordeón hace 12 años, cuando tenía 18.

A pesar de que la pasa bien en Savio, dice que se alegra de haberse mudado, porque si no su vida tal vez hubiera sido otra cosa. “Son todas personas muy útiles, pero no saben aprovecharlo. Son altos arquitectos, pero solo arman alguna cosa y prefieren salir a cartonear. Yo he salido a cartonear con ellos de chico, era al único lugar al que me dejaba ir mi mamá. Salíamos a las 12 de la noche en el tren y no volvíamos hasta el otro día, estaba re bueno”, recuerda.

Pero Kun tiene un propósito y es que tanto sus primos más chicos como sus sobrinos vean que en la vida se puede progresar y encontrar una vocación a pesar de las adversidades. Quiere ser un ejemplo para todos ellos. Con ese objetivo, el año pasado organizó un show en un centro cultural de San Isidro, contrató una combi y llevó a todos para que lo vieran brillar arriba del escenario.

“Trato de vivir de la música, porque siento que es lo que más me representa. Además, es lo que más me rinde económicamente para ayudar a la familia”, afirma.

Mantener la esencia

Durante la pandemia grabó, grabó y grabó. Cuando las cosas volvieron a la normalidad tuvo la posibilidad de tocar en Tropitango, un boliche de El Talar que es la meca de la cumbia. “Ahí se me abrieron las puertas de todos lados”, recuerda Kun.

Llegaron ofertas de todo tipo, “pero todos querían un producto y yo no me sentía un producto”. En ese ir y venir conoció a Wepa Records, un sello independiente liderado por Orco Videos, que se dedica a la producción y difusión de la cumbia contemporánea e impulsa la renovación del género, sin perder su esencia histórica. Ya cuenta entre sus artistas con Mc Caco, Santi Cairo (ex Yerba Brava) y Kun, el príncipe del acordeón.

Durante la pandemia grabó, grabó y grabó. Cuando las cosas volvieron a la normalidad tuvo la posibilidad de tocar en Tropitango, un boliche de El Talar que es la meca de la cumbia. “Ahí se me abrieron las puertas de todos lados”, recuerda Kun.

“Me copé porque Orco escucha al artista y te dice ‘vamos por acá, vamos por allá’, pero sin entrar en el tema monetario. Obviamente tratamos de generar un producto, pero con lo que nos gusta. Hicimos El tren de la cumbia, que es una metáfora sobre la vida. Vos arrancás el tren y tu oportunidad cuando quieras. Sos el chofer del tren. Eso lo plasmamos en la cumbia”.

Como no podía ser de otra manera y quizás para cerrar un círculo perfecto, el sueño de Kun es tocar en una cancha de fútbol y ofrecer un show donde pueda darle a la gente un mensaje lindo, esperanzador. “Sé que es posible, yo tengo la posibilidad de hacerlo y sé que la gente que me rodea me ayudará a plasmarlo”, finaliza, entusiasmado.

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