Los argentinos tenemos la enorme capacidad y el singular defecto de naturalizar situaciones y de aprender a convivir con ellas sin mayores problemas. Hay muchos y simbólicos ejemplos de distinta relevancia. En el partido de Escobar, por caso, hace años que ya es normal ver las calles adyacentes a las comisarías atestadas de autos chocados o secuestrados por algún ilícito, una situación que además de atentar contra la estética urbana genera inconvenientes en el estacionamiento y el tránsito vehicular por esas arterias.
Si bien la situación es común a todas las localidades, el caso más apabullante es el de la comisaría 1ra: dos cuadras de la avenida Tapia de Cruz y una de la calle Alberdi están ocupadas por autos que, en su mayoría, ya son mera chatarra. De cada diez vehículos, seis están destrozados por los accidentes que sufrieron o cortados al medio por las tijeras hidráulicas de los bomberos. Todos llenos de mugre, sin ventanillas y con visibles faltantes.
Entre todos esos fierros retorcidos, sucios y abollados, sobresale un Peugeot RCZ modelo 2011, que está desde hace un año. Es el que manejaba un joven de 23 años que atropelló y mató a un hombre de 43 un domingo a la madrugada en la Panamericana. También se destacan otros, pero no por ser de alta gama o por haber estado involucrados en un hecho así de resonante, sino por lo mal acomodados que están, distantes hasta más de un metro de la vereda, poniendo en riesgo la circulación vehicular, particularmente sobre la avenida.
Causas del desorden
A la pregunta de por qué hay tantos autos y durante tanto tiempo tirados en las inmediaciones de las comisarías, el jefe distrital de la Policía, Gabriel Romera, le encuentra varias explicaciones. “A veces es muy difícil encontrar a sus dueños, porque fueron robados hace mucho tiempo o porque son autopartes o autos ‘mellizos’ secuestrados en desarmaderos, que no tienen la numeración y hay que hacerles distintas pericias metaloquímicas, lo cual lleva desde diez días hasta un mes”, comenta a DIA 32.
Otra complicación es que “en algunos casos se trata de autos que fueron robados hace tres o cuatro meses y que el seguro ya le pagó al dueño. Ahí la compañía tarda un tiempo en hacerse cargo y llevárselo, a través de una orden judicial”, apunta Romera. En el destacamento de Loma Verde, de hecho, hay un Vento que está secuestrado hace dos años.
Un tercer factor que interviene en esta problemática es que la Policía no cuenta con grúas para trasladar los vehículos hasta el predio de Loma Verde que funciona como depósito a cielo abierto. Además, el lugar se encuentra al borde del colapso por los miles de coches y partes que tiene apilados a los cuatro costados de sus ocho hectáreas.
Posibles soluciones
El jefe distrital de la Policía admite que se trata de una situación compleja de resolver, aunque aporta ideas para mejorarla. “En San Nicolás, por ejemplo, hay un depósito donde de tanto en tanto sale un remate de lote de autos y entonces el predio se va desocupando. Eso acá no ocurre, no hay compactación desde hace cuatro años y por eso cada vez hay más vehículos en peores condiciones y con menos lugar”, argumenta.
Romera señala que “sería bueno contar con un lugar adecuado y con una grúa para que el vehículo que hoy es secuestrado, mañana sea trasladado a ese depósito hasta tanto la Justicia resuelva su entrega. De esa forma evitaríamos molestar al vecino y ensuciar la puerta de la comisaría”.
Por lo pronto, es posible que con motivo del desfile de carrozas de la Fiesta de la Flor se haga una limpieza profunda en la esquina de Tapia y Alberdi, algo así como tirar la basura bajo la alfombra por un fin de semana. Pero no pasarán muchos días para que todo vuelva a la normalidad: es decir, a ese desorden y esa suciedad tan habituales que ya nos parece lógico.
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