El mundo de los libros es muy amplio, casi infinito. Hay ediciones de cuentos clásicos, novelas, pasatiempos, de estudio, de autoayuda, empresariales, de música o deportes, solo por citar algunas categorías dentro de un abanico tecnicolor de variedades y gustos.
En Belén de Escobar, frente al parque de la estación, hay una muestra a escala de todo ese universo. Un sitio con decenas de miles de libros -nuevos, usados y colecciones-, donde la gente no sólo compra, también vende y canjea. Hasta tiene una mesa de saldos, en la que con solo $100 o $200 se puede conseguir un valioso ejemplar para pasar un tiempo de ocio y entretenimiento.
Ese lugar es Librería Escobar, que está en Edilfredo Ameghino 788, a metros de la calle Colón. En ese local funcionó en los ‘70 la imprenta de Tilo Wenner, escritor y periodista local desaparecido durante la última dictadura militar. “Lo vi en alquiler y me gustó. Así abrimos el negocio, en 2014”, le comenta Leonardo Cáceres (57) a DIA 32.
Cáceres vive en Don Torcuato y se inició en la venta de libros década atrás, después de haber sido empleado en casas de electrodomésticos. Un amigo le propuso cambiar de rubro, aceptó la idea y así comenzó a trabajar en una librería de Vicente López.
“Empecé a hacer cursos de lectura veloz, interpretación de textos y conocimiento en biografías de autores. Estuve con mi amigo unos 13, 14 años, y aprendí el oficio de tasador; un libro es un mundo en sí. Hasta tuve un programa de televisión en cable, donde le hacíamos entrevistas a los autores”, enumera sobre su formación y recorrido.
“A Escobar llegué cuando hacía una pasantía de ventas y me enamoré de la ciudad. Yo venía de trabajar en ferias, estaba en Plaza Italia, Parque Saavedra y San Isidro”, cuenta. Ahora, va y viene del local a su casa, sin más escalas.
Hace poco abrió una sucursal en la provincia de Corrientes, que ya está funcionando muy bien, mientras que la de Escobar es su punto más fuerte. Además, él mismo se encarga de promocionarla de una manera muy singular y efectiva, convirtiéndose en un “hombre-libro” con un disfraz que utiliza para llamar la atención de chicos y grandes en la vía pública.
“Tengo la suerte de no trabajar, porque hago lo que me gusta y puedo comer con esto. Entonces estamos hablando de felicidad. No es un rubro que te va a llenar de plata, pero te da paz y tranquilidad, algo que no se consigue en otro lado. En este oficio siempre se está aprendiendo”, confiesa, con gratitud y humildad.
-¿Cuántos libros tenés en el local?
-Aproximadamente 40 mil, pero nunca saqué la cuenta. El lugar está dividido en salones: adelante están los libros generales, latinoamericanos, nacionales y autoayuda; atrás hay de suspenso, terror, juvenil, románticos; en otro sector historia, sociología, geografía, inglés, cocina, poesía; y arriba tenemos letras, arquitectura, deportes, abogacía. Hay muchos temas, muy variados.
-¿Todos los días entran libros nuevos?
-Nuevos y usados. La gente pide y tenemos que traerlos. Nuestra ventaja es que conocemos a todas las editoriales. Y de usados hacemos no menos de tres o cuatro compras diarias: de enero a abril, muchos escolares, y después sale de todo. Los lectores van cambiando.
-¿Hay alguno que te haya llevado mucho tiempo encontrar?
-Yo aprendí a leer con un libro que se llamaba Mi amigo Gregorio, lo quería tener para mí y no lo encontraba en ningún lado. Era algo afectivo y lo encontré en una feria en una plaza de Capital. Es un tesoro para mí.
-¿Tenés ejemplares que sean muy difíciles de conseguir?
-Los libros tienen un proceso de vida: si no tienen demanda, se dejan de publicar. No hay uno en particular que sea “inhallable”. Pero tenemos títulos históricos, que se han dejado de publicar y son tótems. Por ejemplo, la colección de Juan Manuel de Rosas, son 14 volúmenes; también hay libros de la vida de Evita muy valiosos.
-¿Cuáles son los libros más caros?
-Los de inglés, escolares, rondan los 9 mil pesos entre libro y cuadernillo práctico. El señor de los anillos está 30 mil pesos, usado; pesa como 15 kilos, es enorme. Medimos el libro por su contenido. Muchos vienen, ven un libro en la estantería y se lo llevan porque se los recomendó alguien. Para esa persona es de un valor incalculable y por ahí lo pagó $200.
-¿Qué género es el que más sale?
–Harry Potter movilizó a los jóvenes y se ha hecho un caudal grande de chicos que piden libros juveniles. También buscan mucho de empresas, para iniciar emprendimientos.
-¿Crees que hoy a los jóvenes les interesa menos la lectura?
-Es muy difícil, es algo que no está de moda. Me preguntan si los libros pueden desaparecer y no, van a seguir existiendo. Te transportan a un lugar, a una situación, le permite viajar a tu imaginación.
-¿Cuáles son tus títulos favoritos?
–Los cuatro acuerdos, El Principito y el Martín Fierro. A la gente de Escobar le recomiendo la Editorial Maxbrod: tiene muchos libros de autores locales, que tienen mucho para contar.
-¿El público escobarense es consumidor de libros?
-Sí, hay buen público. Hay señoras que leen novelas románticas que vienen para canjear, hacemos 2×1. Hay jóvenes que piden títulos por publicidades que ven en Internet… hay de todo. Tenemos clientela de Campana, Zárate, Tigre y Ballester, que viajan especialmente. Vienen y acá se habla de cualquier tema, siempre hay respuestas de lectores amigos. El libro abre muchas puertas.