Tal vez fue la espontaneidad, la improvisación y la frescura de Agustina Pivowarchuk (21) lo que cautivó al jurado del Caras Glam Girl 2017, un concurso de belleza que ya va por su séptima edición. “Cuando dijeron mi nombre me quedé quieta, no caía”, confiesa.
Oriunda de Acassuso, Agustina creció en Belén de Escobar, sobre la calle Belgrano y César Díaz. Iba caminando al colegio, que quedaba a dos cuadras de su casa. Hace seis años vive junto a su familia en el barrio privado Haras Santa María, en Loma Verde.
En el modelaje empezó a los 16 por un conocido que le recomendó ir a una agencia. Cuenta que le costó porque era muy vergonzosa, pero su familia la impulsó y estuvo dos años en el circuito. Hasta que en 2014 terminó el secundario y decidió hacer un corte.
Empezó a estudiar Economía en la UBA y no le gustó; tuvo mejor experiencia con Nutrición y ya terminó su primer año. Recuerda que a los 19 la vieron en un shopping de casualidad y le pidieron los datos para hacerla ingresar en otra agencia. Pero duró un mes, porque se sintió incómoda, no le gustaba el ambiente.
Conoció en el gimnasio a Gabriela Bukmaier (47), la vecina de Maschwitz que ahora es su representante y fue la responsable de que se presente al concurso de la revista Caras, al que llegó tras ser preseleccionada entre 300 jóvenes. “Pensar que ese día que Gaby me avisó que a la tarde había un casting no iba a ir al gimnasio porque me sentía cansada”, medita en voz alta.
El Glam Girl se realizó el sábado 2 en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro y estuvo conducido por Tomás Firscher y Pía Slapka. El jurado que debía elegir al “rostro de la temporada” lo integraron la directora de Caras, Liliana Castaño, y otras siete personas.
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Agustina llegó tranquila, como si se tratara de un desfile más, con las seis horas de anticipación necesarias para prepararse. Ellas y las otras 16 finalistas hicieron tres pasadas y el jurado anunció a la ganadora. “Cuando dijeron mi nombre me quedé quieta, pensando si había otra Agustina en el montón. No caía”, le cuenta a DIA 32, luciendo un vestido de flores hasta el piso y pulseras con dijes que hacen ruido mientras conversa.
“No fui pensando que era un concurso y que tenía que ganarme al jurado. Fui natural, salí a la pasarela como soy yo. Creo que eso fue importante, no pensar en si les iba a gustar, porque eso es lo que te frena y no te deja ser vos. Hice lo que me salió”, revela, con naturalidad y sencillez.
Haber ganado el concurso le abrió nuevas puertas, impensadas hasta ese momento. “Salieron notas, fotos… Todo muy rápido. El jueves siguiente me llamaron para hacer una producción para la revista”, comenta la Glam Girl escobarense.
Para el futuro proyecta seguir haciendo la mayor cantidad de desfiles posible y asegura que hubo un cambio con respecto a esa adolescente vergonzosa que daba sus primeros pasos sobre la pasarela: “Antes me costaba estar 5 ó 6 horas para que me maquillen y me peinen. Pero ahora lo disfruto y me gustaría dedicarme a esto. El Caras Glam es un concurso grande, tuvo muchas repercusiones. Si aquel día no hubiera ido al gimnasio, hoy no estaría acá”, concluye. Evidentemente, tenía que ser.