Por un extraño virus perdió la vista a los 9 años. Después de mucho sufrimiento se fue reinsertando socialmente. Juega al fútbol en la Selección de no videntes, tiene tres hijas y un empleo estable. Una historia de vida que conmueve.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Garinense por adopción, Gustavo Maidana (34) se ganó rápidamente el cariño y reconocimiento de todos. Nació “normal” y en dos días quedó ciego y paralítico. Pudo recuperar la movilidad, pero sus ojos jamás volvieron a ver. Sin embargo, ya no reniega de eso y disfruta de lo que consiguió. “Hay que aprovechar lo que tenemos”, afirma. Formó pareja dos veces y tiene tres hijas.

Recorrió el mundo con la Selección Argentina de Fútbol para Ciegos (“Los Murciélagos”), con la que logró mundiales, medallas olímpicas y se dio el gusto de ser campeón en Argentina 2006, ante una multitud y frente a Brasil. Viene de ganar en agosto otro título internacional con la celeste y blanca, en España, y este mes disputará en México los Parapanamericanos. La clasificación sería el paso previo a su sueño: despedirse en los Juegos de Londres 2012.

Con DIA 32, el destacado deportista se prestó a un diálogo distendido y extenso, en el que relató los momentos más difíciles de su vida y todo lo que hizo para poder progresar y ser quien es.

Ciego en dos días

“Nunca pensé en ser ciego, y menos en jugar fútbol siendo no vidente. Perdí la vista a los 9 años, era un chico sano y nunca tenía ninguna enfermedad. Vivía en José León Suárez, me crié ahí. El viernes 23 de mayo de 1986 empecé a ver nublado, al otro día me puse a jugar a la bolita con amigos del barrio y no veía las bolitas, no las encontraba. Le comenté a mi mamá lo que me estaba pasando y me decía que era una basurita o algo que me molestaba, pero para la noche veía menos. El domingo le dije que prenda la tele y resulta que ya estaba prendida, yo no veía nada. Así como te cuento: el viernes vi poco, el sábado menos y el domingo era ciego”.

“Me llevaron urgente a la salita cerca de mi casa, nos dijeron que podía ser que tuviera un ataque al hígado. Mirá vos… Me mandan de vuelta y seguía igual. Me llevaron al Santa Lucía, al Hospital Lagleyze, y no me encontraban nada de nada. Mis ojos estaban normales, pero yo estaba ciego. Para el lunes estaba paralítico, no podía caminar. Me internaron de urgencia, me hicieron estudios y no me encontraban nada; la parálisis era hasta la cintura y me subía, los médicos no la podían parar. Llegaron especialistas de Italia y Estados Unidos, me dijeron que era un virus (autoinmune) llamado neuromielitis y que el mío era el primer caso del país. Estuve un año postrado en un hospital, me pinchaban los ojos, la médula y nunca encontraron nada. Un día los médicos se sientan en mi cama, delante de mis padres, y nos dicen que no se podía hacer nada, que quedaba en manos de Dios y que tenía poca opción de vida”.

Vergüenza de no ver

“A los pocos días recuperé la movilidad en los dedos del pie. Empecé como un bebé de vuelta, hice rehabilitación, me agarraba de las cosas para caminar, hasta que salí. Todo esto fue en meses: me mandaron a la escuela de ciegos y en 60 días aprendí a escribir en braile, andaba en silla de ruedas porque estaba muy débil, después empecé a hacer deportes y me enseñaron a jugar torball (deporte para ciegos). Estuve 3 ó 4 años encerrado en casa y solamente iba a la escuela. Me daba vergüenza ser ciego, tener que usar bastón… La escuela me ayudó mucho a que me independice; una maestra me dijo un día: ‘Mirá Gustavo, si no agarrás el bastón y te independizás, ¿cómo vas a tener novia?, ¿te gusta jugar al fútbol? Bueno, tus padres no van a poder estar al lado tuyo’. Eso me hizo pensar mucho y empecé a largarme sólo. Fui al Instituto Román Rosell de San Isidro y jugaba ahí, era nuevo y los profes me enseñaron cosas que no sabía. Me adapté rápido. Eso fue en el año ´93; en el ´95 se creó la Selección y me llamaron. Era el más jovencito y con la experiencia fui aprendiendo”.

No apta para no videntes

“Nada está adaptado para un ciego ni para un discapacitado. Creo que la sociedad en la que vivimos es muy visual, las cosas entran por los ojos. Nosotros no tenemos esa posibilidad, por eso tratamos de adaptarnos a lo que sea. En la vida, si uno no se adapta no puede vivir. Yo trato de hacerlo y llevo una vida lo más normal posible. No hay que reprocharse lo que no tenemos sino aprovechar lo que tenemos. Formé una familia linda, tengo tres hijas que ven bien, estudian; tengo un trabajo en la Municipalidad, donde entré por la puerta grande y me apoyaron siempre. Gracias a Dios soy una persona que puedo decir que estoy en un buen momento. Ando en la calle, me arreglo con el bastón, pero también es bueno tener una persona al lado que te pueda guiar”.

El ciego, ¿escucha mejor?

“La gente ayuda, no hay que ser necios. Pasa que la gente común no conoce, tiene vergüenza de preguntar, pero la mayoría ayuda, te cruzan en las esquinas… En la calle me ubico perfectamente, ese es un don que tenemos los ciegos. Antes, en Garín la gente me seguía porque pensaba que veía, por cómo me manejo. Sé dónde hay una zanja, un escalón, todo. Uso muchísimo los oídos. No es, como dicen, que los ciegos tengan más oído que el vidente. ¡A mí no me hicieron nada para escuchar mejor! Pasa que al ser ciego tengo que usar más el oído y la mente. Voy en colectivo y cuento los lomos de burro que pasamos para saber dónde bajar o si dobló o no. Hay que tratar de buscar referencias y momentos que te puedan ayudar a manejarte en la vida”.

¿Por qué a mí?

“Quedé ciego en el mejor momento de la vida, cuando querés jugar, salir, andar. Te juro que todos los días lloraba a la noche y decía “por qué a mí, por qué a mí…”. Después de tanto tiempo, aprendí que en la vida uno tiene que aprovechar lo que tiene. Si quedé ciego por algo fue. Igual estoy agradecido a Dios, porque hice lo que a mí me gustaba: jugar al fútbol. Represento al país con la Selección, donde cualquier deportista quisiera estar; tengo trabajo, una familia, casa y auto. Creo que todo fue por un sacrificio de muchos años, para poder estar bien. Y, hasta donde pueda, la seguiré luchando”.

Quisiera ser concejal

Al hablar de sus planes y deseos para el futuro, Gustavo Maidana sorprende con su anuncio: “En un futuro mi vida va a dar un giro grande, porque quiero ser concejal. Lo vengo estudiando hace mucho tiempo y es algo que me gusta mucho. Cuando deje el fútbol profesional me dedicaré a la política, quiero ser concejal del partido de Escobar. Tengo muchos proyectos para la gente discapacitada”.

“No tengo un partido político pero estoy muy agradecido a la gente de Sandro Guzmán, desde que asumió me dio todo el apoyo. Sigo con ‘Los Murciélagos’ gracias a eso, tengo una edad en la que no puedo hacer dos cosas juntas. El intendente me da licencia cuando la necesito y así puedo ir a entrenar. Hay que ver las realidades y yo siempre soy un agradecido de Sandro. Si él sigue estando, me gustaría ser concejal con él. Sería un agradecimiento de mi parte”.

“Murciélago” de alma

Gustavo comenzó su carrera futbolística en el año ‘95, cuando tenía 17 años. “Fuimos a un torneo a Barcelona y salimos terceros. Esa fue la primera vez que la Selección viajaba afuera”, recuerda.

Con una memoria pródiga, repasa una a una sus siguientes experiencias con ‘Los Murciélagos’: “En el ‘97 salimos segundos en la Copa América de Paraguay; en 1998 fue el primer Mundial y perdimos la final 1 a 0 con Brasil, allá; en el ‘99 salimos campeones de la Copa América en Buenos Aires; en 2000 fue el Mundial de España y perdimos la final, otra vez con Brasil. En 2001 quedamos segundos en la Copa América, en 2002 ganamos el primer Mundial, en Río de Janeiro, a España 4-2 la final. En 2003 yo no viajé a la Copa de Colombia y salimos terceros, en 2004 los Juegos Paralímpicos de Atenas. Allí Argentina fue subcampeón y tampoco fui. En 2005 salimos campeones Panamericanos en Brasil. En 2006 fuimos campeones del Mundo en Buenos Aires, tras ganarle a Brasil 1 a 0. Eso fue muy importante para mí: el estadio estaba lleno y tuvimos mucho apoyo. Estuvimos en todos los canales y despegamos definitivamente, fuimos la única Selección que ganó algo en ese año. No me olvidó más, hasta los periodistas se peleaban para hacer notas y poner las cámaras”.

“Al año siguiente salimos segundos en los Panamericanos de Brasil. En 2008 fuimos a los Juegos de Beijing (China) con mucha expectativa y no se nos dio: peleamos por la medalla de bronce y la trajimos. En 2009 fue la Copa en Argentina y perdimos de vuelta la final con Brasil. Hubo cambios después de eso y entró gente nueva. Ya en 2010 fue el Mundial de Inglaterra, nos tocó el grupo de la muerte y perdimos con Francia y China 1 a 0, empatamos con Brasil y no clasificamos a las semifinales. Trajimos un séptimo puesto y fue el fracaso del año”.

“Siempre hablamos con Darío (Lencina) y Silvio (Velo) que queremos retirarnos con la gloria y en este 2011 pudimos ganar el torneo de Madrid, fuimos segundos en el Cuatro Naciones de Brasil y ahora el objetivo es los Panamericanos de Guadalajara, a fines de octubre, y los Juegos Paralímpicos de Londres 2012”.

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