Antes de que existan las redes sociales y los teléfonos celulares, las campañas proselitistas eran muy distintas. No era Twitter el termómetro de la realidad y ningún candidato se hubiera animado a pavear como hacen algunos en TikTok para seducir a los votantes más jóvenes. La originalidad para llamar la atención del electorado no implicaba perder la sobriedad ni la compostura.
En 1999, por ejemplo, el Partido Justicialista organizó un viaje en tren desde Jujuy hasta la Capital Federal para promocionar a su fórmula presidencial, conformada por Eduardo Duhalde y Ramón “Palito” Ortega. Se llamó “El tren de la Esperanza” y el domingo 28 de marzo, en su quinto y último día de recorrido, pasó por la estación de Belén de Escobar, donde hizo una efímera escala antes de seguir hasta su destino final, en Retiro.
A nivel local, la interna peronista del 9 de mayo de ese año fue inolvidable, con una decena de listas. Luis Patti, que se había peleado con Duhalde y creó el Partido Unidad Bonaerense (PUB) -luego Partido Unidad Federal (Paufe)- para postularse a gobernador, impulsaba como sucesor suyo en el Municipio al médico Carlos Ramos. Su principal adversario era el entonces ex intendente interino y concejal Jorge Landau, quien entre junio de 1998 y febrero de 1999 reemplazó en el sillón de Lambertuchi al ex subcomisario.
El tercero en discordia en esa pulseada era Osvaldo Fernández, también afín a Duhalde, aunque no tanto como Landau, que ya en ese momento era apoderado provincial y nacional del PJ. Los dos pugnaban por ser “el elegido” del gobernador. Y esa disputa se evidenció al extremo cuando el tren pasó por Escobar: la puja por conseguir la mejor foto junto a Duhalde se tornó hasta pueril.
Carlos Ruckauf, que era vicepresidente, se impuso en las primarias con el 80% de los votos sobre el candidato a gobernador de Carlos Menem, Antonio Cafiero. En Escobar, Landau le ganó a Ramos -Fernández quedó tercero-, pero cinco meses después perdió las elecciones generales frente a Patti, por más de 30 puntos. Ramos y Fernández saltaron del PJ al PUB para ser candidatos a concejales del “Chueco”, algo que hoy ya no es posible.
Las presidenciales también fueron en octubre y las ganó el candidato de la Alianza, Fernando de la Rúa, que renunció en diciembre de 2001. Semanas después, Duhalde se convertiría en presidente interino. Ruckauf también dimitió y asumió su vice: Felipe Solá.
Vista con la perspectiva que otorga el paso del tiempo -ya veintidós años-, la foto de aquel momento permite una interesante resignificación, al punto de poner en primer plano lo que antes pasaba casi inadvertido.
Sobre la tarima colocada detrás del convoy, Duhalde le habla a los cientos de militantes que se agolparon en el andén junto a su compañero de fórmula. Los brazos en alto de ambos tapan el rostro de Landau, el único protagonista de esa foto que hoy no está vivo (falleció el 12 de julio pasado). A un costado, siempre sonriente, asoma Ruckauf.
Del otro lado de la fórmula presidencial aparece Solá. A su derecha, con bigotes y anteojos, está Osvaldo Fernández, aplaudiendo. En segunda fila, otro con bigotes y el mismo apellido, pero sin lazos familiares: un tal Alberto Fernández, que en esas elecciones fue candidato a vicejefe de gobierno porteño. El que estaba atrás de todo, hoy es el presidente de la Nación.