En las clases de educación física del colegio hay una prueba que a la mayoría no le gusta hacer, por la exigencia que representa: el test de Cooper. Correr durante 12 minutos constantes y sumar la mayor cantidad de vueltas posible, para que el profesor mida la resistencia de cada alumno.
Eso que casi todos rechazaban le despertó la curiosidad por el atletismo a Sebastián Jonsson (38), un maschwitzense maestro mayor de obras que en sus ratos libres entrena para cumplir objetivos en el apasionante universo del running. Un deporte muy buscado para bajar decibeles, salir de la rutina y conocer los límites físicos.
“Empecé en el colegio con los famosos test de Cooper. Fui al Santa María hasta séptimo grado y luego me pasé a la Técnica Nº1, donde seguí corriendo. Me gustaba, era algo que me salía con facilidad”, le cuenta a DIA 32, recordando cómo se empezó a interesar en la actividad atlética.
En el colegio había conocido a quien hoy es su amigo y marido de su prima, Nicolás Carusso, con quien se le dio por empezar a correr de joven. “Corrimos muchas pruebas cortitas, de 8 y 10 kilómetros, estábamos muy afilados. Pero después pasó la vida, los estudios, el trabajo y se hizo más intermitente”, comenta. Mientras tanto, había participado en carreras de calle, como en Nordelta, Puerto Madero y la clásica San Silvestre, con 8 kilómetros en el microcentro porteño.
“Hace unos 5 años empecé con las media maratones, después con las de campo traviesa, luego las sierras sanjuaninas y después las de Córdoba. Otro amigo, Mariano Caramp, ultramaratonista de lo mejor que dio este país, me arrastró a las hermosas pruebas en la montaña, un vicio que no deja de crecer”, declara, convencido de que ese tipo de carreras de aventura son las que más lo llenan espiritualmente.
Durante el último tiempo empezó a frecuentar las medias maratones (21k). En la de Buenos Aires de 2019 consiguió lo que él considera su mejor registro, con un tiempo de 1 hora y 34 minutos. En distancias largas clavó el reloj en 29 horas y 53 minutos en los 116 kilómetros de Villa Yacanto (Córdoba), en octubre de 2023.
“Nunca fui por el podio, porque no tengo la preparación para eso, pero soy consciente de lo que entreno y hasta dónde. En distancias largas el objetivo es llegar, son carreras tan físicas como mentales”, explica.
Su máximo reto
Hoy por hoy, toda la energía y concentración de Sebastián Jonsson está puesta en lo que pasará del viernes 4 al domingo 6 de octubre, cuando sea parte de las 100 millas de UTACCH: 160 kilómetros de carrera, sin parar, por las sierras de Córdoba, con tiempo límite de 42 horas.
El punto de largada y la meta serán en Villa Yacanto, en el Valle de Calamuchita, con un desnivel total de casi 16.000 metros, 8.000 de subida y otros tanto de bajada. Pasando por todos los terrenos: tierra, asfalto, ripio, calles de adoquines con mucha pendiente y cruces de río, todo con las sierras como testigo.
“Mi preparación se basa en acumular desnivel positivo en los entrenamientos, lo que lleva a contarle al cuerpo de la experiencia que se viene, estar preparado y no lastimarlo en el intento. Es la carrera más larga y dura de toda Sudamérica, de auto evacuación y supervivencia. Contaremos con puestos de hidratación y abastecimiento cada 15 kilómetros, pero a veces esos 15k son horas. Depende mucho lo técnico del terreno”, detalla, ante una prueba extremadamente exigente y donde se para solo ante necesidades, literalmente.
“Nunca fui por el podio, porque no tengo la preparación para eso. En distancias largas el objetivo es llegar, son carreras tan físicas como mentales”.
Los participantes de las 100 millas contarán con mochilas para llevar alimentos, medicamentos, elementos de seguridad, teléfono y líquidos para hidratarse.
“Ya tengo corridas cinco ultramaratones, que son carreras de más de 55 kilómetros. A las de más de 100k se les dice ultra+, y esta, en Córdoba, será mi segunda carrera así. Trato de relajar e ir confiado en el proceso, viajo unos días antes para bajar el ritmo de vida y ponerme en modo carrera. Largo a las 12 del mediodía, así que hasta las 4 AM del domingo 6 tengo tiempo de llegar”, declara, contando el plan “táctico” que ideó para la prueba.
Corazón acorazado
Sebastián cuenta que padece una pequeña falla en una válvula del corazón, pero que por el momento no le genera riesgo para correr este tipo de competencias. “Mi condición cardiaca es buena, en mi caso todo lo que sea deporte ayuda. Esto es extremo, pero no explosivo. Mis pulsaciones no se van tan arriba, pero sí mantienen un ritmo alto durante muchas horas. Eso no es bueno para ningún ser humano. Es algo para hacer muy cada tanto y con previos estudios y controles que lo autoricen”, confiesa, tranquilo porque está con los chequeos médicos correspondientes.
El atleta de Ingeniero Maschwitz no cuenta actualmente con entrenador personal, él se diagrama sus rutinas y entrenamientos, en base a su experiencia. “Aprendí con el tiempo a conocer mi cuerpo y saber qué necesita. También cómo entrenar para cada objetivo. En este proceso varias personas han participado de mi formación, desde chico hasta ahora, por eso quiero mencionar a Nicolás (Carusso) y Mariano (Caramp). Y a entrenadores importantes como Daniel Simbon y Federico Cesarato, amigo y profesor, un gran profesional”, sostiene, sin olvidarse de nadie.
Como metas a futuro, además de finalizar los 160k de Yacanto, el deportista tiene dos muy importantes. Una es correr la UTMB en Francia 2026: “es la carrera más importante del mundo referido a lo que yo corro, son 175k, con desniveles”. La otra es escalar el monte Everest, en el sur de Asia, y llegar a la cima. “Solo queda disfrutar, no quedarse quieto. Hay que soñar y gastar la vida”, afirma, siempre buscando nuevos desafíos y aventuras.