Pablo Olgiati combina su tiempo entre el trabajo de conductor y su pasión por la pintura. Amante del comic y el animé, realiza obras de todo tipo, con colores intensos y estridentes. Hace diez años es vecino de Maschwitz.

Su medio de vida es ser remisero. Por eso, Pablo Olgiati (38) pasa la mitad del día arriba de un auto, manejando de un lado a otro. Pero aprovecha cada franco para dedicarle un tiempo sagrado a su gran pasión, que es también su talento: el mundo del arte, los colores y los comics.

Si bien el oficio de pintor es el que más lo representa, tiene un gran interés por el aprendizaje en general: toca distintos instrumentos, es artista marcial y durante 17 años fue Boy Scout. Además, es peluquero canino profesional.

Asegura que de cada actividad siempre se lleva algo aplicable a la vida. Sus cuadros de comics llaman mucho la atención, pero son solo una parte: sus pinceles van todavía más allá. “Pinto todo lo que se pueda pintar”, afirma, a modo de presentación con DIA 32.

Nació en Villa Luro y hace diez años es vecino del barrio La Pista, en Ingeniero Maschwitz. La llegada al “Pueblo de las Artes”, con su variedad de ferias, eventos en las plazas y exposiciones, le dieron el impulso necesario para animarse a sacar sus cuadros a la calle.

La pintura es algo que lo acompaña desde que tuvo la habilidad de agarrar un crayón. Tenía 8 años cuando empezó a asistir a clases de dibujo. A los 10 llegó a una casa de familia de artistas, a unas cuadras de donde vivía. Al principio le pareció aburrido pintar objetos muertos, hasta que encontró lo que verdaderamente le gustaba.

“Un día, camino al baño, espié por una puerta apenas abierta: había modelos vivos y chicos más grandes dibujando, me asomé y empecé a copiar. Tenía 12 años cuando descubrí que lo que me interesaba eran los cuerpos. Seguí pintando hasta los 16, 17. Después esto lo complementé estudiando para ser maestro mayor de obra con seis años de dibujo técnico”, recuerda.

Mientras trabajaba en un Blockbuster decidió que su marca artística sería “Cromatic Art”. Con sus compañeros de trabajo, debatieron y encontraron la forma de sintetizar el estilo de Pablo, con su paleta de colores intensos y estridentes.

Sobre los cuadros que realiza actualmente, comenta: “No uso ninguna técnica en particular, uso todas las que me enseñaron. Trabajo con acrílicos y buenos pinceles. Lo que más me gusta es la anatomía”.

Explica que prefiere los comics porque le permiten explayarse en la musculatura y la figura de los cuerpos. “Es la forma más libre para mí. De adolescente, siempre me gustó leer los que se traían de afuera, tipo Angelus, que tenían dibujos muy intensos en toda la revista”, señala.

Con modestia, asegura que no se considera un gran dibujante, pero que disfruta a la hora de poner colores, sombras y brillos.

También trabaja sobre cerámica, madera y yeso. Pinta mesas, sillas y cajoneras para chicos. Los pedidos que le hace su hijo -Juan Pietro (4)- son una gran inspiración: le gustan los superhéroes de Marvel y Pablo los pinta para él dándoles su toque personal.

Lleva todo a distintas escalas: desde murales hasta mates, budas, piedras, macetas y patinetas. “Me piden mucho de Dragon Ball Z. No tengo preferidos, pero me gustan Hulk y el Hombre Araña. También estoy haciendo alcancías en cerámica y tallando veladores con la forma del brazo de Ironman”.

Artista part time

Pablo se alegra de haber vendido cantidad de cuadros en distintos eventos, ferias y exposiciones. Estuvo casi 2 años con su puesto en el Puerto de Frutos en Tigre; fue uno de los organizadores de la feria Despensa de Bienestar y Diseño, en la plaza de la estación de Maschwitz; expuso en el Paseo Mendoza, donde también estuvieron a la venta sus cuadros y macetas; participó en la sexta Feria de Arte del Quo y este sábado 12 y domingo 13 estará en la séptima.

Ahora, por falta de tiempo, asiste a menos exposiciones, pero trabaja por encargo. “El arte es mi vida, pero hago todo lo demás porque hay que pagar las cuentas. En esto hay meses de suerte, otros más tranquilos… bancar 2 ó 3 meses con poco trabajo es difícil y después ya no podés ponerte a crear porque estás pensando en otra cosa. Con la mente limpia es más fácil”, reflexiona.

En un futuro cercano le gustaría dar clases de pintura comic y animé. Mientras tanto, su objetivo es “seguir disfrutando” del arte. Y así, fiel a su instinto de búsqueda permanente, acaba de incursionar en los tatuajes. “Todo es parte de seguir aprendiendo, instruyéndome, practicando; lo viví con la guitarra, con el piano, con el dibujo… lo vivo todos los días”.

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