Por ALEJO PORJOLOVSKY
aporjolovsky@dia32.com.ar
En el portón, un robot hace las veces de portero. Una vez adentro, otro ser de hojalata espera sentado en un trono monárquico, rodeado de otros tantos personajes y animales de todo tipo de material. Parecería que se está ingresando en un mundo mágico, una realidad paralela, pero en realidad es el taller de Juan Manuel Rosello (43), un escultor que le da una nueva razón de existir a artefactos ya destinados al basurero.
Cuando cae la noche, el artista le abre las puertas de su casa, en el barrio El Cazador, a DIA 32.
¿Cómo surgió el interés por hacer esculturas?
De chico me gustaba hacer cosas manuales, como mis propios juguetes en cartón o en plástico. Más de grande, ya era técnico químico, estaba estudiando abogacía y me aburría bastante. Así que me fui a la Escuela de Bellas Artes La Cárcova a hacer un curso de soldadura y batido de chapa y ahí me picó el bichito. Me mudé de Vicente López para acá y empecé primero con cosas pesadas -metales y hierros-, más tarde pasé a hacer cosas en madera y después ya comencé a trabajar con elementos electrónicos, como televisores y computadoras.
¿Cuánto tiempo te lleva hacer los trabajos?
Hay obras que si se extienden mucho, generalmente quedan y en algún momento se terminan. Hay un perro que lo empecé en 2005, lo tiré y cinco años después lo vi, se me ocurrió ponerle patas y lo terminé. Hay momentos en que te trabás, no te gusta lo que estás haciendo y no conviene seguir insistiendo. Después hay robots que los termino en un día. Depende del momento de inspiración y los materiales que tengas, porque hay días en que querés usar algo y capaz no lo tenés.
¿Se puede vivir de las esculturas solamente?
No, yo he estado en exposiciones, he vendido bastantes obras y hay momentos en que son de una gran ayuda, pero en realidad tenés que tener un nivel de venta muy grande para vivir de esto. Salvo Milo Lockett (NdeR: artista plástico reconocido) o alguno de esos, es muy difícil. Yo me dedico a construir casas y hacer trabajos en madera.
¿Influye el vivir en El Cazador en tu vida artística?
Sí, acá el espacio y el lugar dan para ser artista. Vos estás a la mañana haciendo una escultura tranquilo y tenés los árboles, ponés un poco de música y es re inspirador. En un departamento, como el de Vicente López, no podía hacer nada. En estos últimos años empecé a conocer artistas del barrio, nos empezamos a juntar y creamos la comisión de cultura del CUDEC, con la que estamos preparando un mural para la rotonda del destacamento (policial) y algunas cosas más.
¿Cómo es el tema de hacer obras con desechos electrónicos?
Es genial, porque tiene lo bueno de combinar pedazos del artefacto para inventar un robot con una cafetera u otro aparato. Sí, es una cafetera, pero yo le vi cara de robot y así me va pasando con un montón de cosas que voy encontrando en la calle y a las que le doy una segunda vida.
En la página web decís que todas tus obras son diferentes, ¿cada una tiene su detalle distintivo?
Sí, si tuviera que repetir me aburriría. Por ahí me piden algo específico y lo hago, pero ya es como un trabajo y no como cuando estás inspirado y surge algo diferente. Lo que puede pasar también es que quiera agregar o cambiar algo a eso que hice, porque son obras que uno no quisiera terminarlas nunca y siempre se te ocurre algo nuevo.
¿Tenés alguna obra en mente que estés proyectando o todo surge en el momento?
Generalmente es en el momento. Puede ser tanto con una escultura como con un mueble o una casa… Surge espontáneamente, y cuando pasa no paro hasta que pueda concretar esa idea. Busco los materiales y de alguna forma la voy haciendo.
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