«Pánico: Dicho del miedo o del terror, extremado o muy intenso, y que a menudo es colectivo y contagioso”. Esta definición de la Real Academia Española sirve para graficar a la perfección el estado emocional de la población argentina durante el primer mes de 2019, por un motivo tan legítimo como exagerado: el hantavirus, la temida enfermedad que tuvo un brote en la provincia de Chubut y de la que también se registraron casos en distintos puntos del país. En el partido de Escobar, al menos por ahora, solo hubo una falsa alarma.
Si bien los médicos se encargaron de explicar hasta el hartazgo que se trata de una “endemia”, es decir, “que hay un número de casos estable que se repite todos los años, también con una mortalidad que suele ser estable”, de entre el 30 y el 50%, los números, igualmente, asustaron: más de 100 personas aisladas en Chubut, 6 casos confirmados en Buenos Aires y 14 muertos -once de ellos en la provincia patagónica- fue el saldo que dejó su reaparición desde noviembre hasta el cierre de esta edición.
Además, como si la mediatización de la problemática no alcanzara, el pánico también fue generado inconscientemente puertas adentro de los hogares porque los síntomas del hantavirus se asemejan a un estado gripal: fiebre, decaimiento, dolores musculares, escalofríos, cefalea, náuseas, vómitos, diarrea y, en algunos casos, dolores abdominales o en la parte baja de la columna.
Con varios de estos signos fue internado el lunes 14 en la Clínica Fátima de Escobar el garinense Pablo Mediavilla (26) cuyo caso estuvo varios días en todos los medios de comunicación del país, aunque finalmente se comprobó que no tenía hantavirus. Para todo esto, a su familia ya le habían dado cuatro diagnósticos diferentes: neumonía, peritonitis y tuberculosis, además del mencionado hantavirus. “Hubo negligencia”, aseguró su madre, Rosana, ante los micrófonos y las cámaras.
Durante esos días, las autoridades del Municipio exhortaron a mantener la prudencia hasta que se conozcan los resultados de laboratorio del Instituto Malbrán, al mismo tiempo que desde sus redes sociales propagaron infinidad de material sobre la enfermedad, su forma de contagio y las medidas de prevención, además de desplegar una fuerte campaña de desratización.
Hubo que esperar hasta el sábado 19 para que se supiera a ciencia cierta la enfermedad que afectaba al joven operario de la empresa de grifería FV, que también estuvo bajo la lupa porque se sospechaba que podría haberse contagiado en su planta de Villa Rosa. Los análisis revelaron que no tenía hantavirus sino leptospirosis, una enfermedad muy similar desde lo sintomático y que también transmiten roedores infectados.
Pese a que resultados de los estudios descartaron la presencia de la cepa del hantavirus en su organismo, el cuadro clínico de Mediavilla, que había experimentado una tenue mejoría tras ser trasladado al hospital Muñiz, seguía siendo muy delicado.
Por lo pronto, el partido de Escobar sigue libre de hantavirus desde hace unos quince años, cuando el último brote causó varias muertes. Sin embargo, tanto en el país como en el distrito, el ataque de pánico se hizo sentir.