Por carisma, historia, logros y una identificación simbiótica con los colores, hay jugadores que son parte de la historia de un club. Pasa en cualquier deporte y mucho más en instituciones de ciudades chicas, donde todos se conocen y los triunfos tienen un sabor especial.
Fernando Bruckner (47) es un fiel reflejo de esos casos. Un archi campeón con Sportivo Escobar, el basquetbolista más ganador en la historia de la institución y amado por los hinchas al haber sido partícipe de logros que, con el paso de los años, se transformaron en verdaderas hazañas deportivas.
Criado en Martínez, se inició en el básquet cuando apenas tenía 4 años, siguiendo los pasos de su hermano mayor, Javier. Su primera etapa formativa la hizo en el Centro Galicia de Olivos. Después estuvo un par de temporadas en el mítico Obras Sanitarias, pasó por Ciudad de Buenos Aires y llegó a San Andrés, donde jugó cinco años.
“Desde chico tenía claro que quería ser jugador de básquet. Jugaba muy bien, me destacaba, me sentía cómodo y quería hacer eso”, le cuenta a DIA 32 el ex basquetbolista.
A los 21 años, a través de un amigo, llegó a Sportivo Escobar. Entrenó un par de veces, le gustó el ambiente y enseguida arregló para jugar el Torneo Regional. Empezaba el año 1996 y así comenzaba una historia de amor incondicional entre el jugador y la institución de la calle Colón.
Ya estaba Gabriel Marcato como entrenador del equipo. Algunos de sus compañeros en aquella época eran Hernán Laginestra, Aníbal Saetone, Hernán Salvador, Luis Inchaurraga, Lucas Ruppel y el estadounidense Alfred Starling.
“Yo no tenía idea de dónde quedaba Escobar, había venido hacía muchos años, pero me sentí muy cómodo con todos, enseguida tuve feeling y me venía todos los días desde Martínez a entrenar”, afirma, recordando sus inicios en el albiceleste.
En el año ‘98 decidió mudarse a la ciudad de la flor. El club le alquilaba la casa, le daba de comer y le pagaba un sueldo. Todo lo que había deseado alguna vez lo estaba recibiendo de la mano del deporte que tanto lo apasionaba. Al mismo tiempo, estudiaba el profesorado del Instituto Nacional de Educación Física (INEF), en San Fernando.
“Escobar me resultaba muy parecido a Martínez, era muy tranquilo y había seguridad. Enseguida conocí a mi mujer, Virginia, hermana de Carlos Clavero, compañero mío en el club. Ella jugaba al vóley y nos cruzábamos cada tanto. El básquet y Sportivo me dieron todo. Tomé buenas decisiones y tuve suerte”, explica, feliz por su destino.
El gran multicampeón
Siempre con el dorsal 4, Bruckner fue parte de una generación dorada de Sportivo que ganó todo lo que jugó. Es el jugador más veces campeón en la Liga de Zárate-Campana (8 títulos) y formó parte del tricampeonato de los años 2005, ‘06 y ’07. Además, ganó dos torneos provinciales, salió campeón de la Liga Nacional B y logró los dos históricos ascensos al TNA (Torneo Nacional de Ascenso), en 2000-2001 y 2006-2007.
“Con el equipo de 2001 veníamos jugando desde un año antes, nos conocíamos bien, llegó Andrés Lopresti y fuimos de menos a más. Tuvimos una racha de 11 partidos invictos. Pero no estábamos cobrando el sueldo desde hacía meses, por lo mal que estaba el país, y se fueron compañeros, quedamos solo 6. Fue un logro que quedó para siempre”, repasa sobre aquel primer ascenso. El rival en la serie final fue Estudiantes de Formosa y Sportivo ganó 3 a 1.
En 2007 el albiceleste logró otro ascenso que tampoco pudo plasmar por falta de presupuesto. “Ahí también nos hicimos fuertes en canchas muy difíciles, éramos casi los mismos que en 2001. La final fue en Santa Fe, ante FIRMAT, y ganamos la serie 3 a 1. Todos estábamos más maduros, no se conocía tanto de los rivales como pasa ahora. Fueron dos grandes logros deportivos en mi carrera”, declara, orgulloso.
En la cancha era un sólido defensor, muy difícil de pasar. Conocía a cada atacante rival y les hacía sentir el rigor de su marca continuamente; además, era muy buen tirador, veloz, aportaba en ofensiva y siempre estaba impecable en la parte física. “Disfruté todo. Desde las ligas locales, que fueron un montón, y los provinciales que ganamos, hasta los dos ascensos. No tuve un sólo mal compañero e hice grandes amigos, como Rubén (Runke), amistades que quedan de por vida”.
No todas fueron rosas en su trayectoria, claro está. Un momento de turbulencia fue en 2008, cuando Sportivo descendió al Provincial tras un mal año en la Liga B. Bruckner se fue y volvió algunas veces, tras buenas propuestas económicas y deportivas. Pasó por Pilar (2002), Capital y en 2012 regresó nuevamente a su querido club, donde jugó hasta retirarse, en septiembre de 2014.
“Tenía 40 años y cuando era chico había dicho que jugaría hasta esa edad. Ya estaba trabajando como entrenador y el club me propuso que siga solo en esa función”. Su último partido fue ante Presidente Derqui, en cancha de Sportivo Pilar, por la Liga local. “Estaba para seguir, pero el día a día se tornaba tedioso”, confiesa, a más de siete años de su despedida profesional.
Presente de formador
Actualmente es entrenador de chicos de entre 8 y 12 años. Antes había dirigido en U13, U15, U19 y U20. Incluso llegó a estar a cargo de la primera B de mayores, que jugaba un torneo paralelo. “Lo que más me gusta es dirigir a los chiquitos. Es lo más difícil, lo que más te desgasta, pero te obliga a estar a pie del cañón todo el tiempo. Siempre salen buenos jugadores, aunque hoy hay demasiadas tentaciones para mantenerse y llegar a primera”, explica, pero sin darse por vencido en la formación de chicos.
Está todos los días en el club, buscando inculcarle a sus dirigidos ese mismo amor por la pelota que tiene él, más el sentido de pertenencia, clave a la hora de concretar anhelos. “Mi sueño es que alguna vez pueda brillar un chico del club. Como pasó con Sebastián Zabala, Damián Lombardi y otros que se destacaron. Ojalá podamos tener un equipo de chicos, es difícil, porque es algo que no pasa en casi ningún lado”, afirma, a modo de deseo.
Sus dos hijos, Tomás (17) y Santiago (12), también eligieron el básquet como actividad y juegan en Sportivo. “Es lindo que ellos sigan. No hay nada que me guste más que sentarme a verlos jugar. El mayor es un apasionado, muy habilidoso, y el menor se enganchó hace un par de años. Veremos qué pasa, mientras sean felices ya está”, comenta. A ambos llegó a dirigirlos: “Me hacían más caso en la cancha que en casa”, suelta, entre risas.
Hoy Sportivo está entre las instituciones más destacadas de la zona a nivel infraestructura y profesionalismo en el básquet, con instalaciones de primer nivel, buenos entrenadores, directivos que se ocupan y un flamante microestadio que se inauguró en 2019.
“Antes era todo a pulmón, hoy hay otra organización. El club está muy bien, con un estadio hermoso, pileta nueva, dos canchas en la sede, con básquet femenino. Los dirigentes hicieron un trabajo enorme. Yo lo veo con los ojos de que mis hijos y alumnos lo puedan disfrutar, soy el hincha número 1 del club”, asegura, entusiasmado.
Junto al “Toro” Runke, Bruckner es uno de los basquetbolistas contemporáneos más queridos y respetados por los hinchas albicelestes, su arraigo a Escobar y amor por la camiseta son innegables. Juntos manejan el gimnasio con aparatos del club, ubicado en el primer piso de la sede social.
“Yo me siento agradecido a la gente. Toda la vida va ser así. Es difícil que vengan jugadores de afuera y se queden tantos años en un club. Ahora los chicos quieren todo ya, no aguantan el derecho de piso ni el sacrificio”, sostiene, mientras su voz retumba en la cancha del Oscar Roque Larghi, el escenario donde vivió tantas epopeyas y que tan feliz lo hizo.