En pleno desfile de las carrozas, un grupo de jóvenes irrumpió en la Tapia de Cruz para reclamar la construcción del edificio universitario. Ahora quieren sacar a la luz las controvertidas cuentas del Fondo Educativo Municipal.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Recién cuando vi que un compañero mío lloraba de la emoción me di cuenta de lo que estábamos viviendo”. Con la euforia aún latente por la osadía de haberse “colado” en el desfile de carrozas de la Fiesta Nacional de la Flor, Miguel Gaztañaga refleja en sus expresiones la intensidad con la que un grupo de jóvenes estudiantes abrazó la causa de militar para que el Municipio cumpla con su demorado anuncio de construir un edificio para la UBA.

Aquella noche del sábado 2 de octubre, la Comisión Universitaria de Escobar (CUE) -como se autodenominan- irrumpió en la avenida Tapia de Cruz arrastrando un simbólico edificio de cartón que acusaba en sus paredes: “Nos están estafando. ¿Y la plata?”. Lo que algunos consideraron un escrache duró apenas tres minutos -interminables para los funcionarios que estaban en el palco- y levantó fuertes aplausos de la muchedumbre, que no dudó en ponerse del lado de los estudiantes y compartir sus banderas.

“Estamos contentos con la repercusión que está teniendo el reclamo en la comunidad, se hizo algo popular. Pero no con las respuestas, o la falta de respuestas, que recibimos del Municipio”, cuenta Gaztañaga, un joven escobarense que hace poco empezó a cursar en la Facultad de Sociología.

Sabrina Krahn coincide: “La movilización que hubo en este tiempo fue muy buena, todo Escobar se enteró del tema”. Y compara: “Hace dos años, cuando iba al CBC, ni siquiera podía pegar un cartel. El portero me sacaba a los gritos. Ahora, cuando vamos al Concejo Deliberante se nos acercan todos los concejales”.

Su compañera, Carla Benigno, con quien estudia Trabajo Social, se incorpora a la charla con DIA 32 y repara en que al reclamo le falta una pata: “La integración de los estudiantes del CBC. Lo sentimos como un fracaso, nos preguntamos qué pasa que no se prenden y no tienen un compromiso. Te escuchan, están al tanto, pero nada más”. En ese punto, Gaztañaga observa que “hay una respuesta mucho mayor de los estudiantes secundarios, que se pusieron las pilas y se comprometieron”.

El arte de reclamar

Si algo distingue a estos estudiantes a la hora de llevar a cabo su reclamo -además de la persistencia y su gruesa fundamentación- es la originalidad. O el intento de buscar formas atractivas para exponer la causa por la que luchan. Ya sea irrumpiendo con respetuosa osadía en un multitudinario desfile, denunciando el caso en la pantalla de “CQC” o componiendo un cortometraje que ya exhibieron en la plaza principal de la ciudad y en el Instituto Secundario Belgrano, donde a la noche funciona el CBC.

El mayor logro de estos meses, según lo analizan, fue que el intendente les haya abierto las puertas de su despacho para escucharlos. “Lo sentimos como una forma de reconocernos como actores”, evaluó Gaztañaga. En aquel encuentro del 9 de septiembre se agendó una nueva reunión para el 6 de noviembre, a la que los estudiantes irán con dos exigencias concretas: tener una definición sobre las gestiones que el Municipio prometió encarar ante la Nación para crear un centro universitario en el Patronato de la Infancia, en Ingeniero Maschwitz, y ser informados de los verdaderos números del Fondo Educativo Municipal, envueltos en una maraña de contradictorias versiones oficiales.

“Es increíble la tergiversación que hay sobre los datos de lo que se recauda con este impuesto. No quieren mostrar las cuentas, están ocultando la plata que aportan todos los contribuyentes de Escobar. ¿Por qué necesitan 60 días para la apertura de las cuentas? Debería ser inmediata. ¿Qué están buscando? ¿Qué están haciendo? Esa y otras razones nos llevan a entender que algo está pasando en la Municipalidad”, concluye Gaztañaga.

Juez en falta

La osadía estudiantil de haberse metido entre las carrozas encolerizó al juez de Faltas Ariel Orentlijerman, quien durante el desfile cumplió funciones de enlace con el protocolo y las fuerzas de seguridad.

El blanco de su ira fue Miguel Gaztañaga, que no dudó en revelar el episodio: “Ese sábado llamó a mi casa para advertirme que no boicoteáramos el desfile porque iba a estar lleno de policías, Gendarmería, GEOF, Montada. Nos quiso asustar. Dos días después volvió a llamarme, pero no voy a contar lo que me dijo porque fueron barbaridades. Una bajeza terrible”.

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