Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar
Además de tener que lidiar de lo lindo con las adversidades climáticas, la Fiesta Nacional de la Flor también tuvo que enfrentarse este año a un competidor interno, nuevo y de peso: la Primera Fiesta del Jardín Japonés, organizada por el Municipio, que se superpuso con los últimos cuatro días de la emblemática exposición escobarense. Aunque el sol salió para todos, el episodio dejó entrever una tensión política que puso a los floricultores en medio de un fuego cruzado al que son totalmente ajenos.
El caldo empezó a cultivarse en la primavera de 2013, no casualmente en pleno fervor electoral. La Fiesta de la Flor, que festejaba sus bodas de oro, recibió un considerable apoyo del gobierno nacional. Y como Sandro Guzmán acababa de irse del kirchnerismo para alistarse en la tropa del Frente Renovador, el Municipio prefirió tomar distancia de los floricultores.
Durante los últimos doce meses la situación no varió. Si para muestra basta un botón, así como Guzmán no asistió al acto inaugural de 2013, Walter Blanco tampoco lo hizo este año, al margen de su declamada aversión por los eventos protocolares. De ser solo por eso, podría haber visitado la exposición cualquier otro día, pero no lo hizo.
En cambio, la Comuna se abocó a la organización de un evento que coincidió con el último fin de semana de la Fiesta de la Flor. El calendario dio el pretexto justo: en esos días fueron el aniversario del partido de Escobar y de la creación del Jardín Japonés.
Luces y sombras
La edición número 51 de la Fiesta de la Flor arrancó con viento en contra. Desde que la inauguración se postergó una hora a la espera del gobernador Daniel Scioli, quien finalmente no llegó, todo fue cuesta arriba.
Lejos de ser un aliado, el tiempo fue el enemigo número uno. La lluvia se hizo presente en los momentos más inoportunos de los dos primeros fines de semana: la elección de la Reina del Capullo, el desfile de carrozas y la coronación de la Reina Nacional de la Flor. Todo pasado por agua.
En su conjunto, la exposición tampoco encandiló. Aunque las ornamentaciones del paisajista Yasúo Inomata volvieron a llevarse todos los aplausos, lo demás careció de atractivos y novedades. Para más, la imagen del lago casi seco a causa de una rajadura le restó varios puntos al encanto de pasear por sus jardines y dejó una ligera sensación de abandono.
Los últimos días a pleno sol equilibraron un poco las cuentas de las boleterías. El predio de la calle Gelves explotó de visitantes y se llenó de vida.
“A pesar de que no tuvimos un buen acompañamiento del tiempo, gracias a las excursiones contratadas vino mucha gente del interior de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. También de Uruguay, que vienen favorecidos por el cambio y allá no tienen nada de esta envergadura. El balance final es positivo”, afirmó a DIA 32 el presidente de la Fiesta de la Flor, Tetsuya Hirose.
Consultado sobre el futuro de la exposición, de lo cual es común oír versiones de toda clase, enfatizó: “En nuestro gremio hay conciencia de que es la más importante de la floricultura argentina. Por eso, mientras haya colaboración de los productores, la Fiesta de la Flor no se va a poder ir nunca de Escobar”.
Con el pie derecho
Como todo evento al aire libre, la Fiesta del Jardín Japonés también tuvo su suerte atada en gran parte a las condiciones climáticas. Y lo cierto es que no podrían haber sido más favorables. Un sol radiante iluminó las cuatro jornadas y la gente se volcó masivamente a esta novedosa propuesta, más simple pero ciertamente efectiva.
Con una entrada más accesible -$15 contra $35 de la Floral-, del viernes 10 al lunes 13 unos cuarenta mil vecinos disfrutaron del remodelado parque oriental y de una oferta realmente heterogénea en las instalaciones del polideportivo municipal Luis Monti, que incluyó desde exposición y venta de flores y plantas, artesanías, comidas típicas y cervezas artesanales hasta autos clásicos, juegos para todas las edades y espectáculos con artistas locales.
Otras actividades que le asignaron un carácter aún más familiar y participativo a la convocatoria fueron la elección de la Reina Infantil, la Reina Juvenil y la Reina de las Abuelas, el desfile de instituciones por la pista de atletismo y una interminable cantidad de sorteos, con una moto como premio mayor, que retuvo al público hasta último momento, cuando un impresionante show de fuegos artificiales marcó el cierre de esta primera edición.
La recaudación por entradas -en rigor, bono contribución-, junto al aporte de distintas empresas, dejó en limpio un saldo de más de 900 mil pesos que se destinará a la remodelación del Hogar Municipal de Ancianas, contiguo al Jardín Japonés.
Banderas blancas
Después de dejar pasar unos días para que corra un poco de agua bajo el puente, Blanco invitó a Hirose a acompañarlo en la mañana del viernes 24 a recorrer el asilo municipal, con la excusa de interiorizarse sobre las mejoras que se realizarán en el establecimiento. Allí, ante algunos grabadores, el titular del Ejecutivo confirmó que la Fiesta del Jardín Japonés se realizará en la misma fecha el año que viene y expresó su intención de desarrollar estrategias para “ensamblar” el nuevo acontecimiento a la Fiesta de la Flor, quizás tomando nota del descontento que generó en la opinión pública la absurda competencia.
La idea, según explicó, es que la Fiesta del Jardín Japonés sea un complemento de la Fiesta de la Flor, con la implementación de una entrada única para ambas y traslados especiales en bus, entre otras propuestas que se empezarán a evaluar para “generar sinergia” entre los dos eventos y así potenciar la oferta turística de esos días.
El jefe comunal interino, además, aseguró que el Municipio “nunca estuvo peleado” con los floricultores y consideró que “si hubo una competencia, fue una competencia sana”. “Sí es cierto que a veces las políticas nos encapsulan, pero ahora no vamos a permitir eso”, admitió, sin ahondar en pormenores.
Ajeno a toda confrontación, Hirose se mostró de acuerdo con la nueva consigna y ambos refrendaron el compromiso con una foto que hizo las veces de pipa de la paz. ¿Vendrán tiempos mejores?