Tal como se esperaba, mayo fue un mes aún más difícil que abril. El número de casos positivos de coronavirus creció más de 250% -de 44 a 157- y, aunque algunos indicadores se atenuaron, en líneas generales la situación que atraviesa el partido de Escobar está entre las más críticas de la provincia de Buenos Aires.
Casi a fin de mes, el martes 26, el intendente Ariel Sujarchuk lo reconoció sin eufemismos: “La curva de contagios se está ampliando de manera significativa”, advirtió en un video que difundió a través de sus redes sociales.
Mientras que la actividad económica gradualmente empezó a reactivarse a partir de que la cuarentena en el AMBA -área metropolitana de Buenos Aires- pasó a la Fase 3, el número de infectados siguió creciendo de manera sostenida. Sin llegar a colapsar, ni mucho menos, el sistema sanitario local, pero sí generando una demanda muy superior.
Para junio el pronóstico no es alentador. Al contrario, las bajas temperaturas del invierno y la estacionalidad de las enfermedades respiratorias plantean un escenario todavía más adverso.
“Llegó la hora de cuidarnos más que nunca”, avisó el director del hospital Erill, Gaspar Costa, en el video que compartió junto a Sujarchuk. Por eso, las autoridades insisten en remarcar la importancia decisiva del autocuidado y la conciencia social para desacelerar la propagación del Covid-19. Un enemigo invisible con el que, invariablemente, habrá que acostumbrarse a convivir hasta que se descubra su antídoto.
Contagios comunitarios
La imagen del coronavirus en mayo fue el barrio Lambertuchi, que se convirtió en el principal foco de contagios del distrito. Algo que no sorprendió demasiado: los propios vecinos venían denunciando en las redes sociales que el acatamiento al aislamiento social, preventivo y obligatorio no era precisamente ejemplar.
Sin embargo, lo que provocó un crecimiento exponencial de los contagios fue la actividad de los dos mercados concentradores de frutas y verduras de la colectividad boliviana. Un foco de riesgo predecible.
Cuántos casos de Covid-19 se registraron es una incógnita, porque oficialmente esa información no se difundió. De boca de un funcionario de alto rango trascendió que serían más de 50, aunque las versiones que circulan entre los vecinos hablan de muchos más.
Dada la magnitud del problema, el Municipio dispuso que el barrio vuelva a la fase 1 de la cuarentena, ordenó el cierre de todos los comercios -menos almacenes y farmacias-, incrementó los testeos, reforzó los controles para minimizar la circulación en la vía pública, hizo operativos de sanitización en las calles y montó una base operativa multidisciplinaria en el predio de la feria boliviana.
Casi un paralelismo de lo que pasó en la populosa y mediatizada Villa Azul de Quilmes, aunque con menos casos confirmados -al menos de manera oficial- y sin que se haya aislado drásticamente al vecindario.
Zonas de riesgo
Hace rato que el virus está circulando a nivel comunitario, se sabe que evitar su propagación es una quimera -el objetivo es desacelerar su avance- y las proyecciones globales afirman que es posible que, a la corta o a la larga, el 75% de la población llegará a contagiarse. No obstante, la repercusión que generan algunos hechos puntuales es inevitable.
El martes 19 Escobar superó la barrera de los 100 infectados. Esto ocurrió a partir de una serie de contagios en el polo sanitario de Matheu -serían nueve-, que se sumaron a la larga lista de trabajadores de la sanidad alcanzados por el Covid-19.
Otra noticia que generó un fuerte impacto fue la que involucró a la sede de Fleni: un médico de guardia y un empleado tercerizado del comedor dieron positivos de coronavirus. Ambos se encontraban en buen estado de salud al cierre de esta edición.
También tuvo mucho impacto lo que pasó en la fábrica autopartista Yazaki, donde un operario dio positivo de coronavirus y la planta fue cerrada preventivamente por el Municipio durante tres días. Lo llamativo fueron las imágenes y filmaciones que trascendieron por los medios, donde se veía al personal amontonado en espacios reducidos, muy a contramano del protocolo de bioseguridad que la empresa debía implementar y cumplir a rajatabla.
Alivio y desconsuelo
Dos noticias contrapuestas marcaron el cierre del quinto mes del año. Por un lado, el domingo 31 se conoció una nueva víctima fatal que elevó a 15 el número de vecinos del partido de Escobar que perdieron la vida por causa del coronavirus. Una estadística que duele con cada actualización.
A contrapartida, el miércoles 27 se conoció una historia con final alegre: Marisa Saravia (32), la primera escobarense en contagiarse de coronavirus, fue dada de alta y regresó a su trabajo de enfermera en el Hospital Universitario Austral de Pilar.
Fue allí donde se infectó, cuidando a un paciente que inicialmente había ingresado por otra patología. “Cuando me dijeron que tenía coronavirus, se me vino el mundo abajo”, contó la joven, vecina del barrio Lambertuchi y madre de dos hijos.
Su caso tuvo una particularidad inquietante: estuvo 60 días infectada y desde el 23 de marzo tuvo que realizarse 11 hisopados, porque todos le daban positivo.
“Este es un virus que vino para quedarse, así que hay adaptarse a las nuevas formas de vida. Y los que están en contra de la cuarentena, van a tener que hacerlo también. Hay que tomar conciencia”, alertó, con conocimiento de causa.