Cientos de hectáreas quedaron calcinadas por los incendios del viernes 19 en el Delta de Escobar. Las hipótesis sobre lo que pasó. El testimonio de autoridades y damnificados.

Como si fueran imágenes de una película catástrofe, una nube gigantesca de humo denso comenzó a ganarle terreno al cielo azul en el mediodía del viernes 19. Parecía avanzar lenta, pero no pasó mucho tiempo para que gran parte del firmamento, hasta entonces despejado, quedara cubierto de un inquietante gris que se veía prácticamente desde cualquier lugar del partido de Escobar.

Las mismas imágenes que desde hacía varias semanas trasmitían en televisión y en redes sociales por los incendios forestales en Santa Fe, Entre Ríos y en algunos lugares aislados de distintas provincias, se había instalado en Escobar, como si un reguero de pólvora uniera los distintos focos para desbastar al Delta del Paraná.

A nivel regional, el fuego se había originado un día antes en el parque nacional Ciervo de los Pantanos, que todavía muchos conocen como “la reserva de Otamendi”, perteneciente al partido de Campana. Por eso, las primeras noticias hablaban de que ese fuego se había extendido hasta llegar a Escobar. Pero no fue así.

HUMAREDA. Una imagen del viernes 19 al mediodía desde la avenida Tapia de Cruz. Lo nublado es humo.

Pasados los momentos desesperantes y con las lenguas de fuego ya extinguidas, los brigadistas explicaron que hubo varios focos con llamas iniciadas localmente y de manera intencional. Que de haberse extendido el fuego desde Otamendi, el recorrido habría sido más fácil de seguir. El fuego se habría iniciado en un solo lugar y no en varios, como ocurrió ese día. Por lo tanto, esa hipótesis fue rápidamente descartada.

Por la tarde, mientras las llamas avanzaban en la zona isleña, en El Cazador y otros barrios próximos al río Luján, e incluso en algunos lugares de la ciudad, empezaron a llover cenizas y el aire que se respiraba ya tenía resabios del incendio. Muchos vecinos se resguardaron en sus viviendas, a la espera de las noticias y de que la situación no se agrave. Horas después el humo de Escobar llegó también al cielo porteño, impulsado por la dirección del viento.

Con gran destreza, los brigadistas forestales lograron ganarle al fuego en la madrugada del sábado. Desde entonces, varios interrogantes quedaron abiertos. Y DIA 32 intentó encontrar una respuesta para cada uno.

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Correr la liebre

Los hombres, intentando ser más pícaros y más rápidos que las liebres, han desarrollado técnicas para poder cazarlas. Una es prender fuego en los pastizales, para que se espanten corriendo hacia el sentido opuesto de donde provienen las llamas y esperarlas del otro lado con perros o escopetas para atraparlas.

“Son personas totalmente irresponsables, que no solo hacen desastres en el medio ambiente sino que también ponen en vilo a muchísima gente que se desespera al ver las llamas acercarse a sus viviendas, como pasó en este caso con los vecinos del CUBE y los isleños”, explica a DIA 32 el director general de Defensa Civil de Escobar, Juan Carlos Toledo.

Así como los cazadores de liebres, también están los pescadores que “capaz que se ponen a hacer un asadito y descuidan el fuego”, agrega el funcionario.

INFERNAL. Vecinos del CUBE contemplan asustados la voracidad del fuego al otro lado del río Luján.

Desde el Municipio avalaron enseguida esa teoría sobre las posibles causas de los incendios. “No tenemos dudas de que se trata de hechos intencionales. Junto a Defensa Civil y los bomberos voluntarios trabajamos para poder recopilar pruebas que lo demuestren. Esto fue causado por el hombre y no vamos a descansar hasta encontrar a los culpables”, afirmó el intendente interino Carlos Ramil a esta revista.

A última hora del fatídico viernes 19, la máxima autoridad municipal se acercó al lugar del incendio y compartió en sus redes sociales un video para intentar llevar tranquilidad a la población, ante el temor generalizado por lo que estaba pasando y las versiones que circulaban sobre el peligro de algo aún peor. “No hay ningún tipo de riesgo de que esto se extienda hacia las viviendas, hacia la zona urbana, ni hacia el gasoducto”, sostuvo.

 

 
 
 
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Sobre el origen del fuego también se barajan otras hipótesis, ya que entra en juego la sequía que se produce desde hace meses (la última lluvia fuerte registrada en esta zona fue el 25 de mayo), la bajante histórica del río Paraná y el avance de la frontera agrícola e inmobiliaria.

A esto eso se suma una práctica que se da desde hace añares, que es la creencia de que quemar los campos mejora el forraje para alimentar al ganado que ahí se cría. Lo mismo que utilizar el fuego como instrumento de labranza; es decir, que en lugar de desmalezar con una motoguadaña se hace incendiando el terreno.

El viceministro de Ambiente de la Nación, Sergio Federovisky, fue más allá y aseguró que hay motivos más oscuros relacionados a los incendios en las islas del Delta del Paraná: “Se queman áreas que normalmente están inundadas, se coloca un terraplén para evitar que se vuelvan a inundar y esas áreas pasan de ser humedal a potenciales áreas productivas para ganado o inversiones inmobiliarias”.

ENTRE LAS LLAMAS. Decenas de bomberos combatieron el fuego durante doce horas en el Delta de Escobar.

Lucha contra el fuego

Toledo admite que los focos que se registraron en Escobar fueron muy importantes y que llegaron a vivirse momentos de desesperación. Cuenta que están permanentemente monitoreando la zona con móviles y con un dron y que la primera columna la divisaron el jueves 18 al mediodía.

“Cuando vi la columna de humo mandé un móvil, porque lo que pasa con el fuego es que uno lo ve cerca, pero está lejos. Hasta que uno no se acerca para definir más o menos a cuántos kilómetros está, no se puede saber. Además, siempre tenemos la colaboración del Aeroclub de Escobar, a cargo de Federico Laborda y de Marcos Tiburzi, que nos dieron una gran mano, porque nos permitieron sobrevolar la zona. Recién ahí pudimos ver bien dónde estaban los focos”, señala el jefe de Defensa Civil.

Toda la zona incendiada, desde el río Luján hacia el partido de Escobar, eran bañados que entre la falta de lluvias y las heladas estaban sequísimos y convertidos en un poderoso material inflamable. “Lo que tuvimos a favor es que no había nada de viento. Pero como había un río de por medio, las autobombas no podían cruzar, tuvieron que hacerlo en lanchas con la ayuda de dos bomberos que viven en las islas. Hay un camino que se puede entrar por la Vizcachera, pero en un punto se corta”, explica sobre el operativo desplegado.

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Los bomberos tardaron unas doce horas en extinguir el fuego por completo, pero al llegar la noche la situación se tornó abrumante, porque desde el CUBE las llamas se veían cerca y sus habitantes comenzaron a entrar en pánico. En redes sociales y medios de comunicación se vieron fotos y videos impactantes.

“El fuego estuvo cerca del CUBE, sí, pero por suerte lo delimita el río, que estaba bajo pero con agua e hizo de cortafuego. Yo entiendo que la gente se desespere porque siente el humo, mira la televisión y se asusta, porque el fuego hace desastres, no solamente quema los montes sino que quema casas, animales, se pierden vidas hasta de los brigadistas mismos que se meten en lugares inhóspitos que de noche, sobre todo, son muy complicados. Pero sabíamos que lo íbamos a controlar”, asegura Toledo.

Además de dotaciones de bomberos de todo el partido de Escobar, de Prefectura y de Defensa Civil, del operativo también participó un helicóptero con helibalde perteneciente al Ministerio de Ambiente de la Nación. “No fue convocado por nosotros. Estaba trabajando en Ciervo de los Pantanos y cada tanto venía, levantaba agua y tiraba”.

“No tenemos dudas de que se trata de hechos intencionales y no vamos a descansar hasta encontrar a los culpables”, afirmó el intendente interino Carlos Ramil.

Otra situación inquietante fue la proximidad del área incendiada con el puerto regasificador, algo que también alertó a los vecinos. “El gasoducto nunca corrió riesgo. El fuego siempre estuvo por lo menos a 3.000 metros. Además, el lugar tiene un sistema de protección muy grande: las tuberías son subterráneas y tienen un sistema de cortafuegos preparado para evitar que las llamas lleguen. Nunca un incendio exterior podrá afectar el gasoducto”, expresaron desde el Municipio.

En cambio, para Héctor Magnani, de la Asociación Ambientalista de Escobar, es inentendible que el puerto regasificador siga funcionando en ese lugar: “Es ilegal y perverso. Habiéndose clausurado, no fue erradicado. Nunca debería haberse instalado allí y frente a incendios descontrolados solo pueden mantener en vilo a toda la ciudadanía escobarense”, afirma.

La terminal de GNL, ubicada a la altura del kilómetro 70 del Paraná, fue clausurada preventivamente en octubre de 2020 por el Juzgado Federal de Zárate-Campana. Sin embargo, los mismos jueces levantaron la medida tres meses después por haber encontrado falencias en la pericia sobre la que se habían basado para dictar el cierre.

PELIGRO A LA VISTA. El incendio llegó a estar cerca del puerto regasificador (Foto: Periódico El Cazador).

Consecuencias

Las secuelas que dejan este tipo de incendios abarcan todo tipo de factores. Uno de ellos son los riesgos severos en la salud; aunque en este caso los especialistas confirmaron que el humo que se propagó hasta la zona urbana no era tóxico, sí podría afectar a las vías respiratorias de las personas si se mantuviera en el aire por mucho tiempo. Ni que hablar de la pérdida de gran cantidad de flora, la muerte de animales y los cambios medioambientales.

Al ser áreas que están en constante inundación, los humedales funcionan como grandes esponjas naturales que absorben y retienen agua. También son reservorios de dióxido de carbono, que cuando se queman u obstruyen se expulsa al ambiente empeorando la situación.

El presidente del Instituto Nacional del Agua, Juan Carlos Bertoni, explicó en varios medios de comunicación cómo se produce el círculo dañino del fuego: “Los incendios, al tener la infiltración del agua, disminuyen la retención del humedal, producen la pérdida de compuestos como carbono y nitrógeno, todo lo cual ayuda a que en el momento de la lluvia se produzca erosión hídrica y la afectación de la calidad del agua. Hay una sucesión de impactos en el aire, en la superficie del agua y en el agua subterránea”.

HUMEDALES CALCINADOS. El fuego causó estragos en una amplia superficie, devastando toda la vegetación.

También están los que pierden todo. Años y años de trabajo quemados en pocas horas. Es el caso de los hermanos y productores forestales Adrián y Ricardo Bardaggi, quienes vieron cómo el fuego arrasaba con sus plantaciones: 36 hectáreas de álamo que quedaron reducidas a madera calcinada y cenizas.

“Perdimos todo. Veinte años de trabajo tirados a la basura. No quedó nada, solo se salvó un monte, que será media hectárea de álamo”, expresó Adrián ante las cámaras de TN, al borde del llanto.

“Uno tiene acá 10, 20 años de laburo. Nosotros ya somos cuatro generaciones laburando en la isla. Falleció mi padre y nosotros seguimos con su laburo. Ahora hay que volver a arrancar todo de vuelta”, amplió el vecino isleño, que también es bombero, al igual que su hermano.

El viernes 19 de agosto quedará en los anales escobarenses de 2022 como el día en que repentinamente el aire y el cielo se llenaron de un humo denso y cenizas. Ojalá también sea el día en que las cosas empiecen a cambiar y que los responsables de haber comenzado los incendios hayan tomado conciencia del daño que provocan, que una pequeña e insignificante chispa puede generar un gran caos.

VÍCTIMAS. Los hermanos Adrián y Ricardo Bardaggi perdieron toda su plantación a causa del fuego.

UNA HERRAMIENTA NECESARIA

La dilatada Ley de Humedales

Desde hace casi diez años el proyecto de Ley de Humedales rebota entre el Senado y la Cámara de Diputados sin lograr ser aprobado. Su tratamiento legislativo fracasó tres veces: en 2013 y 2016 fue votado en el Senado, pero no llegó a Diputados. El año pasado quedó trabada en la entrada de Diputados. Recientemente se presentó un nuevo proyecto, que deberá pasar por tres comisiones de la Cámara Baja antes de ser tratado.

La iniciativa propone hacer una especie de inventario que identifique los servicios ecosistémicos que brinda cada humedal en las diferentes zonas, ya que conforman el 21% del territorio nacional. A partir de ahí se definirían distintos criterios de uso y de protección. También permitiría penar a los que inician los fuegos y tipificar el delito contra el ambiente, entre otras cuestiones.

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