Por FLORENCIA ALVAREZ
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Históricamente el vino ha estado relacionado con los festejos y el placer. Rituales de celebración que en la actualidad han alcanzado altos niveles de especialización. Tanto para quienes producen el elixir como para quienes quieren, simplemente, beber una copa. Porque la realidad es que quien hoy esté dispuesto a entrenar su paladar deberá seguir algunos protocolos. Incluso, reglas de etiqueta.
La cultura del vino tiene su mundo propio y hasta un vocabulario que se ha ido ampliando al ritmo de la proliferación de bodegas y nuevas variedades. Como si se tratara de un auto o de un teléfono celular, actualmente existen los vinos de alta gama. “Su característica principal es que el enólogo trabaja la planta en la tierra y que de una vid se obtiene solamente una botella de vino, que se deja descansar durante 24 meses en barrica de roble. Esa etiqueta suele ser el ícono de la bodega, y un rasgo que la diferencia de las demás”, explica a DIA 32 el dueño del almacén de vinos y cava Rosas Tintas, Alejandro Policastro.
También es muy común escuchar hablar de maridaje, toda una ciencia. Según los expertos, se trata de la armonía, la unión y la concordancia que se produce entre una comida y una bebida. Como en muchas otras cosas, también el maridaje está regido por escuelas: en este caso la inglesa y la francesa.
La primera es de mente amplia, permite la independencia entre comida y bebida. No tiene en cuenta normas ni reglas y deja todo al libre albedrío del comensal. En cambio, la francesa se inclina por una postura rígida, que solo entiende la calidad si se siguen las reglas y etiquetas al pie de la letra. A saber: el vino blanco se sirve antes que el tinto y el ligero antes que el robusto; con eso se logra que las papilas no se entumezcan. Ningún gran vino licoroso debe servirse con carnes rojas o de caza, así como tampoco se permite un buen vino tinto acompañando pescados o mariscos. Además, se sirven de acuerdo a su graduación alcohólica en orden creciente y cada variedad se separa con un sorbo de agua. Esas son, a grandes rasgos, las claves del maridaje.
Palabra de especialista
Dentro de ese mundo tan particular, uno de los protagonistas principales son los sommeliers. Provienen de la Edad Media y eran los encargados de transportar productos desde el campo de los Lores utilizando animales de carga. Su función fue reemplazada en 1318, cuando el rey Felipe V redefinió el trabajo del sommelier y pasaron a convertirse en las personas que probaban el vino para asegurarse que no estuviera envenenado. De esta manera, los miembros de la realeza y nobleza podían beber a piacere. A eso se dedicaron los sommeliers hasta la Revolución Francesa.
Hoy en día su función es muy distinta: se ha transformado en un experto entrenado para catar vinos, confeccionar listas de los más recomendables, comprarlos y realizar los maridajes. La presencia de un master sommelier le da prestigio a los restaurantes y bodegas, ya que se ponen al servicio del cliente para informarlo y aconsejarle sobre las mejores opciones dependiendo del plato que haya elegido.
Dejando de lado el tema de las bodegas, que se extienden con cada vez mayor fuerza de norte a sur y de este a oeste en todo el territorio nacional, y tomando en cuenta los espacios abiertos al público, es preciso resaltar a las vinotecas y cavas. Una tendencia que crece y que tiene fuerte presencia en Belén de Escobar con locales como La Cava de la Flor, Rosas Tintas y Parodi, entre otros.
Son los mejores lugares para comprar vinos, ya que ofrecen al cliente el servicio de asesoramiento y atención personalizada. Son espacios de venta de productos de alta gama que en otros lugares son más difíciles de encontrar. Las principales cadenas ofrecen variedad de etiquetas e innovadoras propuestas de pequeñas y grandes bodegas. También están las vinotecas online que comenzaron a surgir hace unos años.
Policastro explica que no compiten en precios con los supermercados, el lugar más común y a mano para adquirir una botella de vino. “Nos destacamos sobre todo con la gente que tiene ganas de experimentar, porque acá le podemos hablar de las características de las trescientas etiquetas que tenemos”, asegura. Además, al momento de pensar en hacer un regalo, comprar en la vinoteca garantiza un lindo packaging, un buen estuche y opciones fuera de lo común que van desde los $90 a los $1.200.
El dueño de Rosas Tintas cuenta que hace tres años que abrieron frente al Jardín Japonés y que la gente interesada es cada vez más. Asegura que los productos de bodegas boutique no son los más requeridos en la zona porque “falta cultura vitivinícola” y que el 90% de las ventas involucran al Malbec -el emblema argentino por excelencia-, mientras un 5% es Cabernet Sauvignon y el resto de las demás variedades.
Experiencia propia
Otra de las formas que tienen las vinotecas para atraer clientes es por medio de las degustaciones. Tanto en La Cava de la Flor como en Rosas Tintas suelen organizarse asiduamente, por lo general una vez por mes. Los participantes, entre diez y quince, confirman asistencia con antelación y se descorchan entre cuatro y cinco botellas de las distintas líneas de una misma bodega que el local pretende incorporar a su oferta de productos. El objetivo es testear la propuesta y escuchar opiniones.
También hay otras formas de probar nuevos sabores. Por ejemplo, en Capital funciona el Wine Tour Urbano, una degustación de vinos anticonvencional que consiste en realizar una caminata recorriendo los lugares sobresalientes de determinado barrio, probando toda clase de vinos, quesos y aceites. Se organizan una vez por mes en sitios como San Telmo o Palermo.
Hay otra modalidad que corre como reguero en la web: los clubes privados de vinos como el Baco Club, El Club del Buen Beber, El Club Amantes del Vino y Club del Vino, entre otros. Cuentan con productos de las mejores bodegas, se encargan de transmitir a los socios todas las novedades sobre pautas de calidad y precio, de lo último en cepajes y técnicas de elaboración. Dan a conocer vinos que no están en el mercado, los venden a precios razonables y ofrecen toda la información posible sobre el elegido del mes.
El cine se encargó de retratar el mundo de los amantes del vino en películas como Guerra de Vinos y Entre Copas -por nombrar quizás las más conocidas- y muchos fueron los famosos que optaron por los viñedos a la hora de elegir una segunda actividad. Sin ir más lejos, hasta Lionel Messi tiene su propia etiqueta, que desarrolló junto a Casa Bianchi con fines benéficos.
Una botella de las premium cuesta alrededor de $600. Hay quienes aseguran que entrar en este universo es un camino de ida por el sinfín de posibilidades y descubrimientos que ofrece. Una buena excusa para ir por la vida diciendo: ¡Salud!