Hablar hoy de Malvinas, al cumplirse 30 años de aquella efímera y dolorosamente costosa recuperación, es distinto a otras tantas veces. El tema, que con cada aniversario del 2 de abril vuelve a ser parte de la conversación nacional, está instalado desde hace varias semanas en un nuevo y auspicioso contexto, a partir de la decisión oficial de instar a Inglaterra a una mesa de diálogo para discutir seriamente sobre la soberanía en el archipiélago del Atlántico Sur.
En este sentido, la ratificación con grado de imprescriptibles de los legítimos derechos soberanos sobre las islas, el reclamo ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el respaldo de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) son algunos de los hechos que enmarcan a la cuestión de Malvinas en un escenario diferente. Ya no se trata de una mera evocación impuesta por las circunstancias con alguna declamación patriótica de deseos. Da la impresión de que hay una intención real de ir por lo propio y pelearlo desde una instancia diplomática; por supuesto, lejos, bien lejos de disparatadas alucinaciones bélicas.
“Se ve una posición argentina más sólida que en otros años. Se logró el apoyo de casi todos los países del mundo y veo una actitud más firme desde la Cancillería y el Poder Ejecutivo. Creo que hay un progreso, más allá de las especulaciones políticas, porque están tomando cartas en el asunto países americanos y de Europa”, evalúa el escritor José Antonio Da Fonseca Figueiras, un conocedor como pocos de la historia de Malvinas desde antes que fueran usurpadas por los tripulantes de la fragata de guerra británica HMS Clio, al mando del capitán John James Onslow, en enero de 1833. Investigador histórico acreditado de la Biblioteca Nacional, en 1973 ganó el célebre premio Odol Pregunta respondiendo sobre historia de las islas Malvinas y es autor del anteproyecto de la ley que declaró al 10 de junio Día de la Reafirmación de los Derechos Soberanos sobre las islas del Atlántico Sur.
Lo más que se podría esperar por la vía diplomática, para Da Fonseca, es “volver a la situación que había a fines de 1980; o sea, continuar con el modo de vida y de comunicaciones que había después de los tratados de 1971, recomendados por Naciones Unidas en 1965. Partir otra vez desde ahí. Decir, ‘señores, acá no pasó nada, esto lo hizo un gobierno de facto’. Y empezar de nuevo”, plantea.
Desde otra perspectiva, el ex combatiente Juan Carlos Monti no se hace ilusiones. “La política que quieren hacer hoy me suena mentirosa. Es un manotazo para llevarse los laureles de Malvinas y buscar la re-reelección”, desconfía el referente del Centro de Veteranos de Guerra de Escobar y actual Subdirector del Area Malvinas en el Municipio.
“Yo creo que no hay ni siquiera voluntad. Voluntad tenía Kirchner, cuando le dijo no al Fondo Monetario y al pago de la deuda. Ella no es como el marido, más allá de que parezca la Margaret Thatcher por su dureza en las expresiones”, afirma Monti, que en 1982 prestó servicios como cabo segundo maquinista en el destructor Bouchard, que iba al lado del crucero Belgrano cuando fue atacado ilegalmente y hundido por el submarino inglés Conqueror.
Son nuestras
No hay discusión: las Malvinas son argentinas. Pero, ¿por qué? “Nos pertenecen porque formaban parte del territorio patrimonial de España heredado por Argentina al lograr su independencia, junto con todas las tierras que fueron asignadas por el Papa Alejandro VI al Reino Español después del descubrimiento de América”, explica Da Fonseca.
A su entender, la idea de un referéndum esbozada por el gobernador británico de las islas, Nigel Haywood, para dirimir el asunto “de una vez y para siempre” carece de fundamento, ya que no es un litigio donde pueda tener validez la preferencia de los habitantes. “La autodeterminación no corresponde porque se trata de una población trasplantada, aunque ya tenga seis generaciones. Hasta muchísimos malvinenses están opinando que no les corresponde. Lo que pasa es que hay intereses creados y los que insisten con esta idea son un grupo de 750 nativos viejos. Pero los dueños de esas tierras son los que ellos desalojaron por la fuerza en 1833”, concluye.
Escobar y Malvinas
Más de ochenta hombres -la inmensa mayoría, por entonces jóvenes- del partido de Escobar formaron parte de la legión militar con la que Argentina disputó la guerra con Gran Bretaña. Cuatro de ellos perdieron la vida durante el combate: el vicecomodoro Rodolfo Manuel de la Colina (41 años) -murió en una misión de reconocimiento aéreo, a 12 mil metros de altura-, los cabo primero Jorge Roberto Sosa (21) y Orlando De Chiara (20) -ambos fallecidos en el hundimiento del crucero Belgrano- y el conscripto Jorge Roberto Inchauspe (19) -pereció el 14 de junio, en horas previas a la rendición, en el monte Longdon-.
De alguna manera, los cuatro siguen presentes en los pueblos donde habitaban: cada uno tiene una calle con su nombre en señal de eterno recuerdo y gratitud por su heroísmo.
En ese aspecto, el partido de Escobar ha sido bastante pródigo en reconocimientos públicos. En la entrada a la ciudad cabecera está la plaza de los Ex Combatientes del Atlántico Sur, el polideportivo de Garín se llama Islas Malvinas, al igual que una calle de Belén de Escobar. También hay una escuela llamada Soldado de Malvinas y otra Crucero Belgrano. Además, el camping municipal del Paraná de las Palmas llevará el nombre de Puerto Argentino, por citar algunos casos ejemplos.