Popularmente conocida como The Crazy Latina, es una de las argentinas más seguidas en Tik Tok. En sus plataformas publica desde historias de vida y reflexiones hasta canciones y material erótico. “Crecí a los palos”, afirma.

Aunque millones y millones de personas la conocen como Its The Crazy Latina, su nombre es Daniela Sofía Bragagnolo y tiene 28 años. Pero sus experiencias de vida, dignas de una serie de Netflix, parecen de quien lleva unas cuantas décadas más.

“Nanu”, como le decían de chica, es una de las influencers argentinas más populares en Tik Tok, con más de 8 millones de seguidores; desde Paulina Cocina hasta Rosalía están unidas a su cuenta. Se dedica a la música, compone y canta, tanto en español como en inglés. Pero no es eso lo que muestra en esa red social sino que habla sobre temas random en videítos que no superan el minuto. Es en Instagram donde muestra su costado más artístico.  

En 2021 sacó su primer álbum (Borderline) y acaba de publicar el segundo en febrero, llamado Lilith. Todo autogestionado a través de su trabajo en plataformas digitales y como stripper, que le permitieron convertirse en un personaje que lucha por salir a la luz a través de la oscuridad. También atiende en casas de masajes y durante un tiempo se dedicó a la prostitución, algo que revela sin ningún pudor, aunque hoy se arrepiente.

Sus letras escupen sentimientos sin filtro; sus videoclips venden rebeldía, sensualidad, fantasía y provocación. Esas cualidades la llevaron a ser reconocida como Artista Urbana del Año en los Latin Awards Canada 2023 y le permitieron participar en eventos como la alfombra roja de los Premios Gardel.

La charla con DIA 32 se da en una cafetería del centro de Ingeniero Maschwitz. Una dirección mal entendida (o mal dada), con una manager de prensa de por medio, retrasa el encuentro por más treinta minutos. Cuando finalmente llega, no aparece una diva monumental maquillada de pies a cabeza, con tacos de 10 centímetros, ni una mujer despampanante.

Aparece una chica bajita, a cara lavada, con el pelo negro azabache sostenido por una vincha de algodón, un top sugerente y jeans rotos que dejan ver una tanga roja a la altura del cavado. Solo reconocible al personaje de las redes sociales por sus impresionantes ojos celestes.

Daniela Bragagnolo en un evento en Canadá
Bailarina. “Nanu” en el Baile del Día Mundial del SIDA, en el Museo de Eventos Queer de Toronto.

Dentro del local, algunos clientes la reconocen y enseguida se acercan a pedirle fotos. Ella accede muy amablemente, transformándose, como un camaleón, en una bomba sexy frente a la cámara.

De Maschwitz a Norteamérica

El trabajo de ingeniero de su padre, Roberto, hizo que por azar “Nanu” naciera en Atlanta, Estados Unidos. Pero al año ya estaba en Maschwitz, viviendo en una quinta cerca de la ruta 26. Fue al jardín de infantes en el Dover, al Arrayanes de Garín y terminó el secundario en el San Vicente de Paul. En el medio vivió unos años en Alemania con su familia.

Tiempo después sus padres se separaron. Su mamá, Patricia, se quedó en Argentina. Su papá se fue a vivir a Canadá, donde tuvo una hija y un hijo con una nueva pareja. A los 18 ella también decidió partir a ese país; hoy vive seis meses acá y el resto del año allá.

“En Escobar me encantaba ir a la plaza con las chicas, tomar helados en Cremolatti e ir a Link, que hasta el día de hoy tengo el corazón roto de que haya cerrado. Teníamos tantos lugares para ir… Lo bueno es que me saqué las ganas de jovencita”, comenta.

Era la época en que estudiaba teatro en el Girona con los Sureda, además de ballet, danzas árabes y comedia musical con Valeria Lynch. “En la escuela nunca me daban papeles en las obras y de ahí me quedaron las ganas de llamar la atención. Ahora siento que llegó mi momento”, dice la artista, entre risas.

Confiesa que con algunas de aquellas amigas se sigue hablando, pero que ya no son cercanas. “Me fui como una Daniela y me transformé en otra totalmente distinta, nos desconocemos. Antes yo era muy dulce, muy ingenua, aunque nunca fui tranquila. Siempre tuve mis locuras, pero después ya me volví más centrada, más enfocada. Vi cosas muy fuertes que hicieron que cambiara mucho mi perspectiva y mi forma de pensar”.

-¿Por qué tomaste la decisión de ir a vivir a Canadá siendo tan joven?  
-Las cosas en mi casa no estaban bien y tenía un novio muy tóxico. Yo estaba haciendo el CBC para estudiar Abogacía y él me esperaba en la puerta todos los días porque quería que dejara de estudiar y me fuera con él. Ahí dije, ‘o me voy de acá o esto va a terminar mal’. Llamé a mi papá, que vivía en Toronto, y a los tres días estaba mudada. Igual yo estaba sola, porque él tiene otra familia y se hacía cargo de ellos, no de mí. Yo era una adolescente pueblerina que pensaba que en un país primermundista las cosas iban a ser color de rosa y no, no fue así.  

Llegar fue una aventura, yo estaba emocionada por empezar a conocer gente, empezar a trabajar, conocer un nuevo mundo. No digo que me arrepiento de mis decisiones, porque si no hubiese sido por ellas no estaría acá, pero muchas de mis decisiones fueron de ingenua, de inocente, y tuve que crecer a los palos. Trabajé en una zapatería, en un gimnasio y en un local de ropa antes de meterme en la prostitución. Cuando me fui, no fue buscando un sueño, porque estaba muy perdida. En el afán de tener amigos me empecé a juntar con gente que no eran las mejores personas.

Daniela Bragagnolo en un show musical
Cantante. Daniela Bragagnolo ya editó dos discos y busca consolidar su carrera artística.

-¿Cómo entraste a la prostitución?
-Todo empezó con “¿No querés modelar? ¿No querés hacer una foto?”. Después te acostumbrás y te quedás. Nadie me puso una pistola en la cabeza, yo caí en la manipulación. Siempre van por una chica jovencita, vulnerable y yo era pan comido. Lo hice durante un año y todavía me pregunto por qué. Creo que fue estar confundida, perdida. Me ayudó a convertirme en mujer de una manera muy brusca. Sigo intentando perdonar a esa nena que era y sanar mi relación con ella.

-¿Cómo saliste?
-Me enamoré de un cliente que para mí era el amor de mi vida. Me llevaba de shopping y me compraba de todo, me pagaba pasajes de avión en primera, me trataba bárbaro. Pero resulta que el tipo era un hacker que hacía todo con tarjetas robadas. Me vació todas mis cuentas bancarias no solo a mí sino a mi proxeneta, que tenía un local en el que blanqueaba el dinero de la prostitución. Él un día desapareció y a mí me llaman del banco para ver por qué estaba haciendo movimientos de miles de dólares, el tipo me había robado la identidad. Ahí todo se puso muy feo, porque mi proxeneta pensaba que yo era cómplice del tipo, me buscaban por todos lados. Esa desgracia me salvó.

“Nadie me puso una pistola en la cabeza, yo caí en la manipulación. Nunca podría volver a prostituirme”.

-¿Cómo sigue la historia?
-Empecé a trabajar en casas de masajes. Algunas tienen licencia del gobierno para funcionar, donde se da un servicio completo que consta de un masaje con final feliz. Es un trabajo súper relajante, el hombre está ahí durmiendo y vos tiqui tiqui tiqui y ya está. Después me di cuenta de que podía explotar más mis dotes artísticos bailando como stripper que en una casa de masajes.  

-¿Cuál es la diferencia entre hacer striptease o dedicarse a la prostitución?
-Nunca podría volver a prostituirme, la stripper es una performer, es entretenimiento erótico, no hay “extras”. Aunque hoy, por la desesperación de las muchísimas inmigrantes que hay en Canadá, sí está empezando a haber contacto con las strippers y cobran muy poquito, 50, 100 dólares, no entienden el valor de lo que están haciendo.

La industria se ha vuelto muy sucia. Antes a una stripper no se la tocaba, no se le faltaba el respeto. A mí me gusta porque puedo decidir cuándo voy a trabajar, cuántas horas, dónde. Si yo necesito equis cantidad de plata para el veterinario de mi gata, trabajo dos noches seguidas, entro temprano y le meto garra para conseguir esa plata.

-¿Dónde encontraste la felicidad?
-En las más de cien canciones que tenía escritas y que no sabía qué hacer con ellas. Empecé a plantearme poner todas las ganas que le estaba poniendo a la facultad a la música. Me concentré a full con las canciones y un día conocí a una productora, grabamos la primera canción y la sacamos.  Yo hago catarsis con la música, ahí pongo todo el dolor, la felicidad y las lecciones que aprendí. Creo que le puede llegar a servir a una mujer que escucha que pasa por algo similar a lo que yo pasé, a una chica jovencita que se piensa que se puede comer el mundo…

Mi primer álbum se llamó Borderline porque, en su momento, me diagnosticaron con Trastorno Límite de la Personalidad. Hasta estuve internada en un psiquiátrico. Ese álbum habla de la inestabilidad emocional y de la montaña rusa de emociones que eso provoca. La Crazy Latina nació porque en Canadá decían: “Esta mujer está re loca”, pero una vez mi psicóloga me dijo: “¿Será que estás loca o será que la gente no entiende tu cultura?” Obviamente tengo mi locura, pero hay un aspecto cultural del argentino que solo el argentino lo entiende. 

Daniela Bragagnolo en un evento en Canadá
Modo Cleopatra. The Crazy Latina en un evento de la comunidad LGBTQ en Toronto.

Yo hago catarsis con la música, ahí pongo todo el dolor, la felicidad y las lecciones que aprendí”.

-Te convertiste también en una de las mujeres más seguidas en Tik Tok de la Argentina ¿fue consciente?
-Yo me hice viral por mi personalidad, por mi reality show de estar sola en la cuarentena y hablarle a una cámara. Está bueno, pero mucha gente solo me conoce por eso y no por mi música. Me metieron en la caja de Tik Tok, donde conté toda mi historia de vida. Pero yo quiero salir de ahí y hacer música desde mi corazón, mi alma, desde todo lo que viví. No es fácil hacer un marketing de algo profundo desde videítos de 30 segundos donde es pasar, pasar y pasar. Transmitir mensajes y profundidad es mucho más difícil.

-¿De qué se trata tu nuevo disco?
-Se llama Lilith, que es mi alter ego. Representa a una mujer muy empoderada que puede ser vista como mala porque es una mujer que vio mucha oscuridad y ahora se protege de esas cosas. Lilith es la que protege a Nanu, es la femme fatal, súper materialista, que sabe cómo funciona el mundo, que sabe que la gente puede ser muy malvada, que hay que tener cuidado. Es la mujer que a los hombres no les gusta.

Daniela Bragagnolo en una playa
Mirada. Sus ojazos azuales y su pelo negro azabache distinguen a Daniela Bragagnolo.

-¿Cómo financiás las grabaciones de los discos y de los videoclips, los viajes y al equipo que trabaja con vos?
-La plata sale de una página en Only Fans y sigo siendo stripper. Yo hago striptease en mi Only Fans y eso ha sido lo que fundó toda mi carrera artística. Bendito sea el Only Fans.

-¿De qué manera manejás la exposición pública, a los haters y a la mala onda?
-Es muy difícil estar expuesta y tener a tanta gente juzgándome. El nivel de crueldad es insoportable. Pero lo hago y cuento todo siendo totalmente real, porque creo que puedo ayudar a otras chicas, que quizás algo de lo que digo les sirve para hacer un clic y salir de situaciones dolorosas.

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