Por JORGE L. BONFANTI
En años electorales, los intendentes tienen una prioridad superior: alambrar sus distritos y conectar el cerco eléctrico que preserva sus cotos de caza de amenazas externas. Desde el punto de vista ético, esto no está ni bien ni mal. Es políticamente lo normal y acostumbrado desde los tiempos anteriores al cero, donde Alejandro Magno rosqueaba con su estratega militar Parmenión y su intelectual Antípatro para extender sus dominios, porque nadie llega al poder para rifarlo en una kermesse barrial ni para entregarlo mansamente al adversario.
El alcalde de Escobar no es la excepción. Pero la política no es como el fútbol, aunque se parecen en algunas cosas. En tiempos preelectorales los dirigentes se concentran, escuchan atentamente la charla técnica, estudian a los rivales, hacen el calentamiento, se persignan en la boca del túnel y después eligen para dónde patean; generalmente para el arco que defiende el arquero más flojito.
Cualquiera que hable hoy con las cúpulas peronistas distritales sobre los posibles alineamientos y candidaturas de cara a las elecciones primarias de agosto escuchará como respuesta que “todavía no se sabe nada, no hay nada definido”.
Pero existen movimientos. Porque para cuidar la quintita los jefes comunales tienen tres caminos: pasar a una estructura gubernativa superior, que es “la variante Massa”; establecer fuertes vínculos regionales, que es lo que desarrollan los intendentes agrupados en la Federación Argentina de Municipios (FAM); o la táctica de poner huevos en distintas canastas, haciendo caso de las tres reglas de oro aconsejadas por Perón: 1) No cambiar de pingo en el medio del río. 2) No sacar los pies del plato. 3) Desensillar hasta que aclare.
En el primero de los casos, salvo los que están apoyando el lanzamiento del tigrense -Humberto Zúccaro (Pilar), Luis Acuña (Hurlingham), Carlos Selva (Mercedes) y Joaquín De la Torre (San Miguel), que tienen cuentas pendientes o nunca se sintieron cómodos dentro del kirchnerismo-, la mayoría de los alcaldes cree que tienen que jugar pegados a la Casa Rosada, porque la “presi” es la gran electora. Y la que firma los cheques.
A Escobar, antes y durante la campaña de 2011, le prometieron un montón de obras. Pero la única que se está construyendo es el hospital del Bicentenario, en Garín. La fenomenal recesión internacional encendió luces rojas y durante 2012 el gobierno nacional frenó la obra pública para enfriar la economía sin afectar a las capas populares, que son su sustento electoral, pero sí golpeando a las mejor ubicadas económicamente, para tratar de poner freno a la inflación.
Este año, electoral y sin tantas presiones de compromisos financieros externos como en 2011, el gobierno de CFK, gambeteando a Daniel Scioli, le garantizará un toco fresco a los intendentes, que son los que le juntan los porotos.
Sandro Adrián Guzmán reconoce como interlocutor válido al ministro Julio De Vido (para nuestro intendente, ese es el criterio de-vido), aunque coquetea con Sergio Massa para que se lo vea cerca del tipo que tiene la mayor intención de voto del Conurbano y el aura mágica de que todo lo hace bien. De hecho, el escobarense es uno de los jefes comunales que integran el denominado “Grupo de los 8”, que alienta el lanzamiento del tigrense. Al mismo tiempo, no se aleja de la poderosa FAM que preside el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, uno de los pocos que tiene helicóptero propio, a pesar de gobernar uno de los municipios más pobres.
A nivel provincial, los que cortan el bacalao en ese palo son Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Hugo Curto (Tres de Febrero), que -temerosos del “síndrome Quindimil”- apuestan a agarrarse fuerte de la pollera presidencial, con el beneplácito del Frente para la Victoria y el empuje del ministro Florencio Randazzo y el diputado Julián Domínguez. Esta perspectiva no le quita el sueño a Sandro, a quien no le interesa atornillarse al sillón de Lambertuchi.
La reunión que los sectores mencionados realizaron recientemente en la costa de Santa Teresita convocó a 63 jefes comunales bonaerenses, prácticamente toda la tercera y varios de la primera sección electoral; entre ellos Fernando Espinoza, el actual capo de La Matanza y anfitrión del próximo encuentro, en marzo, donde seguramente el justicialismo empezará a dar señales de los caminos que tomará.
Scioli nunca fue bonaerense. Estuvo en tránsito por la provincia apuntalado por Alberto Balestrini, el último jefe indiscutido. Cuando él enfermó, el gobernador quedó más solo que Falcioni en la Bombonera. La Rosada sabe que quizás tenga que aceptarlo finalmente como candidato, porque el peronismo no es suicida y es la fuerza política que más aprende de sus errores. Nunca más un Lúder, ni tampoco un Duhalde.
La relación del intendente escobarense con Scioli sigue siendo buena, a pesar de algunas críticas que le dedicó a fines del año pasado cuando surgió el conflicto por el pago desdoblado de los aguinaldos docentes.
El escenario escobarense
Sandro tiene la opción de jugar en este espacio, el peronismo orgánico, que hoy por hoy es el que cuenta con más chances de ganar, porque la presi tiene el dedo más largo. Pero en el caso de que siga creciendo la estrella de Massa y se imponga como candidato del peronismo, tampoco de ahí lo van a echar. Y en el extremo de que se produzca una ruptura entre Massa y la Rosada, también tiene una serie de reaseguros.
Para esto tiene que mantener aceitada la maquinaria de su frente interno, donde ya por lo menos tres o cuatro figuras de su tropa quieren probarse el traje. Uno de ellos es el jefe de Gabinete, Walter Blanco, aunque asegura que su próximo destino está fuera de Escobar y por eso es que no reemplaza al intendente en sus vacaciones. Mientras tanto, suben en la consideración de la militancia por el rol político e institucional que cumplen Germán Maldonado, Sebastián Rey y, obviamente, el siempre vigente Luis Carranza.
Los que se fueron por la ventana chiquita del despido, Matías Bertol, Daniel Bufeli y compañía, verán como dentro de su propio entorno los van rodeando con una cerca de palo a pique, que en este caso tiene el raro nombre de Ariel Sujarchuk, un enviado de la Kolina cuyo único contacto con Escobar es haber pasado alguna vez por Temaikèn.
La enorme tranquilidad de estos muchachos, los peronistas que no parecen para nada nerviosos, proviene de la patética debilidad de la oposición, que no logra construir una plataforma firme de lanzamiento en el orden local y debe esperar que el empujón venga de brazos provinciales o nacionales.
Para las elecciones de 2011, que le significaron la reelección, no había grandes cuestionamientos ni runrunes contra la administración comunal. Además de la promesa de “sintonía fina”, es cierto que durante su primer mandato el intendente enfrentó los problemas macro produciendo una transformación, por ejemplo en la calidad del empleo local, logrando que Escobar deje de ser un municipio dormitorio, donde para conseguir trabajo en una fábrica había que irse a Pilar, Campana o Tigre.
Asimismo, se avanzó en cuanto a la atención a los sectores marginados en lo urgente: con las más de 10 mil tarjetas del Plan Más Vida y los más de 24 mil beneficiarios de la AUH no hay ni hambre ni indigencia, salvo en casos marginales y puntuales. Pero también es cierto que en el “fino” (ordenamiento del tránsito, limpieza urbana, desarrollo del polo turístico, atención primaria en los barrios, mantenimiento vial y varios etcétera) el gobierno está en falta, y en alguna medida lo reconoce.
¿La oposición? Bien, gracias
Pero así como la oposición nacional carece de fortaleza, creatividad y capacidad de trabajo para generar una agenda propia junto con un programa alternativo (¡Macri quiere que Magnetto vuelva a ser el dueño de la pelota!), la oposición local tampoco tiene una figura en ascenso. Por lo que la máxima amenaza para el oficialismo puede provenir de la propia interna.
Todo indica hoy que habrá varias listas en las primarias locales del PJ-FPV. Si no la fuerzan las propias organizaciones desplazadas del poder, lo hará el propio “sandrismo”. Porque como ocurrió en la última elección, una gran participación popular en las primarias es un primer paso para ganar tranquilo las generales.
Dentro de este escenario, La Cámpora y fuerzas conexas son pequeños grupos sin gran poder de fuego, que pueden chumbar mucho pero difícilmente le claven los colmillos a alguien. Es posible que Carlos Zannini los mande a hacer barullo, pero la relación Sandro-Cristina hoy por hoy no corre peligro.
Eso sí: en política, mañana siempre será otro día.
Sus críticas a la política monetaria
Aunque cada vez que puede ratifica su apoyo al gobierno nacional, Sandro Guzmán no se priva de criticarlo o de marcar diferencias. Una de sus últimas declaraciones en ese sentido fue en relación a las restricciones para la compra de moneda extranjera. “Hay algunas cositas que se deberían tener que reformular. Hay sectores, como el inmobiliario, que está sufriendo cuestiones que tienen que ver con la problemática del dólar. Detrás del que vende una casa hay un gremio importantísimo de carpinteros, plomeros, herreros, albañiles… es un montón de gente que a veces se queda sin trabajo. A los números no hay que mirarlos tan fríamente”, objetó.
Guzmán: “Me gusta mucho la política, pero no es lo único”
Aunque se tomó todo febrero de vacaciones, el intendente anduvo bastante en el distrito e incluso por el Palacio Municipal. En una de esas oportunidades recibió en su despacho a DIA 32 y respondió algunas preguntas relacionadas a su futuro político.
¿En qué lugar jugará la próxima elección?
Voy a estar, orgánica y verticalmente, en el Partido Justicialista.
¿Y qué pasaría si hay más de una lista provincial?
Yo, como muchos intendentes, tengo una vinculación y una relación muy estrecha con Sergio Massa, que no se sabe si va a jugar. Si él se presenta como alternativa dentro de la estructura del PJ, será una posibilidad para muchos intendentes.
¿Cuáles son los márgenes de libertad de acción para que la militancia local participe de las primarias?
Son totales. Cualquiera que quiera participar puede hacerlo, no tiene que pedir permiso. Yo en esta no juego, y tampoco soy de los que se desespera por mantener el cargo. Me gusta mucho la política, pero no es lo único. Me gusta mantener una vida social, las relaciones familiares y afectivas, jugar al fútbol. Puede ser que el próximo período me encuentre en otro cargo, y los que piensen en sucederme tendrán que ir armando su futuro liderazgo.
En cuanto a la gestión, ¿cuál es la real situación económica de la Municipalidad?
El año pasado fue muy complicado para todos los municipios de la provincia. Nosotros pudimos hacer frente al pago de los sueldos, no estamos endeudados, y a partir de cambios, controles y una buena administración estamos volviendo a realizar asfaltos. Ahora en marzo sale a licitación la pavimentación de la calle Mermoz, que se realizará totalmente con fondos municipales, estamos retomando el ritmo de bacheo de 2011, así como la reparación de luminarias.
La Policía de Tránsito está en la calle tratando de mejorar los problemas de circulación en distintos lugares. Y seguimos trabajando para la radicación de industrias y emprendimientos comerciales e inmobiliarios que brindan empleo de buena calidad. También la construcción de centros sanitarios en distintas localidades. La eficacia del Oftalmológico de Garín y del Odontológico de Maschwitz la pudimos comprobar por la cantidad de requerimientos de atención de personas de municipios aledaños, que nos obligó a tomar medidas poco simpáticas en beneficio de nuestros vecinos. Estamos confiados de que este año será positivo.