Domingo 22 de junio de 1986, México. El sol del mediodía amenaza con derretir a público y jugadores en el Estadio Azteca mientras las selecciones de Argentina e Inglaterra se enfrentan en busca del pasaje a la semifinal del Mundial. En un duelo que supera las barreras de lo futbolístico por la triste guerra entre ambos países ocurrida cuatro años atrás, Diego Maradona decide que es momento de pasar a la historia. Minutos antes de plasmar una obra de arte con su zurda magistral, el eterno 10 nacido en Villa Fiorito tiene un rapto de picardía -o un instante de lucidez- para cometer una simple trampa y marca el primer gol del encuentro con su mano izquierda. Décadas después, las mismas fracciones de segundo fueron las que tardó Gino Tubaro (21) para idear un novedoso formato de prótesis plásticas de manos para personas de todo el mundo que, entre muchas cosas, siempre anhelaron poder emular aquel gol.
Si existiera una sola palabra en el diccionario de este joven inventor, forjado en el barrio de Pompeya, esa sería “iniciativa”. Desde chico se interesó por los artefactos y por ver qué llevaban dentro, cómo desarmarlos y mejorarlos o qué juguete poder crear con ellos. La plancha de su madre fue una de las primeras víctimas de una lista que fue creciendo en la misma medida que su espíritu y su aprendizaje inventivo.
Con el tiempo, los juegos le dejaron su lugar a la innovación tecnológica. Así, con apenas 16 años creó su propia impresora 3D: “Me bajé los planos y la construí yo mismo, para empezar a hacer las carcasas de mis trabajos”, contó en una entrevista con la revista Gente.
Muchas ideas brotaron en su cabeza, pero la creación de las prótesis de plástico de manera fácil y accesible fue la que llevó a la fama a este estudiante de Ingeniería Electrónica de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), laureado internacionalmente e invitado a dar charlas en varios países.
Se estima que entre 10 y 15 millones de personas sufrieron la amputación de uno de sus miembros, por lo que un producto así generaría enormes dividendos económicos. Sin embargo, el joven inventor -a contracorriente de algunos socios- optó por entregarlas prácticamente sin cargo a todo aquel que las necesitara.
“A mí me mueve la gente que no tiene un peso y necesita una prótesis y nunca imaginó tener una mano. Mejor paga que esa no hay. Yo vengo de un lugar donde todo nos costó mucho, por eso las manos siempre van ser gratuitas”, afirma.
Algunas con los colores de Boca o de River, otras con la fisonomía de alguno de los personajes más populares de Marvel y hasta incluso con utensilios cambiables para el uso diario. Hasta allí llega su ingenio, reconocido públicamente por el ex presidente estadounidense Barack Obama en un acto con jóvenes durante su única visita al país, en marzo del año pasado. “Imaginate cuando le decís a un chico que puede tener la mano como la de un superhéroe. ¡Le alegrás la vida!”, explica el joven.
Tras un breve paso por un proyecto financiado por el gobierno nacional, Gino sigue cumpliendo sueños con su emprendimiento, al que bautizó Atomic Lab. Todos los días recibe cientos de mensajes y pedidos de gente a la que, por distintos motivos, le falta alguna extremidad y no puede afrontar los costos de las prótesis convencionales.
En aquel Mundial 1986, con sus 25 años a cuestas, Diego Armando Maradona escribió un capítulo inolvidable de la historia argentina con su controversial anotación, obra de la “Mano de Dios”. Gino Tubaro no tiene poderes divinos ni una zurda magistral, pero con mucho empeño a los 21 es noticia en todo el mundo por un simple motivo: darle una mano a quienes más lo necesitan, sin exigir nada a cambio.