En Escobar, hablar de la costanera del Paraná de las Palmas es hablar de un abandono crónico. Un área que podría haber sido explotada turística, social y comercialmente, pero nunca llegó a ser una prioridad -ni mucho menos- durante los gobiernos municipales que se sucedieron a través de los años.
A diferencia de Tigre -el ejemplo más emblemático-, San Isidro, San Fernando, Campana o Zárate, por mencionar algunos de los distritos más próximos, el partido de Escobar arrastra una deuda histórica con respecto a su zona ribereña.
Pocos lugares de esparcimiento, mobiliario escaso, antiguo y desarreglado y residuos por doquier son parte del paisaje habitual, carente de la mínima infraestructura para pasar un agradable día al aire libre.
La falta de opciones de miniturismo y el notorio atraso de la costanera local obliga a los vecinos escobarenses a tener que explorar otras opciones para disfrutar de las bondades del río.
Para peor, llegar a la ribera implica transitar diez kilómetros -desde la barranca de El Cazador hasta el puerto- por un camino que está destrozado prácticamente por completo. Apenas hay algunos bacheos que funcionan como parches provisorios, pero desde hace 15 años que el estado de la ruta provincial 25 es, como mínimo, penoso.
A pesar de las pésimas condiciones mencionadas, el Paraná es visitado cada fin de semana por cientos de vecinos. La posibilidad de dar una vuelta en catamarán, ir con la caña al muelle, subirse a un kayak, observar el paso de grandes embarcaciones o comprar alguna artesanía en la feria de microemprendedores son algunas de las razones que explican el intenso movimiento de sábados y domingos.
Hoy, la zona está en pleno proceso de cambio. Las obras de remodelación que está encarando la Comuna comenzaron a darle un giro de 180 grados a la degradada imagen que el lugar acostumbra mostrar.
Palmeras, esculturas, un distribuidor vial, mesas y bancos nuevos, senderos peatonales y un marketinero y colorido letrero -al mejor estilo Cancún- forman parte del revitalizado rostro ribereño.
Pero eso es sólo una parte. Porque lo que se viene tendrá un impacto transformador mucho mayor: una empresa desarrollará de un ambicioso proyecto que incluirá servicios náuticos, comerciales y gastronómicos, con una inversión superior a los 160 millones de pesos.
Costanera renovada
Los primeros cambios en la ribera del Paraná comenzaron a verse, gradualmente, a partir de 2016 y 2017. La puesta en valor del muelle, la remodelación de la plaza del puerto y los 2.300 metros de asfalto realizados por el Municipio mostraron la intención oficial de recuperar y potenciar la zona. La apuesta se redobló en los últimos meses.
Para financiar a cabo el proyecto que está desarrollando a lo largo de 800 metros de la costanera, el Municipio puso en venta una parcela fiscal ubicada frente al río que se encontraba usurpada. De esa manera obtuvo $15 millones, pero la inversión total ya triplicaría ese monto, según fuentes oficiales.
Las obras, que ya están casi finalizadas, abarcaron varios frentes. Para ordenar el tránsito vehicular en la llegada al puerto se realizó un distribuidor vial ornamentado con catorce palmeras y una pintoresca escultura de un pez que le da la bienvenida a los visitantes. También se colocó un semáforo y un cartel electrónico similar al que hay en los accesos a las localidades.
También se reforzó la calzada con un hormigón de 33 centímetros de espesor, se ampliaron las banquinas y se mejoraron los cordones para que los peatones puedan circular con más seguridad.
De cara al río se instalaron bancos y mesas de material, donde la gente podría realizar picnics contemplando la vida náutica del Paraná. También se hizo un sendero de hormigón peinado y se construyó un sector para reubicar la tradicional feria de artesanos.
Estas modificaciones comienzan a darle otro aspecto al puerto de Escobar. En líneas generales, se lo ve más prolijo, limpio y agradable para desconectarse por un rato de las obligaciones de la vida cotidiana.
“En urbanismo y arquitectura va a ser la costanera más linda. No se va a parecer a otras, va a ser la costanera más elogiada de los distritos que están en la zona”, había asegurado el intendente Ariel Sujarchuk en declaraciones a El Día de Escobar, en abril del año pasado.
La remodelación de la ribera comenzó en septiembre y estaba estipulado que concluya antes del cierre de 2018. Sin embargo, las lluvias frecuentes y las crecidas del río fueron postergando indeterminadamente la fecha del corte de cintas. A tal punto que también pasaron enero y febrero. Pero en el Ejecutivo confían en poder hacerla inaugurarla antes de que termine el verano.
Marinas de Escobar
En la tarde del 5 de abril del año pasado, el Concejo Deliberante de Escobar vivió una de sus jornadas más álgidas. Medio centenar de productores isleños colmaron el recinto para oponerse a la venta de una parcela fiscal ubicada a la vera del río, por considerar que eso afectaría sus actividades. “No a la privatización del puerto”, fue la consigna. Sin embargo, la iniciativa presentada por el intendente fue aprobada por amplia mayoría (21 a 2).
Inicialmente, esa parcela tenía una superficie de 41 hectáreas. Pero estaba pendiente la subdivisión, que redujo a 16.000 metros cuadrados la fracción de tierra a comercializar, a través de una licitación pública. El proyecto estipulaba una serie de condiciones y exigencias: el comprador debería desarrollar un emprendimiento destino a estimular el miniturismo, mientras que el Municipio volcaría íntegramente el dinero de la venta a la remodelación de la costanera.
Dos empresas se presentaron a la licitación. Una de ellas fue Marina del Norte S.A., que en los papeles figura a nombre de Claudio Omar Micheli, con domicilio en Del Viso (Pilar), pero detrás de la cual está Hugo Schwartz, un empresario cuestionado por sus proyectos en Tigre y San Fernando, que terminaron con disputas judiciales de por medio. La otra propuesta llegó de la mano de Estruc S.A., radicada en Capital Federal, que obtuvo la adjudicación.
La apertura de sobres se realizó el 6 de septiembre, en la Secretaría de Planificación e Infraestructura del Municipio, y los funcionarios que intervinieron en el expediente no tuvieron muchas dudas a la hora de decidirse. Básicamente, Estruc ofreció más dinero por las tierras y prometió una inversión global que duplicó a la otra propuesta económica.
En números concretos, la adjudicataria desembolsó $15.200.000 para comprar la parcela, ubicada entre el edificio de la Prefectura Naval y el Club de Remo. Y presentó un proyecto que implicará $167.560.000 para ofrecer servicios náuticos, comerciales y gastronómicos, cuyo desarrollo integral tendrá un plazo de ejecución de tres años.
El emprendimiento se llamará Marinas de Escobar y será ejecutado por Oficina Urbana, una empresa con antecedentes nacionales e internacionales en materia urbanística, a la que Estruc contrató para llevar a buen puerto esta nueva iniciativa.
El emprendimiento prevé varios servicios. Por un lado, tendrá un galpón de 2.160 metros cuadrados que funcionará como guardería, con capacidad para 360 embarcaciones chicas y medianas. También contará con amarras, un club náutico de 920 metros cuadrados, dotado de salones para eventos, y dos mil metros cuadrados de locales comerciales de cara al río.
Además, habrá un área gastronómica con 1.200 metros cuadrados cubiertos y 600 de terrazas, al aire libre y con una vista privilegiada del Paraná.
Asimismo, el proyecto prevé una playa de estacionamiento de 3.000 metros cuadrados y la construcción de una estación de servicio para embarcaciones y automotores.
El proyecto no involucra un casino, sala de juegos ni nada de similares características, como se rumoreó insistentemente. Tampoco contará con servicios de alojamiento.
En su presupuesto, Estruc S.A. incluyó la repavimentación de 200 metros del camino que va desde la ruta 25 hasta el arroyo Correntino. Los trabajos ya comenzaron y constituyen el paso preliminar para iniciar un ambicioso proyecto que cambiará por completo la cara del puerto local.
Así, un sitio que durante décadas no supo lo que era el progreso, ahora se encuentra rodeado de maquinarias, mezcladoras de cemento, albañiles y artistas. “Abandono” ya no será un adjetivo que describa a la ribera escobarense.
EL FAVORITO SE QUEDÓ CON LAS MANOS VACÍAS
Contra todos los pronósticos
Pese a la mala prensa que tiene sobre sus espaldas, se rumoreaba que el empresario Hugo Schwartz era número puesto para quedarse con las tierras que el Municipio puso en venta en la ribera del Paraná. Muchos daban por hecho que la licitación estaría direccionada, que era “un negocio cerrado”, pero nada de eso pasó.
Schwartz, de 58 años, es la cara visible de Marina del Norte, un emprendimiento de amarras y guardería náutica que funcionó durante tres décadas en la costanera de San Fernando hasta que, a principios del año pasado, el intendente Luis Andreotti, con colaboración de la gobernadora María Eugenia Vidal, logró quitarle el predio.
Aunque la firma figura a nombre de Claudio Omar Micheli, fue Schwartz quien salió en los medios a enfrentar al jefe comunal sanfernandino.
Por otra parte, el empresario está vinculado a Colony Park, un proyecto urbanístico desarrollado sobre el Delta de Tigre que está en la mira de la Justicia por presuntos daños ambientales.
Más allá de sus ruidosos antecedentes, la propuesta económica de Marinas del Norte resultó poco atractiva para los intereses municipales: apenas $11.400.000 por la parcela y $78.901.770 para el proyecto náutico y comercial. Por lo mismo, Estruc S.A. ofreció $15.200.000 y $167.560.000 y se quedó con todo.